“La conectividad es un derecho humano” -Mark Zuckerberg, fundador de Facebook.
A inicios de esta semana se dio uno de los apagones tecnológicos más prolongados que se han vivido en los últimos años, por lo menos en México. Y es que toda la gama de productos de Facebook incluyendo a Instagram y al grande de las comunicaciones por mensajería Whatsapp, quedaron ‘caídos’ durante al menos siete horas en todo el mundo, motivo por el cual millones y millones de personas demostraron su descontento a través de las otras redes sociales que seguían en pie, principalmente Twitter y comenzaron a descargar alternativas de mensajería, como lo es Telegram, aplicación que a raíz de la inesperada y simultánea demanda de usuarios por poco termina también colapsando.
Sin una declaración clara por parte de la compañía, los dimes y diretes no brillaron por su ausencia. Incluso una cuenta de twitter que pertenece supuestamente al grupo de ciber hacking ‘Anonymous’ se adjudicó el ataque que dejó sin feeds ni conversaciones a medio mundo, sin embargo esta afirmación carece de pruebas reales que la respalden, por lo que la hacen prácticamente inútil mientras no se de una declaración oficial por parte de algún organismo con la suficiente credibilidad. Aún así lo cierto es que nos dimos cuenta de que unas cuantas apps ‘caídas’ nos dejan totalmente vulnerables; hubo incluso quienes se hundieron en la paranoia por miedo a perder sus datos personales. Y es que hoy en día la mayoría de las personas dejan su vida en redes sociales, algunos las usan a modo de álbum pensando que ahí encontrarán sus recuerdos eternamente, algunos otros para conectar con personas de su pasado que difícilmente por otro medio hubiesen podido contactar y si bien la tecnología es una herramienta muy práctica, también debemos recordar que somos más que aplicaciones.
Hace unas semanas la app de BBVA (Bancomer), así como sus cajeros automáticos dejaron de funcionar ocasionando pérdidas multimillonarias y parando en buena medida las transacciones que día a día nos hemos acostumbrado a realizar desde la comodidad de nuestros teléfonos y con un par de ‘taps’ en la pantalla. Es así que en ocasiones olvidamos la vulnerabilidad en la que nos encontramos permanentemente y confiamos en demasía de todas estas facilidades que la modernidad nos ha dado.
Hoy en día existen 2,740 millones de usuarios activos en Facebook, otros 2,000 millones en Whatsapp y 1,221 millones en Instagram. Si hipotéticamente suponemos que los usuarios de FB tienen las otras dos aplicaciones, estamos hablando de que este apagón cibernético paralizó completamente al 35% de la población total mundial con sus 7,900 millones de habitantes y eso no me parece poca cosa. Es por lo anterior que suena lógica la caída de Facebook en la bolsa, así como los más de 6,000 millones de dólares que perdió Mark Zuckerberg y compañía por estas siete horas sin varios de los servicios que poco a poco lograron conquistar el mundo entero y que nos demuestran qué tan dependientes nos hemos vuelto de aquello en donde depositamos toda nuestra vida: recuerdos, fotografías, videos, canciones y todo aquello que a veces es mejor dejar como una bonita memoria en nuestras cabezas.
De vez en cuando es bueno desintoxicarnos, de vez en vez es bueno ver y abrazar físicamente a las personas que queremos, a veces un ‘te amo’ es más hermoso salido de los labios que leído en un mensaje de texto, ¿no cree?
“El ordenador nació para resolver problemas que antes no existían.” -Bill Gates