Hello? (Hello, hello, hello)
Is there anybody in there?
Just nod if you can hear me
Is there anyone at home?
Pink Floyd
Estás en la antesala del quirófano, te han vestido con una bata y aunque eres completamente calvo te ha puesto un gorrito, parte del protocolo supones, muchos protocolos se vuelven inútiles ante ciertas circunstancias, pero, de todos modos, hay que seguirlos, son las reglas del sistema.
Estás tranquilo, respirando despacio, preguntándote ¿qué decisiones tomaste que finalmente te trajeron a este lugar el día de hoy?
Definitivamente no fue cuando decidiste visitar a un médico debido a las crisis estomacales que estabas sufriendo, tampoco cuando te diagnosticaron una úlcera esofágica y te dijeron que parte de tu estómago estaba en la caja torácica y la otra en la caja abdominal, tampoco fue cuando tomaste la decisión de operarte, no había otra opción.
Las decisiones que te tienen aquí y ahora las tomaste hace más de 20 años, en los bares, en los restaurantes, en esas charlas apasionadas con los amigos que en esos tiempos no podías sostenerlas sin la ingesta de alcohol, en la repetida frase “la última y nos vamos “, esa, la que nunca llegaba. Las consecuencias que enfrentaste entonces fueron de efectos digamos menores, una fuerte resaca, el enojo pasajero de la familia y lo más grave, el sentimiento de vergüenza si es que ya alcoholizado habías ofendido a alguna persona o habías cometido alguna imprudencia.
Hace algunos días platicabas con un camarada sobre la muerte, esa que se asoma por la rendija de un quirófano, te preguntó directamente, ¿Cómo te gustaría morir?, haciendo algo le contesté, algo que me guste, algo en lo que pueda ser capaz de decidir hasta el último momento, aunque sea de crisis, sí, me gustaría morir mientras estoy viviendo.
También me gustaría que mi muerte fuera, digamos, suave en cuanto a su impacto con los que me conocen, con los que me aman, y que se aceptara como una condición natural de cualquier ser viviente en este universo, donde la materia y la energía no se destruyen. Que arrancara en cada persona una sonrisa por los momentos compartidos, si eso me gustaría, contar con un círculo cercano y extendido en otro nivel de consciencia, al que seguramente yo habría colaborado en alcanzar.
Regresas, estás por entrar al quirófano, tienes unos momentos contigo mismo, piensas en tus padres y hermanos, en tus abuelos y en sus respectivas descendencias, piensas en tu mujer y tus hijos, piensas en tus amigos, que con los años se han vuelto parte de tu familia, piensas en tu primo Óscar que en esos momentos lucha una batalla más difícil, le deseas toda fuerza que brinda la actitud positiva.
Te pasa a ver tu mujer, está tranquila, charlan un poco de cosas que en ese momento se te vienen a la memoria, ríen mientras se toman las manos, te dice que va a estar junto a ti en todo momento mientras te da un beso, lo sé, le dices.
Pasa a verte tu hijo mayor, el único que está aquí, lo puedes leer, está asustado, cuando toma tu mano comienza a llorar, las emociones que alimenta el amor son poderosas, te desequilibra y te saca del centro, también derramas algunas lágrimas mientras le dices que necesita tranquilizarse, le pides que respire profundo, esa es la clave para tener paz, te da un beso.
Ya más tranquilo entras al quirófano, el grupo de médicos en sus últimos preparativos, te hacen otras preguntas protocolarias y posteriormente tu anestesista te dice que vas a dormir suavemente y que ella te va a cuidar en todo el proceso, la ves a los ojos y le agradeces.