Bebé

César Garza
César Garza
Cortesía del campamento tortuguero Sandy Turtle

Bebé

Ha sido un largo camino, hoy estoy aquí junto a todos mis hermanos y hermanas tratando de salir del nido, soy una tortuga naciendo en las playas de Mahahual, somos 122 huevos, yo fui el número 18, recuerdo el momento de la expulsión, vi una luz, la de la vida. Soy hembra y dentro de algunos años habré de regresar a esta misma playa a depositar a mis hijos, tal como lo hizo mi madre.

Pertenezco a una especie legendaria, poseo información genética desde los inicios de la vida animal en este planeta al que ahora habré de intentar disfrutar, sé que tendré muchos obstáculos, hay depredadores por todos lados, en la tierra, en el aire, en el océano, mi probabilidad para llegar a la adultez es baja, sin embargo, la oportunidad de vivir y sentir bien vale la pena, así escribiré mi historia, agradeciendo.

Estuve esperando pacientemente muchos días y noches para formarme en esta perfecta estructura ovoide que me protege en la arena, cuando llegó el momento sentí la necesidad de romper el cascarón, un poquito cada vez, hasta poder sacar todo mi cuerpecito y seguir durmiendo, descansando, fortaleciéndome.

En un momento, sentí el llamado de la vida, todos lo sentimos, es hora de salir, en un impulso colectivo nacido de lo más profundo de nuestro ser, comenzamos a remover la arena que se encuentra sobre nuestros cuerpos, tratar de salir juntos es más fácil, llegó la hora de dejar el nido, hay muchos obstáculos que dificultan la tarea, la luz de la superficie se vuelve mi guía; cuando por fin lo logro, me encuentro con más objetos, son muchos, busco en mi memoria genética y me doy cuenta de que el esfuerzo por avanzar es mayor del que debería ser, de aquel que invirtió mi madre y todos mis ancestros en su tiempo, es un desperdicio energético. 

La humedad, la brisa y la sal del mar me llaman, me inyectan fuerza para avanzar, si, allá voy, allá vamos, todos sentimos el impulso, la misma poderosa señal, la luz de la vida, es mágica, habré de encontrarme con el mar, mi amado mar que será mi hogar todos los días de mi vida, en él me desarrollaré y aprenderé, cuando llegue el momento habré de aparearme por la poderosa razón de la preservación y algún día, dentro de algunos años, regresaré aquí, a estas mismas coordenadas para depositar a mis hijos junto con un regalo, el más precioso que todos los seres podemos recibir, la vida.

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