Recuerda…
El tacto, el gusto, el olfato, el oído, la vista; dignos de confianza solo mediante una estricta autodisciplina.
Ahora trataremos de explicar otra situación que sucedió en nuestra vida, desde que ya empezamos a comprender ciertas cosas y que por venir de quien vinieron tampoco les pusimos dudas, sino que las aceptamos y estas se convirtieron en parte de nuestro condicionamiento mental.
Ahora el niño ya empieza a gatear o caminar y todo lo que oye es: “No pises el suelo con los pies descalzos porque te vas a resfriar”, “No pises el suelo con los pies calientes porque te salen fuegos”, “No salgas a la calle con la cabeza mojada porque te vas a enfermar”, “Abrígate bien el pecho porque te puede dar pulmonía”, “Te vas a caer”, “Te van a atropellar”, “Te vas a cortar con esas tijeras”, “No juegues con tierra porque te salen granos”, “No tomes café en la noche porque no duermes”, “No cenes mucho porque te enfermas del estómago”, etc., etc., y ¿Cuántas cosas más nos dicen cuando estamos en esa edad?
Para los niños esas son verdades, pues si su padre o su madre se lo dicen, él no les puede poner duda, deben ser ciertas y de esa manera su mente se condiciona, ¿Y cuantos de nosotros ahora estamos atorados en nuestro crecimiento, tanto económico, como social, cultural y espiritual, porque aún siguen resonando en nuestros oídos aquellas terribles sentencias?
Me comentaba un alumno que se convirtió en un gran amigo, que un dicho muy común de su madre era: “No hijo, nosotros no podemos, ellos si porque son ricos....”, “No hijo, nosotros no podemos....” y esa frase le martillaba constantemente en su cerebro, cuando algo importante se proponía realizar, por alguna razón siempre sucedían situaciones difíciles de salvar, viene el fracaso y con él la orden de nueva cuenta.... “Nosotros no podemos...”
Otro alumno que fue el último de una familia numerosa, nació cuando los padres se separaron definitivamente y todo lo que oía a su lado era una frase terrible: “Pobre de mi hijo”, ¿Qué ira a ser de él?”, “¡Como ira a sufrir!”, “Nunca tendrá el apoyo”, “Pobre..., pobre...” Y ahora que ya es una persona de edad, ha luchado, ha buscado la fortuna, se ha embarcado en diferentes asuntos de negocios, pero por alguna razón siempre fracasa, siempre sale derrotado, siempre le falta el apoyo, porque aún siguen resonando en su subconsciente aquellas terribles palabras... Pobrecito de mi hijo...
Por eso aquella frase que tanto hemos insistido: ser consciente de lo que estamos diciendo, haciendo, oyendo, pensando, sintiendo, porque una vez que uno es consciente (que sabe a ciencia cierta) el efecto se termina, porque ahora conscientemente tomamos nuestras decisiones.
Sin embargo, esto no es fácil, pues si toda la vida hemos sido manejados por sentencias, por órdenes negativas, cambiarlas de una forma radical lleva tiempo.
Un ejercicio que usted puede hacer es el siguiente: consiga un cuaderno y en cada hoja vaya anotando aquellos recuerdos que le vengan a la memoria donde haya una frase auto limitante, describa la escena con lujo de detalles, no importa que se escriba varias hojas, ponga la fecha en que le llego ese recuerdo, léalo varias veces, tal vez en una de esas lecturas usted sienta cierto coraje, en ese momento perdone aquella situación y a las personas que estén involucradas, que lo hayan limitado, pues lo más probable es que esas personas no supieron lo que hicieron.
Así que al estar leyendo nuevamente aquel suceso que usted escribió, tal vez le vengan nuevos recuerdos, le voy a pedir que no los pase por alto, también escríbalos, aun cuando parezcan insignificantes.
Tal vez este ejemplo le aclare un poco lo anterior: comentaba un alumno que sus hijos lo criticaban mucho por la forma en que se peinaba, pues le gustaba hacerlo cuando tenía el pelo húmedo para que este quedara bien relamido y luego se ponía el fijador, de tal manera que el pelo le quedaba como una plasta.
Un día que se encontraban en la playa descansando, dejo de ponerse el fijador y el pelo le quedo muy natural, un poco más esponjado, que se hizo que se viera muy diferente de cómo normalmente se peinaba. Comentándole que porque no se peinaba siempre de esa manera, y le vino el siguiente recuerdo: cuando estaba pequeño, tenía el pelo muy rebelde, se le paraba como si fueran alambres y su mamá para que se le “asentara” le ponía un bonete de media, así dormía y desde luego así también lo traía la mayor parte del día, además le ponía jugo de limón, para que el pelo se le “fijara”, lo que tal vez lo acostumbro, de tal manera que se siente muy mal si el pelo se le levanta con el viento, pues “necesita” que esté fijo como se lo ordenaban cuando estaba chico.
También es muy común que el niño escuche siempre la orden de su mamá que le dice: “Ten cuidado no te vayas a caer”, y lo que sucede es que el niño se ACCIDENTA, y la mamá lo recrimina diciéndole: “Te dije que tuvieras cuidado muchacho tonto”
Lo que la madre no comprende, es que cuando le dice al niño “ten cuidado” lo que la mente del niño entiende es: -Soy un descuidado- Y entonces lo obliga a actuar como tal.
Porque si no fuera descuidado, no tendrían que hacerle esa recomendación. ¿Comprendemos, porque debemos estar muy alerta a todo lo que oímos? En el libro “Hacia una mayor felicidad” de Champion K. Teutsch, viene el caso de un pueblo llamado MITLA de seis mil habitantes, situado en la Sierra Madre al sur de México, donde no hay policía, pues no hay cárcel, solo un cuarto que a veces usan los borrachitos que no pueden caminar hasta su casa y solo lo usan para dormir hasta que se les pasa la borrachera, pues en ese pueblo no ha habido ningún crimen, ningún robo, en los últimos cien años. Los niños nacen, crecen y mueren sin haber visto jamás un policía.
Se les educa para que respeten la ley, no para pelear. Cuando los padres o los mayores están molestos con los niños, se desahogan tirándoles una varilla a los pies. Pero sin tocarlos, sin golpearlos, sin hacerlos sentir el odio ni el resentimiento, por lo tanto ellos tampoco se desquitan con sus hijos.
Cuentan los antropólogos que ese pueblo no tiene igual en el mundo, pues en la mayoría se cometen crímenes, violaciones, robos, fraudes, etc., pero la realidad es que esos niños de Mitla no han recibido ningún mensaje negativo.
No sería posible, ¿Que todos pudiéramos tener en nuestro hogar una “Mitla”? Que nuestros hijos no vieran ni oyeran, esos pleitos, esos disgustos, esos gritos, esas reclamaciones, esos desprecios, etc., que a veces son el “PAN NUESTRO” en todos los hogares y que desgraciadamente echamos a andar esa “rueda” en nuestra vida, que hace que las cosas se vayan repitiendo hasta el infinito.
Usted que me lee ahora, si pudiera darse el tiempo necesario para meditar en su vida todo esto, vuelva a leer con detenimiento, despacio, con toda calma, este libro, léalo todo, analícelo como si me estuviera dirigiendo a usted en lo personal en una charla entre amigos, vea cuales han sido todas esas situaciones de su vida, tráigalas a su mente y dígales (como si fuera otra persona): “¡Ya estuvo bien que me sigas manejando...!”, “¡Ya aléjate de mí...!”, “¡Ahora soy yo quien da las ordenes...!”. Todo esto hágalo con mucha emoción, con mucho coraje, si le es posible y le nace, solo si le nace, use palabras fuertes, altisonantes, insultos, etc., para que al estar diciendo esas groserías, sus químicas se alteren, se desequilibren y pueda sacar de su subconsciente todos los recuerdos negativos, que a no dudarlo le están impidiendo vivir su vida como debería.
Veíamos el caso de una pareja en la cual, la esposa se molestaba si su marido se retrasaba en su llegada a cenar y le gritaba de una manera agresiva, odiosa y desde luego, que hacía que no pudieran disfrutarse y amarse como esposos.
La esposa era incapaz de dar una explicación acerca de esa actitud, ya que ella normalmente era muy calmada y muy dulce, aunque ella hacia verdaderos esfuerzos para controlarse, sus exabruptos, sus berrinches iban cada vez en aumento y desde luego más vehementes.
El marido, por su parte, aun cuando hacia verdaderos esfuerzos, era incapaz de evitar sus retrasos, y siempre algo sucedía, que hacía que llegara a su hogar a deshoras y desde luego la discusión no se hacía esperar. Un análisis de su caso, demostró que de niño, aprendió a asociar el llegar tarde con el que su madre le gritara. Por lo tanto, el reflejo condicionado así creado dio por resultado un patrón subconsciente que transformó a su esposa de una mujer dulce y amable en una verdadera bruja.
Debido al hecho de que el subconsciente repite lo que ha aprendido, su hogar de adulto era tan desagradable como lo había sido su niñez. Por lo tanto esa era la razón de que siempre llegara tarde a su casa, pues le daba miedo volverse a encontrar con esa madre regañona, en la que ahora se había convertido su esposa, pues para ella era un hijo más, llamándole la atención sobre lo que debería comer o no, ya que ahora esta persona es diabética, y llega a las tiendas como un niño a comer lo que le gusta a escondidas (refrescos y golosinas) ya que su esposa (madre) no lo deja y hasta le pega como si fuera un hijo desobediente.
Recuerden la frase aquella que hicimos al principio, que dice: “Primero la mente ve lo que cree y después cree lo que ve”. Ahora, con esa historia podemos verla y comprenderla mejor. Aquel niño aprendió, a través de los regaños de su madre, que siempre tendría que ser así, de tal manera, que cuando se casó, la esposa empezó a tomar el lugar de la madre y posiblemente en sus primeros retrasos, no hubo reacción de ella, pero él empezó a provocar aquellos disgustos y empezó a condicionar su comportamiento hasta lograr lo que su mente creía… Dios te bendice y te acoge!!!
Despertar…es
“La esperanza es algo bueno, tal vez lo mejor. Y lo bueno nunca muere. Estaré deseando que estas palabras te encuentren, y te encuentren bien”. A la luz de nuestras familias, decía Jesús, “No me digas que me amas, dime como vives”. “La familia que ora unida, permanece unida”. INICIATIVA LAGUNA un proyecto de valor y de valores para los laguneros y el MUNDO!!! Estoy a sus órdenes en la dirección electrónica: [email protected]. A través de Twitter: @Germandelacruzc Lo invito a visitar mi blog con más de 730 artículos de su interés: https://www.elsiglodetorreon.com.mx/blogs/famili
“QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR”
Germán de la Cruz Carrizales
TORREON, COAH. MÉXICO
MMXXIII