Cuando las personas no tienen un rumbo definido, cualquier destino les va a complacer, porque no tienen un plan de vida, sino que avanzan por inercia. Se conforman con lo que hay porque no saben lo que quieren, no cuestionan sus alrededores, sus decisiones son automáticas en lugar de reflexivas y se limitan a sus cuatro (imaginarias) paredes porque así no hay que esforzarse, o aprender y pensar.
La monotonía se rompe el día en que ese vacío comienza a crear insatisfacción personal. A algunas personas este momento no les llega nunca, porque la falta de sentido de vida las hace caminar por rutina, indiferentes al mundo circundante, pero para otras darse cuenta resulta tan inesperado que las tumba de golpe, que es lo que le sucede a la protagonista de la película Cindy la regia (México, 2020). Cynthia, una joven que un buen día se da cuenta que lo que tiene planeado para su ‘final feliz’, no es precisamente el tipo de vida que quiere ni el tipo de persona que la hará sentirse plena, realizada. La historia fue escrita por María Hinojos, dirigida por Catalina Aguilar Mastretta y Santiago Limón, y es protagonizada por Cassandra Sánchez Navarro, Regina Blandón, Giuseppe Gamba, Isela Vega, Diana Bovio, Martha Debayle y Nicolasa Ortíz Monasterio.
Cindy es una joven en sus veintes que tiene una vida privilegiada en Monterrey, México, gracias a la posición socioeconómica de clase alta de su familia, por lo cual se puede dar los lujos que quiera. Sin embargo, por eso mismo nada le ha costado nunca en la vida y no ha tenido hasta ahora que hacer realmente un esfuerzo por lo que tiene. Sus papás le dan todo: casa, vestido, sustento, estudios, diversiones y dinero; así que anhela lo único que conoce porque lo ve repetirse una y otra vez a su alrededor; casarse y tener una familia.
No obstante, cuando la perspectiva con su novio se encamina hacia este fin último y su pareja le propone matrimonio, Cindy duda, no acepta, piensa que necesita replantear lo que pretende ser y, entonces, de manera radical decide huir y mudarse a vivir a la Ciudad de México, básicamente porque para que tenga otra perspectiva y su dinámica vital pueda cambiar necesita cortar de tajo las raíces, o las anclas que la atan a la tradición familiar.
En realidad Cindy está motivada por la humillación y la vergüenza, porque para ella las apariencias son primero, toda vez que ese es el único contacto que tiene con el mundo: las redes sociales y la necesidad de validación a través de la interacción de este tipo (mensajes, suscriptores, seguidores, cantidades de ‘me gusta y demás). Entonces el hecho es que el video en que rechaza la petición de mano de su novio, en el que literalmente se le ve darse el golpe de su vida al caerse enfrente de todos, se ha hecho viral, porque claro que la mayoría de los presentes en lugar de ayudarla la filmó, se vuelve el punto de partida de todo. Ahora para Cindy su presencia mediática está ‘manchada’, lo que para ella significa rechazo, humillación y la sensación de ser insuficiente, porque vivir para alimentar las redes ha sido hasta ahora lo único que conoce realmente cómo hacer.
Esa ‘gota que derramó el vaso’ se convierte sin que lo sepa en el momento perfecto para darle un nuevo rumbo a su vida, aunque de momento ella todavía no lo sepa. Al llegar a la Ciudad de México, desconocida para ella, le pide alojamiento a su prima Angie, a quien tiene años que no ve porque apenas si tiene un mínimo contacto con sus parientes paternos. Esto también representa un choque cultural, viéndose obligada a replantear qué es lo que realmente quiere, en un mundo o una realidad que básicamente desconoce: lugar, gente, costumbres, estilo de vida.
La mamá de Cindy le insiste que regrese para casarse, porque eso es lo que ella quiere y lo que cree que su hija anhela, la realización a través de convertirse en la esposa de alguien, destinada a ser un ama de casa ejemplar. Angie reflexiona que casarse es algo que sucede en la vida, como parte de la experiencia vital afectiva, no como propósito final; así que está bien si algún día quiere casarse, pero el matrimonio no puede ser su único objetivo, porque no está bien vivir en función de nadie, menos de una pareja.
En esencia Angie propone que tanto Cindy como cualquier persona no puede sólo encontrar su meta, rumbo y plan en la vida en función a la de alguien más. Casada o no casada, soltera o con pareja, Cindy es y debería ser mucho más que sólo la compañera de otra persona.
Cuando sus papás le dicen a Cindy que respetan su decisión de mudarse, pero que tiene que madurar y tomar responsabilidad por sus decisiones, y que por eso no le van a enviar dinero para que mantenga intacta la burbuja en la que siempre ha estado existiendo, sólo que ahora en lugar de Monterrey en la Ciudad de México, Cindy se ve obligada a asumir los retos de la vida adulta que nunca antes tuvo que enfrentar.
Aquí ya no hay nadie que le prepare el desayuno todos los días, le dé el dinero que pide si quiere irse de compras o la atienda las 24 horas al día ante cualquier capricho. Ahora Cindy tiene que aprender a ser autosuficiente, independiente y capaz de resolver problemas; y no es que no pueda o sepa hacerlo, es sólo que hasta ahora no había tenido que tomar el control de su propia vida, porque había seguido el camino de una existencia banal en la que todo era fácil porque todo se le otorgaba.
Su única preocupación era casarse porque para ella eso era el sinónimo de felicidad y propósito; así que todo lo que escribía en su blog, todo de lo que hablaba y todo lo que era, giraba en función de alcanzar la meta de un matrimonio socialmente reconocido. ¿Qué hacer ahora que aquello que era lo único que le llenaba, que le interesaba, ya no la satisface?
Angie insiste que aunque su blog es una actividad creativa, no es una actividad remunerada y en estos momentos lo que necesita es replantear sus prioridades. No es que esté mal que escriba, es que, dadas las circunstancias, no puede ‘sólo hacer eso’. ¿Quién es Cindy más allá de la novia de alguien o la hija de su familia? ¿Cuál es su lugar en el mundo?
Solidaria y empática con su prima, quien tiene que descubrir la realidad más allá de la mentalidad conservadora y simplista que hasta entonces Cindy había vivido, Angie le consigue un empleo afín a su perfil, en el que Cindy se da cuenta que, contrario a lo que ella pensaba incluso de sí misma, sí tiene muchas cualidades y conocimientos. Es inteligente por muchas razones, de las que ella no se había dado cuenta, porque hasta ahora su existencia consistía en vivir en función de sus alrededores, el dinero, su posición social, las fiestas, sus amigas o su novio, incluso su madre.
Cindy llega a la editorial ‘lifestyle’ donde sí, sabe y entiende de lo que se habla, de la vida, la moda, los hombres, las citas y todo eso que tiene que ver con los intereses y desarrollo de la gente exactamente igual a ella, mujer joven y actual, moderna. Su punto de vista aporta y sobresale, pero no porque la gente tenga que tratarla privilegiadamente, como era en su casa en Monterrey, sino porque hay algo que Cindy ofrece al mundo y a la gente que le rodea, en particular en el empleo para el que la contratan.
La cinta gira hacia un triángulo amoroso que de hecho, más allá del género narrativo y los cánones dramáticos que guían el relato, la dinámica también pone otros temas en perspectiva. Cindy no sólo encuentra en Mateo, compañero de trabajo y amigo de Angie, una mente que la reta a no ser conformista, a no tener que cumplir las expectativas de los hombres a su alrededor, sino que, al comenzar a salir con uno de los ‘solteros más codiciados’ que la revista digital entrevista para una edición especial, Cindy se da cuenta qué quería decir Angie cuando le reclamaba no vivir en función de una pareja.
Alguien le pregunta a Cindy si es de esas mujeres que sólo tiene una meta en la mente, ‘casarse’. Ese no es todo el punto, Cindy se topa con la etiqueta ‘mientras me caso’ (MMC), es decir, que sólo trabaja y aprende, crece o ‘hace algo con su vida’ hasta, o mientras, que contraiga matrimonio, como si después de todo su existencia no fuera más que llegar a ser ‘la esposa de alguien’ y no su propia persona con sus metas y objetivos.
Más que tomarlo a mal, Cindy lo asume como una lección de vida, al darse cuenta que eso es lo que estaba haciendo en Monterrey, esta es la actitud que había tomado ante la vida en espera de que su novio le propusiera matrimonio. No estaba haciendo nada con su realidad, no tenía más planes que encontrar la forma de lanzarle indirectas a su pareja para que se animara a dar este paso; y ese era el problema, no estaba trabajando en sí misma ni desarrollando su potencial, porque ella misma había puesto a su propio ‘yo’ en segundo plano.
Entonces Cindy entiende que eso no es lo que quiere, ahora anhela tener objetivos propios, aportar con su conocimiento, apreciar el amor hacia otros pero también apreciar todos sus logros personales. No lo iba a conseguir nunca con su novio en Monterrey y esa es la verdadera razón por la que huyó. Y ahora que sale con este empresario que conoce a través de su trabajo, esa es la preocupación: ¿puede él aceptarla y valorarla por quien es, no por el ‘potencial de esposa’ que cree que es?
Entonces Cindy se cuestiona si la vida al lado de este hombre puede ser así, equilibro entre crecimiento como pareja y crecimiento personal; o es que él sólo la mira como su pareja en Monterrey también lo hacía, como una ‘futura esposa y nada más’, como un ‘trofeo’, un objeto decorativo, un título, un trámite. Al fin Cindy entiende que esto de reducir a las personas, porque no se les valora por lo que son sino que se les mira como objetos, no es respetarla y no es respetarse a sí misma.
“En la vida te tienes que poner donde quieres estar”, le insiste Mateo y para eso tiene que tener claro tanto su rumbo como sus intereses: ¿qué le gusta?, ¿para qué es buena?, ¿que ‘no’ le gustaría hacer con su vida? Entrar en contacto con el mundo real se convierte en entrar en contacto consigo misma primero. Pero Cindy no lo había hecho porque siempre había vivido en función de otros, de las redes sociales, los comentarios de las personas, los cánones del colectivo, las expectativas de sus allegados, los proyectos de sus padres.
Su vida era trivial y eso la estaba llevando a ser de la misma manera. Todo era ‘yo’, con una vanidad superficial, en la que sólo importaba el qué dirán o cómo podía ser percibida y aceptada. Vivir para consumir y disfrutar exhibiéndose en las redes sociales para generar la envidia y el reconocimiento social, sin preocuparse por los problemas de otros ni por su propia subsistencia. Angie en algún momento le reclama y le dice que tiene que dejar de vivir ‘su vida de princesa’, esa en la que sólo espera a ver qué pasa y no se responsabiliza nunca de sus actos.
Por ahí va también el discurso de su padre, cuando le dice a Cindy que si quiere quedarse en Ciudad de México tiene que encontrar su propia manera de subsistir. No se trata de darle la espalda, es más bien forzarla a tomar los retos de la vida de frente y entender que la realidad no es como en los cuentos de hadas; si hay problemas se resuelven porque éstos no desaparecen mágicamente; si hay baches y caídas se aprende, porque las cosas no se van a solucionar solas.
Decisiones, consecuencias y realidades, sobre su vida, su cuerpo, su carrera y su futuro; esto es de lo que habla la cinta, envuelta en un halo de comedia romántica entretenida, pero no superficial. Los personajes, desde Cindy, Angie, Mateo, hasta la abuela de ambas jóvenes, demuestran que no hay que dejarse llevar por la inercia con tal de pertenecer; que todo el mundo haga algo no significa que sea lo correcto para ti, especialmente tratándose de pensamientos, normas o reglas conservadoras que tienen y necesitan ser desechadas o modernizadas, en este caso, en temas del papel de la mujer en la sociedad, pues, como ejemplifica la película, matices y realidades de lo que significa ser mujer en el contemporáneo actual, hay muchos.
Ficha técnica: Cindy la Regia