Para alcanzar una meta hay que trazar planes, con iniciativa pero además con disciplina; no se puede lograr un objetivo sin dedicación y esfuerzo, dado que el éxito no sólo sucede, sino que se trabaja por alcanzarlo. El mundo deportivo es un claro ejemplo de esto; no hay resultados a favor por mera suerte, por mucho que este elemento juegue en la ecuación; un jugador destaca o un equipo gana cuando hay preparación, constancia, esfuerzo y superación, pero siempre es un trabajo en grupo, siempre hay aporte de mucha gente que no siempre se ve a primera vista, porque aunque brille y destaque un individuo, una sola persona no es nada sin el respaldo que lleva detrás.
La película Garra (EUA, 2022) se ambienta en el mundo deportivo, específicamente el del básquetbol profesional de Estados Unidos. Dirigida por Jeremiah Zagar a partir de un guion de Taylor Materne y Will Fetters, es protagonizada por Adam Sandler, Juancho Hernangomez, Queen Latifah, Ben Foster, Robert Duvall, María Botto y Heidi Gardner; sigue la historia de Stanley Sugarman, un cazatalentos para el equipo de los 76ers de Filadelfia, con el sueño de convertirse en entrenador, que se caracteriza por su buen ojo para mirar el potencial de los atletas más allá de las estadísticas.
Es bueno en lo que hace porque mira el desempeño, constancia y pasión por el deporte que tiene el atleta, así que no sólo valora a un jugador prospecto por los encestes que hace, por ejemplo, o los números de sus estadísticas, sino que observa su habilidad para trabajar en equipo, esforzarse por la meta y apasionarse por el juego.
Stanley le aconseja a su jefe, el dueño del equipo de Filadelfia, no comprar a un jugador que en el papel parece perfecto pero que en la cancha no es tan dedicado o apasionado como necesita el equipo, y su jefe le hace caso, además de que finalmente le da el puesto de asistente de entrenador que Stanley tanto anhelaba.
Pero cuando el empresario fallece y su hijo, Vince Merrick, se queda a cargo de la directiva, aquel hace lo que impulsivamente su avaricia por el poder le dicta. Adquiere al jugador que Stanley había refutado y se da cuenta que, en efecto, no es el mejor elemento para al equipo ya que no cumple el cometido de mejorar el desempeño del grupo, de forma que Vince revoca a Stanley su nuevo puesto y lo envía de vuelta en busca del basquetbolista indicado que les hace falta. Es cuando Stanley conoce a Bo Cruz en una cancha callejera en España, donde se da cuenta de su potencial, de su ‘garra’, de esa pasión para el juego pero, además, para hacerlo bien, sobresaliendo no por la parafernalia, no luciéndose con el balón, sino dando resultados, sean rebotes, canastas, pases, tapones o cualquier otra faceta como jugador.
Luego de proponerle un contrato con el equipo de Filadelfia, Stanley convence a Bo de ir a Estados Unidos para demostrar a Vince su talento, pero éste no se anima en contratar a un desconocido que no tiene ningún respaldo, no tiene un agente, no viene de ninguna universidad o institución, nadie lo conoce y ningún otro equipo importante o reclutador lo tiene en la mira. Para Vince, el prestigio es primero y el jugador es sólo una pieza más de su tablero de juego, lo que eventualmente afecta su visión como dueño de un equipo deportivo.
Hay algo importante que Stanley tiene que decidir: dejar pasar la oportunidad y seguir en la rutina que se ha convertido su vida o hacer algo por cambiar su destino y el de Bo. Sabe que el joven tiene el talento, las habilidades, la pasión y el potencial de juego, pero también sabe que no puede llegar a ningún lado solo, ya sea para que un equipo se fije en él, o para pulir su juego y convertirse en la mejor versión posible para la liga profesional.
Es una decisión de vida que tiene que tomar con la responsabilidad de las consecuencias; dejar su empleo implica quedarse sin el respaldo de la estabilidad institucional, pero si está seguro de lo que hace y de su capacidad como cazatalentos para evaluar el potencial de un jugador, tiene claro que su juicio está en el lugar correcto y vale la pena el sacrificio.
Esa es la palabra clave, pero no sacrificio como dejar escapar algo o perderlo, perder una oportunidad por ejemplo, sino el esfuerzo y la dedicación que implica llegar a la meta. Una vez que Vince se niega a contratar a Bo, Stanley sabe que tiene que preparar al atleta para que otros cazadores de talento, ejecutivos y entrenadores también vean qué tan lejos puede llegar el joven como jugador.
Entonces Stanley se dedica a entrenarlo, cumpliendo su sueño de convertirse en entrenador, porque sabe cómo hacerlo, pero además porque tiene claro que el secreto es ir adaptándose a las circunstancias. Para Vince la soberbia que lo estanca es esa inhabilidad para ser flexible, comprensivo, por el contrario, asume que el otro se tiene que acomodar a él, a sus demandas, sea un empleado, como Stanley, o un jugador, como Bo.
Pero Stanley dimensiona que su papel como entrenador es entender las necesidades de Bo como atleta. Prepararlo más allá del aspecto físico o deportivo, ya que una liga de equipos profesionales significa un terreno competitivo donde la gente busca exactamente lo mismo que él, un lugar en el mundo del básquetbol, sobresalir, destacar, en una palabra, éxito.
Los deportistas, los entrenadores y hasta los dueños de los equipos se mueven en un ambiente de competencia, de ser más y mejor que el de enfrente, así que la resistencia y la resiliencia son factor clave. Stanley lo vive y se ha puesto una armadura capaz de sobrellevar los golpes, si bien la gente a su alrededor también le recuerda que a veces no se trata sólo de sobrevivir sino de ser audaz para salir adelante.
Para Bo es más complicado, porque no conoce realmente las dinámicas de este mundo, se deja llevar por las emociones sin comprender en un inicio que las palabras en su contra no son más que un intento por distraerlo del juego, que es parte incluso del juego mismo y de la competencia, que los insultos no deben derribarlo sino hacerlo más fuerte, porque no está en un ambiente de cordialidad, ni la vida misma es así, en el que la gente vaya a jugar limpio o le den su lugar sólo porque se lo merece. Al contrario, en un ambiente de fuerte competitividad debe mostrarse fuerte, agresivo, audaz.
Mientras mejor juegue, más lo verán los demás como amenaza y más querrán derribarlo. “Jamás te rindas”, le dice el fallecido mentor de Stanley la última vez que lo ve, pidiéndole fortaleza de carácter y seguridad en su juicio como claves para salir adelante. Si está seguro de sus opiniones y acciones, si hace bien aquello a lo que se dedica, nada puede derribarlo, no un revés, no un rival.
Ahora Stanley debe enseñar esto a Bo, a estar seguro de su juego, de su capacidad, lo suficiente para que lo demás no importe, no lo altere emocionalmente. No puede permitirse ser débil porque ser el mejor implica estar seguro de sus capacidades, de forma que no compita con el otro sino consigo mismo, esto es, debe valorarse a sí mismo y superarse a sí mismo, independientemente de los demás. Eres tú contra ti, le dice en algún momento el entrenador al jugador. La forma de estar bien plantado es puliendo su juego y su habilidad como atleta y esto significa sacrificios y disciplina; tiene que entregarlo todo en el entrenamiento, tiene que querer ser el mejor y hacer todo lo posible para lograrlo.
Asimismo la historia también habla sobre las segundas oportunidades; hay más de una para Stanley y también para Bo. El primero tiene que reconstruir a partir de la negativa de Vince de creer en él y por tanto arriesgarlo todo en alguien en quien él cree, Bo. Para el basquetbolista se trata de perseguir un sueño que nunca tuvo, el de jugar profesionalmente, pero en ello alcanzar una meta que sí tiene clara, encontrar el mejor camino que apoye lo suficiente a su familia, su madre y su hija. Jugar profesionalmente es una oportunidad que se abre y se cierra indistintamente, sobre todo si no está preparado para tomar al toro por los cuernos.
La película pone sobre la mesa que Stanley era una promesa en el deporte hasta que una lesión truncó su carrera; entonces, con el conocimiento y la habilidad en el juego (el básquetbol) se convirtió en el mejor cazador de talentos. Su vida se volvió suficiente, no ideal, y se había convertido en una monotonía hasta que conoce a Bo, lo cual le recuerda lo que significa hacer frente a las adversidades, valorar las posibilidades y elegir algo entre todo ese mar de opciones, en lugar de dejar que por inercia el mundo decida por él.
Bo es un padre soltero de 22 años trabajando en la construcción hasta que conoce a Stanley; es un jugador amateur, pero es también alguien dispuesto a esforzarse por esa oportunidad que muchos otros dan por sentado y ese esfuerzo extra es único. A Bo lo mueve la pasión y el interés por superar la pobreza, a Stanley también lo impulsa la pasión, pero igual la vocación, y eso los hace diferentes de los demás.
Ambos quieren demostrar que tienen mucho que aportar. Esa puerta se abre en la persona de enfrente, porque Stanley sabe que puede demostrar que ha encontrado a alguien con mucho que ofrecer al básquetbol como jugador. Para Bo se trata de la proyección que puede tener como atleta, pero no es algo que vaya a ocurrir de la noche a la mañana, es algo que va a ocurrir si supera las adversidades en el competitivo mundo del deporte, que son muchas.
Los otros jugadores van a dudar de ellos, los otros reclutadores, comentaristas, dueños de equipos, figuras clave todas, no apoyarán si no ven resultados, y hasta el público mismo, no respalda si no siente la pasión y entrega. No se trata de complacerlos a todos, sino de demostrar que a pesar de sus palabras, críticas o pedradas, su talento o capacidad es suficientemente fuerte como para no dejarse derrotar, una lección que aplica para todo y para todos en esta vida: persistencia y resistencia.
“Él es tu roble”, le dice la madre de Bo a su hijo, refiriéndose a Stanley, quien se ha vuelto una figura paterna pero también un mentor; ese alguien que lo impulsa y lo apoya, pero no diciéndole lo que quiere oír sino lo que tiene que oír, alguien que le exige porque sabe que puede dar más, que le demanda más porque sabe que es necesario empeño y constancia para destacar.
De alguna forma Stanley ya sabe que Bo puede ser un gran deportista, lo que le falta es creerlo, sentir que es un deportista de primer nivel; esa es la clave de todo, trabajar su mente tanto como trabaja su cuerpo, o lo que es lo mismo, creer en sí mismo. Ese es el gran trabajo de Stanley como entrenador, disciplina física y deportiva, sí, pero sobre todo, autoconfianza y fuerza, para evitar que el peor enemigo de Bo sea su propia personalidad. Cuáles son sus límites y cómo lograr que no se impida a sí mismo lograr su potencial. Una lección que, en esencia, es lo que hace a una persona destacar del resto o lograr más allá de lo ordinario, lo mediocre o lo promedio.
Ficha técnica: Garra - Hustle