Identidad se refiere a los rasgos o características que definen a una persona. Es reconocer esa individualidad propia, pero también reconocerse dentro de un grupo o colectivo, a partir de dinámicas y reglas sociales, relaciones interpersonales, y funciones o roles; de esta forma esa concepción propia que se expresa al mundo es diferente y única de una persona a otra. Cada quien tiene su propia personalidad, construida a partir de sus vivencias personales, insubstituibles por cualquier experiencia ajena. Temores, anhelos, deseos, frustraciones, autorreflexión, todo un complejo entramado que hace a alguien ser quien es.
Importa entonces cómo se percibe un individuo a sí mismo, pero también cómo distingue que el mundo a su alrededor lo clasifica, le etiqueta, define y hasta cómo le trata. No es bueno delimitarse a partir de lo que opinen los demás, pero sí influye la forma como el mundo cataloga, agrupa, impone roles y trata a cada persona, porque el humano es un ser social, pero también porque el sentido de pertenencia es parte importante para el crecimiento y la evolución del individuo. Todos anhelamos ser aceptados y reconocidos en lo que somos y hacemos, por eso muchas veces nos dejamos llevar por el “qué dirán”, o por lo que suponemos se espera de nosotros.
Las personas no deberían encasillarse a partir de lo que la gente dice a su alrededor, pero la opinión del colectivo sí impacta en cómo cada quien se define e identifica a sí mismo. Todas estas reflexiones se vuelcan sobre la película La DUFF: Mi verdadero yo (EUA, 2015), dirigida por Ari Sandel y escrita por Josh Cagan, a partir de la novela literaria homónima de 2010 de Kody Keplinger.
Con Mae Whitman, Robbie Amell, Bella Thorne, Nick Eversman, Skyler Samuels, Bianca Santos, Allison Janney y Ken Jeong en los papeles protagónicos, la historia sigue a Bianca, una joven preparatoriana de carácter desenfadado, segura de sí misma y despreocupada del qué dirán, que evita desafiar el estatus quo mientras las reglas sociales no le afecten personalmente.
Ella sabe que en la escuela sus compañeros se etiquetan unos a otros porque esa es la dinámica como funcionan los grupos sociales en su contexto adolescente, pero también entiende que estas etiquetas no son moldes conservadores en el sentido de que las personas no son unidimensionales, sino que representan siempre algo más que una etiqueta impuesta por el colectivo escolar.
Los estudiantes son más que sus superlativos: ‘la inteligente’, ‘el deportista’, ‘la popular’, pero eso no impide que la gente agrupe personas en un molde o tipo estereotipado específico, porque eso es justo lo que hacen los adolescentes, reconocerse a partir de rasgos o características que se exageran por esas mismas etiquetas que finalmente les permiten explorar su propia identidad.
Bianca vive tranquila en su mundo al lado de sus mejores amigas, Casey y Jess, hasta que su vecino y compañero del colegio, ese confidente en quien puede confiar porque no intenta impresionarle, Wesley, le sugiere que ella es la ‘duff’ de su grupo de amigas. El problema no es, desde luego, ser identificada como “duff”, (pues así ha sido asumida por el colectivo) sino que el hecho de saberlo hace que ella se sienta así, con los efectos negativos que supone, y entonces se considera despreciada, menospreciada, utilizada incluso por sus amigas, quienes no tienen nada que ver con ello.
DUFF por sus siglas en inglés, ‘designated ugly fat friend’, es decir, la ‘amiga fea y gorda designada’. Wesley insiste que el mote nada tiene que ver con la belleza o el físico, la etiqueta se le da a alguien no por su exterior, sino por su rol dentro de su grupo de amigos y se refiere, socialmente hablando en este colectivo hipotético, a la persona que pueda ser más accesible para otros, para así fungir como ´puerta de entrada’ para conocer a los otros amigos.
Como hace notar Wesley, la gente se acerca a Bianca no porque quieran conocerla o ser realmente sus amigos, sino para que, a través de ella, consigan conocer y acercarse a Casey y a Jess, que cubren más cercanamente el molde de lo que la sociedad considera ‘bello’, o atractivo.
Para Bianca todo esto es inaceptable, por las implicaciones inmersas y por el hecho de que, no sólo su persona es reducida a una función y su individualidad pisoteada, sino porque eso significa que la gente no se interesa por conocerla, porque no se interesa por ella, sino por el rol social que desempeña dentro de un molde marcado por cánones sociales muy específicos y divisorios.
La reflexión de la película es clara, adolescentes que se empujan a sí mismos al estereotipo, a través de dinámicas sociales que en efecto dividen, crean diferencias e inequidad y provocan discriminación, odio, indiferencia y rechazo social.
Dándose cuenta que está siendo humillada por sus compañeros al ser tratada como un cliché más, Bianca elige romper el molde, salir de su caparazón, tratar cosas nuevas en su vida y redefinir su propia personalidad, en aras de destacar por sí misma, por su valor, no por quien el mundo, en función de la etiqueta asignada, considera que es.
Entonces Bianca le pide ayuda a Wesley, quien le expresa que su principal problema es ella misma, porque se ha acomodado tanto en la comodidad de su existencia, a esconderse del mundo, que ella misma ha propiciado ser ‘invisible’ para las personas.
Lo que Wesley le insiste es que salga de su zona de confort. Si no quiere ser percibida como alguien a quien no le interesa nada, no debe de actuar como si no le interesara nada, sólo por el hecho de llevar la contraria o ser rebelde ante el mundo. La autoexclusión, la indiferencia, el desparpajo, minimizar sus actos, la informalidad en el vestir, ser la amiga “simpática” de su grupo, sin duda fueron los factores para ser considerada una DUFF. Si no lo supera no podrá cambiar la percepción social.
Su imagen personal importa y, aunque no es lo único, cómo se viste y cómo se presenta ante el mundo sí va a impactar en la forma como la gente la trata. También lo hará la forma como se percibe ella misma ante los demás, no sólo por el trato que recibe, sino igualmente por la autoconfianza que gana ante la capacidad de definirse y encontrar su propia individualidad.
Si se cree invisible, si actúa como alguien ‘invisible’, por supuesto que va a afectarle directamente, especialmente en lo que tiene que ver con la seguridad que tiene de sí misma. Saber que la etiqueta existe y que muchos de sus compañeros la usan incluso sin saberlo, a veces indirectamente, le crea a Bianca inseguridades sobre su persona, sobre sus decisiones y sobre su autenticidad y autosuficiencia.
Puede estar segura de quien es, pero puede no estarlo de quién cree el mundo que es. Bianca decide que está a gusto con su identidad, pero eso no significa que no tema cómo otros pueden aprovecharse de ella a partir de encasillarla o reducirla al estereotipo, y tratarla acorde, que es lo que comienza a sentir cuando percibe que, como Wesley le ha dicho, los otros a su alrededor no miran a Bianca como Bianca, sino como ‘la amiga de Casey y Jess’.
Lo ideal sería vivir en un mundo sin etiquetas, en el que todos fueran iguales, pero una sociedad así no existe; se presentan roles, etiquetas, moldes, para que las personas a través de ellos vayan conociendo y definiendo su realidad, incluso a ellos mismos.
Esos adjetivos calificativos deberían ser metas en lugar de casillas; ser responsable, o inteligente, o exitoso, no debería ser visto como negativo, porque no lo es; pero tampoco debería serlo el ser desordenado, o deportista, o decidido. Todos son rasgos y características que le permiten a cada persona ser su verdadero yo.
Wesley no le pide a Bianca socializar sólo para desarrollar sus habilidades de comunicación, interacción y convivencia, o para trabajar en su soltura y confianza en sí misma, sino también para permitirse descubrir todos esos matices que conforman su personalidad. Se trata de realizar actividades novedosas que se traduzcan en vivencias personales que enriquezcan su experiencia y fortalezcan su carácter.
No es que Bianca tenga que ser más o menos parecida a Jess o Casey, o a cualquier otra persona para fines prácticos; lo realmente importante para Bianca es descubrir quién quiere ser, para actuar acorde y en consecuencia. No tiene que ser amiguera y popular, no tiene que ser la antítesis a todo eso que de momento es, al contrario, lo que tiene que expresar es su natural forma de ser ella misma, en ocasiones reservada, veces más platicadora y reflexiva que otras, a veces más impulsiva y dicharachera, en otros momentos callada, y a veces impulsiva, temperamental; porque así es la vida, las circunstancias influyen en el estado de ánimo y este genera reacciones diversas.
Todas son facetas de la misma persona, de Bianca en este caso. Wesley le dice atinadamente que deje de pensar en qué piensan y dicen otros, o cómo la perciben, porque el mundo va a comenzar a verla como ella quiere, en el momento en que ella comience a verse a sí misma así, segura de su identidad. Los moldes y las etiquetas no se van a ir a ningún lado, forman parte de los usos y costumbres en la escuela; entonces es mejor dejarlos de lado y evitar dejarse llevar por lo que dictan o imponen, por la pura inercia de su uso cotidiano e indiscriminado.
Para ello, en la historia, Bianca corta toda relación con sus mejores amigas, creyendo, erróneamente, que esto le permite más libertad. Pero eventualmente entiende que esto no tiene nada que ver con ellas, no tiene tampoco, en sí, mucho que ver con el mote mismo, con ser la ‘duff’, sino con el hecho de que definirse a uno mismo, tiene todo que ver con salir al mundo en sus propios términos, es decir, ser lo que ella quiere ser, no lo que otros piensan que es.
La idea es romper clichés, definiendo cada persona cómo se percibe a partir de sus propias particularidades y sin importar lo que opinen los demás, porque al final, no son las demás personas quienes definen a nadie, sino uno mismo.
En este sentido, Bianca sabe bien no dejarse engañar por la apariencia de los demás. Todo colapsa cuando se pregunta cuáles son esas apariencias aplicadas a ella, o cómo es que los demás la tratan a partir de ellas. Tomar consciencia de las cosas y hasta de sí misma es también tomar consciencia de la gente a su alrededor y de aquellos con quienes se convive. ¿Qué es ser una persona atractiva? ¿Qué es tener o no inteligencia? ¿No puede alguien ser ambas cosas al mismo tiempo? ¿Qué significa realmente la seguridad en uno mismo?
Se necesita afrontar la realidad, las críticas y los errores, para entender que una persona no compite con otra, sino que existe a la par que la otra. Replantearse quién se es, no tiene nada que ver con evadir defectos, al contrario, es reconocerlos para luego dimensionar. Bianca va a ser quien ella quiera ser mientras tenga claro hacia dónde avanzar. Su identidad es suya y nadie puede decirle qué quiere o no quiere, pero no lo va a tener claro sin un viaje introspectivo hacia su propia individualidad, hasta dejar claro que está cómoda en su propia piel y segura de su propio ser.
Los roles sociales no van a desaparecer y muchas veces son necesarios, siempre y cuando no se asuman como moldes específicos, rígidos e insuperables que se deben cubrir al pie de la letra. Dejan un impacto en las personas, pero no tiene que ser un impacto negativo, si se asumen como lineamientos y no como reglas tajantes. Existen, no definen. “Lo importante es comprender que, sin importar qué etiqueta te pongan, solo tú puedes definirte”, dice acertadamente Bianca al cerrar las reflexiones de la cinta.
Ficha técnicas: The Duff - La Duff: Mi verdadero yo