La siguiente ‘rockomendación’ es de parte de ‘Eddie’, el buen ‘Dihablo Sepúlveda’, un rockerísimo de Torreón, escribe semanalmente la columna Voz del…
Lunes de #RockShow en la compañía inconfundible de Héctor Becerra. Voz que se apagó repentinamente para quedar retumbando en las paredes de nuestras cabezas. ¡Cómo pasó!
Miércoles 24 de agosto de 2022. Estoy en casa y en diversos grupos de Whatsapp comienza a correr una esquela con el nombre del ícono de la Comarca. Por un instante, pienso que se trata del padre del famoso conductor, pero el nombre está escrito de forma clara: Héctor Becerra Delgado, contundente golpe al ánimo de quienes lo conocimos (e incluso de quienes no). La noticia se vuelve un lamento generalizado y su nombre inunda las redes. Es un hecho.
Becerra falleció la tarde del miércoles. Fulminante. Tenía 55 años de edad y un cúmulo de conocimientos y experiencias que compartía sin reparo ni reserva.
Recuerdo con cariño la mañana del 28 de febrero de 2019 (ni visos aún de la pandemia que se vendría). Le pedí de favor que me acompañara en una de mis clases que daba en universidad, Guionismo de medios. Aceptó con gusto, sin titubear: “¡Claro que sí, Eddie!”, a pesar de que sus tiempos eran ajustados por su exigente trabajo. Llegó puntual a la cita sin pedir nada a cambio.
Preparé a los muchachos antes de la cátedra; se supone que íbamos a tocar el tema del radio. Nos fuimos a la cabina casi en desuso que teníamos disponible en la universidad para que Héctor se sintiera más cómodo. Los chicos se sentaron alrededor de él; Héctor tomó la palabra con la naturalidad que lo caracterizaba y comenzó el encuentro, los cuestionamientos. Del tema del radio pasamos rápido al cine, la otra de sus pasiones.
“¿Cuándo podemos decir que una película es buena o mala?”, le cuestionó uno de los jóvenes estudiantes. Con sencillez, respondió: “Aunque hay parámetros para determinar eso, creo que es cuestión de un gusto personal. Yo prefiero decir ‘me gustó o no me gustó y por qué’”. Primera lección.
La hora se fue en un instante. Sebastián le preguntó su opinión sobre El club de la pelea. Valeria, sobre sus inicios. Y así, uno a uno, se fueron metiendo en la charla con el experto. Ellos quedaron fascinados y me agradecieron luego por llevar a tremendo invitado. Una clase como pocas.
Tres años y medio después, pienso: ¿quién nos recordará ahora en el grupo de Whatsapp sobre el podcast, el programa, alguna fecha importante en la música? ¿Quién conducirá?
Las expresiones y demostraciones de cariño no han parado desde que se dio a conocer el trágico acontecimiento. ¿Qué música escojo para escribir estas líneas? ¿Algo de Rush? ¿Van Halen? ¿Genesis? Quedaste de ponerme algo del nuevo disco de Kreator. Lo voy a esperar.
Hoy, fue día de despedirte, una misa en tu honor. La presencié desde afuera, de lejitos. La sala estaba llena y estoy seguro que son más las personas que, por distintas circunstancias, no alcanzaron a llegar. Pero ahí estaban decenas de familiares, amigos y conocidos tuyos que además de quererte, te admiraban. Porque no solo fuiste un profesional, fuiste alguien que siempre estuvo para los demás.
Locutor, músico, productor, promotor de la cultura en La Laguna. Apoyo, maestro y ejemplo. Nos habías acostumbrado a ver cómo año con año te llevabas algún premio por tu trabajo. Y te quedaba tiempo para impulsar el trabajo de colaboradores y amigos. Me dicen que ayer, todavía fuiste a grabar tu 'podcast' sobre cine, el último.
Llegó la hora de despedirte y la carretada de aplausos se hizo sentir de una forma tan cálida. Tu cuerpo pasó frente a todos dentro de una caja cubierta con una manta color vino. Dos personas de traje negro te sacaron del lugar mientras todos aplaudimos. Qué dolorosa imagen… Saber que ya no veremos tu figura desgarbada sosteniendo un café por las calles del centro de Torreón mientras te diriges a tu oficina.
Creo que, en un porcentaje mínimo, experimento algo de envidia. Porque contigo la frase: Descansa en paz es un mero formalismo, ¿por qué no habrías de hacerlo? Estoy seguro que tendrías más metas y proyectos por delante, pero creo que pudiste irte tranquilo, sin dejar pendientes o cosas que no hubieras hecho ya. El cariño que ganaste se ve reflejado hoy en miles de escuchas que estuvieron detrás de la radio durante tantos años. Increíble.
Descansa, Héctor, mientras acá seguiremos “rockeando”. Diste mi mejor clase y ni siquiera tuve que decir una palabra. Gracias por siempre.
¡Súbele!