@@CLIMA@@

Sunset Boulevard

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Decadencia se refiere a aquel proceso cuando una persona, sociedad o cosa pierde la fuerza que la distingue, pierde valor, importancia, se deterioran sus cualidades esenciales. Implícito lleva un proceso de transformación orientado a debilidad, deterioro, incluso hasta la desintegración o muerte, cuando de personas se trata, porque ir a menos lo cambia todo, desde el panorama de vida hasta las expectativas, según anhelos, capacidades, aptitudes y carácter. El proceso de cambio personal no es un fracaso, pero se asume como tal cuando intervienen varios factores como la necedad, la inestabilidad emocional, la dependencia, la incapacidad para evolucionar y la frustración por no poder dejar el pasado atrás, entre otros. Un ejemplo claro es Norma Desmond, la protagonista de la película Sunset Boulevard (EUA, 1950), también conocida en español como El Crepúsculo de los Dioses o El ocaso de una vida.

Dirigida por Billy Wilder y coescrita por él mismo junto a Charles Brackett y D. M. Marshman Jr., la película está protagonizada por William Holden, Gloria Swanson, Erich von Stroheim y Nancy Olson. Recibió 11 nominaciones al Oscar, incluyendo las 4 principales por actuaciones, dirección y película, pero ganó sólo tres galardones: mejor guión, dirección de arte para para películas blanco y negro y banda sonora para una película de drama o comedia. La historia es narrada por Joe Gillis, un guionista que no ha tenido éxito con sus últimos proyectos, quien acepta trabajar para Norma, una ex estrella del cine mudo que quiere un regreso triunfante a la pantalla grande (‘volver’, no ‘regresar’, insiste ella). Su tarea es editar un guión que la misma Norma escribió y que Joe encuentra demasiado rebuscado, tanto por la inexperiencia de la actriz para escribir historias, como por su visón extravagante de cómo debería avanzar la trama, con ella como protagonista.

En un principio Joe acepta, un tanto por obligación, luego por lástima y eventualmente por conveniencia. Norma vive sola, acompañada únicamente por su mayordomo Max, en una casa vieja pero que resguarda el halo de su antigua gloria y magnificencia. Así es Norma misma, una mujer de apariencia extravagante para esconder los años, que añora su pasado exitoso y ansía, por eso mismo, los aplausos, las cámaras y la atención.

Cuando Norma propone el acuerdo de trabajo, Joe está huyendo de unos cobradores de deudas y se esconde en la casa de ella, quien lo confunde con la persona que debe encargarse del entierro de su mascota muerta, un mono. Ante la situación, Joe se ve presionado a hacer algo por ayudar, pero al darse cuenta de la realidad, de que está frente a una mujer que parece no distinguir que ni la vida ni el cine no son lo que eran antes, se siente comprometido con ayudar. Joe acepta por el dinero que puede sacar a cambio, dadas las deudas que se le acumulan y el trabajo que no está consiguiendo, pero mientras inicialmente rechaza las atenciones desbordadas de Norma, eventualmente decide seguirle la corriente y convertirse en algo así como su amante, más en un plano emocional que como una pareja sexual. Joe acepta la conveniencia de recibir obsequios costosos, mudarse a la mansión de lujo y disfrutar de una vida de persona de la clase alta, a cambio de engañar a una mujer con sus propias mentiras, alabando su talento, su porte y su persona.

Norma en efecto lo que quiere es alguien que la idolatre y le digan lo que quiere escuchar: que aún es relevante, especialmente reconocida en el medio artístico. Se siente desplazada y en lugar de aceptarlo, se autoconvence que el mundo y ella siguen siendo exactamente iguales a años atrás. “No hay nada de malo en tener 50. A menos que quieras tener 25”, dice Joe. El problema es que eso es lo que Norma quiere y se encarga de rodearse de personas que por pena, lástima u obligación, le refuerzan esa idea. En eso se convierte Joe, en el reforzador de las mentiras, convencido a seguir con el engaño a base de chantajes con el dinero y lujos que Norma ofrece. Ese es también el papel de Max, que sigue la corriente más bien por la responsabilidad que siente como único confidente de la actriz, además de ser su primer exesposo.

La tragedia de Norma es tan grande y significativa que refleja en forma nítida la tragedia que puede verse en la vida misma, en que lo nuevo siempre reemplaza a lo viejo, y ni siquiera porque sea ‘mejor’ o ‘peor’, sino porque ese es el ciclo de la vida. Norma no puede vivir anclada al pasado, pero lo hace, porque no hay nada en su presente que para ella sea significativo o importante. La falta de incentivos o la ausencia de un motivo que la empuje, le lleva a encerrarse en el pasado que fue, para llenar la vida vacía de su presente. El engaño le afecta y ella bien se da cuenta, sólo que lo evita e ignora, creyendo que así desaparecerá. “Tenía miedo al mundo exterior. Miedo a darse cuenta que el tiempo ha pasado”, cuenta Joe en su narración, hablando y enfatizando cómo la actriz se esconde en una burbuja que se ha creado y que no permite que nadie toque. Padece depresión y sus intentos de suicidio son un llamado por ayuda que llega a oídos sordos por el efecto que ocasionan: demandar atención; un sentir que alimenta la necesidad de la actriz por ser prioridad, lo que la lleva a exigir de las personas lo que cree que se ‘merece’, creándose un ciclo vicioso, dañino y tóxico, tanto para su persona como para aquellos que le rodean.

Max tal vez lo nota, pero entiende que no hay forma de cambiarla y que lo único que puede hacer a estas alturas es darle lo que está en sus manos: simpatía y compañía. Joe en cambio no lo entiende sino hasta que es demasiado tarde, pues el escritor no ve una historia de vida de alguien que necesita ser escuchado, sino un vehículo para conseguir fácilmente algo que de otra manera le costaría enorme trabajo o que nunca alcanzaría, ya sea dinero, lujos, ropa de marca o la tranquilidad de una buena vida a cambio del menor esfuerzo.

Su realidad contrasta cuando se reencuentra con Betty, la novia de unos de sus amigos y que trabaja en el departamento de guionistas como correctora. La joven tiene un buen ojo para el análisis y la edición del material escrito, con ideas propositivas que la distinguen, propias de una mente joven abriéndose camino y dándolo todo por destacar y demostrar su valía. Betty propone reescribir juntos un guión de Joe, pero como él para entonces ya se acostumbró a la vida cómoda, le dice que lo haga ella sola. No obstante, al ver que las ambiciones de Norma por regresar a la pantalla grande son sólo sueños o fantasías, improbables pero necias, comienza a trabajar con Betty, inspirado en su entrega y pasión.

No es tanto por Betty como sí escuchar lo que la gente piensa de Norma lo que hace a Joe entender la dura y triste realidad del medio en que se desenvuelve, en este caso el mundo del cine, del artista y del actor. Hollywood en su dinámica y su contexto busca cosas nuevas, caras nuevas, renovación de imagen. Norma sueña con que la aceptarán con los brazos abiertos, pero esa es su mentira, no un camino viable, no porque no exista, sino porque de hacerlo, es la excepción a la regla. Y no es porque Norma sea o no talentosa, sino porque el cine, las historias o el cómo se filma una película han cambiado demasiado desde que ella trabajaba en el medio, como para entender la dinámica que existe en ese mundo que siempre necesita renovarse y actualizarse.

Los directores con quienes trabajó la recuerdan, pero no la llaman para integrarla a sus proyectos porque Norma nunca dio seguimiento a reinventarse junto con el cine; y la gente que la vio en pantalla le aplaude, pero no pide más de ella que la idea de su presencia. Es difícil decidir si Norma sufre más por vivir en el pasado, que por no haberse adaptado al presente, pero esta es la realidad de muchos actores y artistas en general, que no pueden llevarle al paso al avance en este y muchos casos similares, de la tecnología. "Yo soy grande. Son las películas las que se han hecho pequeñas", se queja ella en algún punto de la historia.

Como estrella del cine mudo, tratando de encontrar un espacio en el nuevo cine de aquel entonces, los años 50, no implica sólo que la industria haya cambiado la forma de hacer películas, ahora sonoras, en las que el diálogo pesa igual que los gestos y los silencios, sino que el camino es ya imposible para alguien alejada de las cámaras y con poco que ofrecer a una medio que no conoce y que tampoco ofrece muchas oportunidades a alguien como ella.

En la vida real la situación no es muy diferente, las ‘viejas generaciones’ no siempre se adaptan a las nuevas ideas, pero es que la sociedad está acostumbrada, penosamente, a una especie de exilio que vive celebrando el pasado en la memoria colectiva, pero que deja relegado al individuo en su presente, cuando ya no lo considera ‘productivo’ o ‘útil’. La sociedad desecha a quienes ya no responden a las exigencias del mercado. Cada quien debe esforzarse por superar emocionalmente este hecho, o bien por adquirir las nuevas habilidades que la industria o el mundo requieren para mantenerse activo.

No es imposible que Norma o alguien como ella encuentre la oportunidad de reencontrarse con ese algo que la haga feliz, es sólo que en su caso, el personaje elije erróneamente a partir de una obsesión enfermiza. Asume el rechazo del director de cine al que busca, como un incentivo para esforzarse más; o la negativa de la producción para reunirse con ella, como una señal de interés cohibido; o la crítica de Joe hacia su guión, como inexperiencia del escritor para entender ‘el buen cine’. Norma mira lo que quiere ver, no lo que es y lo peor es que no hay nadie que se atreva a contradecirla, quizá por pena, quizá por desinterés.

¿Cómo hacer entender o hacer cambiar a alguien necio? ¿Cómo hablarle con la verdad a alguien que ya no nota la diferencia con la mentira? ¿Cómo cambiar la forma como el mundo percibe las diferencias generacionales, cuando toda forma de organización parece remarcarlas y separa a las personas en grupos? ¿Cómo puede acabarse con la indiferencia y decadencia social, cuando el autoengaño es un mal social que se explota? La parafernalia amarillista que hacen los medios de comunicación alrededor del asesinato de Joe a manos de Norma, demuestra que las personas harán espectáculo de todo a lo que le puedan sacar provecho, de manera descarada, desalmada y a expensas de la miseria del de al lado.

Lo contrario a decadencia es esplendor, apogeo y crecimiento. Para Norma estar en plenitud no es estar en Hollywood o en el cine; ella piensa que sí, pero lo que la hace feliz es la atención, la cámara que filma y el protagonismo que haga a los otros hablar de ella. Encontrarlo a cualquier precio se vuelve la trampa mortal, tanto para ella como para Joe, quien más que buscar crecer, anhela su versión de éxito, en su mente traducido en la opulencia aparente expresada en lujos. Pero el éxito es efímero y muchas veces aparente y relativo. Lo entiende él cuando se da cuenta que el verdadero triunfo personal no es al lado de Norma, su auto de lujo o su comida exuberante, sino en los pequeños momentos que pasa con Betty mientras trabajan juntos en su guión, en una pequeña habitación del estudio cinematográfico.

La historia se desarrolla en Sunset Boulevard, una calle de Los Ángeles asociada a las celebridades de Hollywood. Como indica la película, en la época del cine mundo (alrededor de 1910 a 1930), actores ahí construyeron mansiones de lujo, pero ante la llegada del cine sonoro, todo decayó, en parte porque la industria dejó de lado a aquellas estrellas, muchas por no poder adaptarse al nuevo cine sonoro. El término no obstante se sigue asociando al glamour hollywoodense, mientras que ‘Sunset’ en español se traduce como ‘atardecer’. La idea del atardecer poéticamente visto como el fin de un ciclo, el crepúsculo, el ocaso, la fase última en este caso de dos vidas que, a su manera, brillaron hasta que se apagaron, igual que lo hace el Sol al caer la noche.

Ficha técnica: Sunset Boulevard - El ocaso de una vida

Fotos más vistas en 15 días