Las experiencias forman a las personas, en el sentido de que las reflexiones inmersas en sus decisiones conllevan a analizar y aterrizar respuestas a cuestionamientos interiores como ‘¿quién soy?’ o ‘¿qué quiero en la vida y hacia dónde voy?’. Este proceso que da paso a la maduración es tan importante y necesario como obligado e inevitable, pues es a través de él que las personas van forjando su identidad, ideales, valores, creencias, convicciones y demás componentes de su personalidad.
Si bien este crecimiento personal es constante a lo largo de los años, hay un punto de inflexión importante al llegar la adolescencia, donde los cambios no sólo son físicos y hormonales, sino que el desarrollo también ocurre en un nivel emocional, social, cultural y mental o psicológico. Las personas se vuelven conscientes de sí mismas una vez que tienen claras las consecuencias de sus acciones o la responsabilidad en sus decisiones, lo que se cimienta en gran medida durante esta etapa, que es el momento en que ese desarrollo psicológico, social, biológico y sexual toma lugar, no sólo como una transición a la etapa adulta, sino al mismo tiempo como el descubrimiento de la autonomía y definición de su identidad.
La película IntensaMente 2 (EUA, 2024) explora este proceso de desarrollo personal durante la adolescencia desde una perspectiva ilustrativa y práctica; una cinta de animación que es secuela, además, de un relato previo que se adentra en explorar y ejemplificar el funcionamiento de las emociones y la importancia de su equilibrio, lo mismo que su impacto en el flujo de la identidad, autoconocimiento y autodescubrimiento a través de las experiencias de vida de una niña llamada Riley.
Escrita por Meg LeFauve y Dave Holstein, y dirigida por Kelsey Mann, en esta secuela Riley ya tiene 13 años y la pubertad ha llegado, de manera que las cinco emociones principales que guiaban su mundo hasta ahora: Alegría, Tristeza, Furia, Desagrado y Temor, ya son, por decirlo de alguna manera, insuficientes para reflejar los cambios que está atravesando. Entran en el panorama emociones más complejas que toman papeles más prominentes con respecto a sus decisiones, reflexiones y pensamientos, entre las que están Ansiedad, Envidia, Vergüenza y “Ennui”, que se traduce en algo así como ‘aburrimiento’, o lo que alguien siente cuando algo no le causa interés o le parece tedioso y que la película representa a través de un personaje que se la pasa todo el tiempo en su celular, reflejo a su vez de la dependencia tecnológica y la influencia que ésta tiene en la vida del adolescente del siglo XXI, sobre-incentivado, saturado de información, absorbido por las redes y los llamados dispositivos inteligentes, que en realidad sólo llevan a las personas al cansancio mental, el desgaste emocional y la fatiga o hastío con el contacto y la interacción, tanto en el mundo real como dentro del virtual.
En esta historia hay un punto importante de inflexión para Riley cuando, durante un viaje con sus amigas Bree y Grace a un campamento de entrenamiento de hockey que dura tres días, se entera, a punto además de iniciar el siguiente año escolar, que ellas irán a una escuela diferente y, por tanto, esos tres días significan también, simbólica, pero en realidad definitiva cancelación de una etapa de vida, según lo percibe RiIey. Una vez que la vida estable y segura como la conoce cambia, su visión del mundo también lo hace, proceso que durante la adolescencia es algo que sucede de forma recurrente, en función de problemas, anhelos, miedos, presiones, expectativas que se viven, o el interés por explorar, conocer, preguntar, saber y experimentar todo a su alrededor. Específicamente en la trama Riley reacciona inquieta ante los nuevos retos, asumiendo las cosas con negatividad y calificando la situación con sus amigas como un ‘abandono’, en lugar de una puerta abierta a las posibilidades.
Nuevos pensamientos y sensaciones aparecen, pues lo que Riley quiere que suceda, lo que desea que suceda, lo que piensa que puede suceder y lo que teme que suceda se convierten en escenarios muy contrarios que convergen al mismo tiempo en un mismo punto. Este caos e incertidumbre llaman a un análisis más complejo en su mente sobre quién es, qué valores la guían o qué decisiones debe tomar para llegar a la meta que desea lograr. La pregunta es qué es eso que quiere en adelante, ¿amistades, reconocimiento, quietud, aceptación, estabilidad, reinvención?
Ideas como soledad o incertidumbre nublan su juicio porque no está segura de cómo enfrentar estos nuevos retos, pero el dilema entre lo ‘correcto’ y lo ‘incorrecto’ es lo que le permite crecer como persona, que es en esencia madurar. La película plantea que ese proceso de sopesar y decidir qué tipo de individuo quiere ser, son las bases de los pilares que conforman la consciencia de Riley, pero para eso, primero debe entender quién es y definir cómo a partir de ello interactuar con los demás.
El punto clave es que las cosas no pueden ser -de hecho nunca lo son- sólo ‘blanco y negro’, la personalidad implica la interconexión entre matices y esos puntos medios van haciéndose más complejos conforme avanza la edad, a partir de experiencias e interacciones también más personales e intrínsecas, lo que conlleva a nuevas emociones y pensamientos y, por tanto, un análisis más íntimo del propio ser, en este caso ejemplificado por medio de los nuevos personajes que representan las nuevas emociones que llegan a la vida y mente de Riley, como Ansiedad, Envidia, Vergüenza y Aburrimiento, e incluso momentáneamente Nostalgia.
Lo que la historia refleja a través de ellos es cómo lo que representan impacta en cada individuo durante su desarrollo psicosocial. El ser humano es mucho más multifacético que una sola etiqueta, emoción o faceta de su personalidad; es decir, no todo puede ser alegría todo el tiempo, o tristeza, o envidia o desagrado o furia, o cualquier otro tipo de reacciones y sensaciones que existen. Esas dimensiones del ser son importantes porque conforman la verdadera identidad de cada persona; por ejemplo, una situación que puede inicialmente resultar vergonzosa para alguien, al enfrentarla puede convertirse en algo diferente, valentía quizá, o frustración si es que no se avanza con determinación y constancia, por plantear un escenario; todo depende de cómo se analiza, asimila y reacciona, en pocas palabras, cómo se decide proceder y actuar.
Esto es algo que la película explora de forma sencilla (finalmente es una cinta animada pensada para público infantil) pero que es relevante cuando hablamos del proceso de concientización de uno mismo, que sucede cuando la persona analiza sus pensamientos, decisiones y la percepción que tiene de sí, para entonces establecer qué clase de individuo es o quiere ser, una vez que sopesa qué acciones tomar y cómo enfrentar los obstáculos que se le presentan.
En este caso, Riley está convencida de que una característica de su personalidad es ser una buena persona, por ende una buena amiga, hasta que, a partir del miedo a la soledad, el cambio, la incertidumbre y la expectativa provocadas por la noticia de que sus amigas no estarán a su lado el siguiente año escolar, todo se convierte en emociones negativas. Riley, guiada en su cerebro por el personaje de Ansiedad, experta en imaginar todos los peores futuros posibles hasta convertirlos en catástrofes, toma acciones para contrarrestarlo, lo que lleva a Riley a decisiones que van en contra de aquella percepción que tenía originalmente de sí misma: ser una buena persona.
Pensando en cómo evitar el imaginario caótico que llena su mente, durante el campamento la joven intenta impresionar a la entrenadora y a las jugadoras del equipo de hockey de la escuela a la que asistirá, creyendo que así se asegurará de no estar sola iniciando la escuela y ante la ausencia de Bree y Grace. Convencida al mismo tiempo que para ‘asegurar’ estas nuevas amistades tiene que agradar complaciendo, inclinada a creer que encajar es la solución para evitar que aquellos escenarios negativos se hagan realidad, Riley le da la espalda a sus antiguas amigas, les deja de hablar, se burla de ellas con sarcasmos y miente sobre sus propios intereses para, en cambio, empatar con los de las nuevas estudiantes que acaba de conocer. Dichas acciones parecen ir en contra de todo lo que Riley piensa de sí misma, y que la define como persona, lo que crea un conflicto en su interior pues lucha entre la necesidad de pertenecer y recibir la aprobación de otros, frente a la importancia de encontrar su propia individualidad e independencia.
La trama narrativa consiste en el camino que las emociones base recorren, o sea Alegría, Tristeza, Desagrado, Temor y Furia, para evitar que las nuevas emociones, especialmente Ansiedad, tomen completo control de Riley hasta cambiar totalmente la personalidad de una joven confundida por lo que quiere y lo que cree que quiere. Al final, todos se dan cuenta que la respuesta al problema no radica en que una de las emociones existentes reine por encima de las otras, o que las emociones que aparentemente son negativas sobrepasen la situación; no es en sí mismo que sólo puedan o deban existir unas y las otras no, o que algunas emociones deban ser suprimidas o eliminadas, sino más bien que todas aprendan a colaborar y coexistir, porque todas son tan válidas como importantes y esenciales para la vida de Riley.
La lección de fondo es que las personas son producto de las muchas sensaciones y pensamientos que conforman su historia, así que a veces hay situaciones que causan enojo y malestar, como hay también vivencias que causan temor o alegría o ansiedad, entre muchas otras más. Por tanto, las creencias y convicciones de una persona se forman tanto de las buenas como de las malas experiencias, las positivas y las negativas, las alegres y las tristes, los éxitos y los tropiezos, porque todas son lecciones de vida, aprendizaje y crecimiento.
Hasta ese momento Alegría había intentado enviar al fondo de la mente todo aquel recuerdo que le había causado malestar a Riley, pero eventualmente entiende que no puede hacerse eso, no puede enterrarse un pasado difícil, doloroso o triste, sólo porque sí, porque éste también aporta mucho al ser humano en la construcción de su identidad y autoconsciencia. Riley nunca encontrará su verdadera esencia si no descubre todos sus matices, lo que quiere decir que es válido que a veces se equivoque, a veces sienta envidia, nostalgia, orgullo, miedo o cualquier emoción posible; eso es lo que la hace ella, ya que en forma natural el ser humano es multidimensional, no unidimensional, así que no puede sentirse alegre todo el tiempo, pero tampoco ansiosa cada día de su vida. La felicidad absoluta no existe, como tampoco se vive bajo cualquier otro sentimiento en forma permanente.
Esto, como sucede en la conclusión dentro de la historia, reflejo a su vez de la vida real, crea idealmente un equilibrio, una armonía dentro de Riley misma; los personajes que representan las varias emociones que experimenta y guían su vida van aprendiendo a trabajar en equipo, a ceder y a colaborar, a controlarse y a comunicarse, lo que en esencia habla del camino a la madurez emocional, que se traduce en saber reconocer emociones y reaccionar adecuadamente ante los estímulos exteriores, de manera consciente, madura y fiel a uno mismo. No hacerlo puede conducir a conflictos constantes, permanente inadaptación al mundo social, a trastornos mentales y en rechazo total a la propia existencia; algunos intelectuales lo han denominado alienación, otros más esos trastornos de la personalidad los estudian y clasifican como enfermedades mentales. En cualquier caso significa que el individuo no logra encontrar sentido o significado a su propia vida.
Por ejemplo, si algo le causa a Riley ansiedad, tiene que aprender a contrarrestarlo y calmarse para que no vuelva cada momento de su vida un escenario fatalista; si algo le causa temor, hay que entender cómo controlarlo para no sentirse en ningún momento paralizada por ello; si algo le causa furia, descubrir cómo superarlo y volverlo algo más positivo a fin de no ceder a la violencia, enemistad, competitividad desleal o venganza, por mencionar algunos escenarios posibles.
Exactamente igual como sucede con Riley, las personas deben descubrir su propia forma de transformarse sin perder su esencia, pues madurar es evolucionar. Para los adolescentes en concreto no se trata de que la responsabilidad al respecto no esté clara, es que es necesario pasar por este tipo de experiencias para comprender, sin verlo de manera negativa, que la vida es incertidumbre y caos, pero el cambio puede ser bueno, si se convierte en algo positivo, constructivo, no destructivo ni autodestructivo.
Ficha técnica: Intensa Mente 2 - Inside Out 2