Persuasión

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Las novelas literarias de Jane Austen (1775–1817) son conocidas por abordar temas sociales que, aunque ambientados en épocas pasadas, siguen vigentes en el moderno contemporáneo. La autora plantea reflexiones, por ejemplo, sobre el peso que tienen las marcadas clases sociales en las relaciones humanas o la perspectiva y aspiraciones que se tienen en la vida, o cómo el matrimonio en ocasiones tiende a verse como una transacción por conveniencia más que un enlace de enamoramiento y hasta la forma como los prejuicios y cánones que se imponen afectan las dinámicas afectivas, sean familiares, amistosas o de pareja.

Todo se desarrolla con un sutil análisis en el último trabajo de la autora, más tarde adaptado a película, Persuasión (EUA, 2022), una historia sobre la fragilidad de las emociones, la frivolidad de la sociedad elitista clasista y la fuerza de la honestidad en un amor verdadero, libre de las imposiciones que traen consigo las etiquetas populares. Esta versión cinematográfica de aquel libro está dirigida por Carrie Cracknell y escrita por Ronald Bass y Alice Victoria Winslow, protagonizada, asimismo, por Dakota Johnson, Cosmo Jarvis, Henry Golding, Mia McKenna-Bruce, Nikki Amuka-Bird y Richard E. Grant. La historia, pese a ser una adaptación sencilla en su narrativa y simplista respecto a los temas,  actualiza, sin mucho aporte, algunos de los elementos y discurso originales, aunque al menos presenta de forma llamativa el derrotero general por el que atraviesan sus personajes.

El eje principal es Anne Elliot, una joven que aceptó en su momento renunciar al hombre que amaba, el humilde marinero Frederick Wentworth, una vez que se dejó convencer por sus allegados de que no era una unión conveniente, debido al poco dinero y carencia de prestigio de su pretendiente. Ahora la pareja se reencuentra, él convertido en un respetado Capitán de la Marina que se ha hecho de un renombre y una pequeña fortuna por mérito propio, en lugar de heredarlo, por ejemplo. El reencuentro se da justo, además, en el momento en que la familia Elliot atraviesa por dificultades financieras.

Los sentimientos de Anne hacia Frederick regresan rápidamente, sólo para desilusionarse ante la aparente indiferencia de él hacia ella. El gran predicamento de Anne es que no sabe cómo abordarlo, confesar lo que siente o mantener su distancia, y de paso sin confidente o amigo que le aconseje certeramente, pues está segura que la opinión de los pocos que saben del pasado que hubo entre los enamorados, harán probablemente la mismo que antes, persuadirla a olvidarlo, especialmente ahora que él parece más interesado en Louisa, la hermana de Charles, quien es el esposo de Mary, la hermana menor de Anne.

Hasta ese momento Anne no había reparado en la actitud pasivo-agresiva y por tanto dañina de sus conocidos y en cómo ello le afecta personalmente, habiéndose acostumbrado a la banalidad de las personas a su alrededor, su padre y hermanas primordialmente, cuya superficialidad y vanidad la han llevado a habituarse a ser ignorada, relegada u olvidada, en el sentido de que evita llamar la atención, exigir o demandar atenciones, mucho menos privilegios, o desobedecer los deseos de los demás. Pero ahora Anne lo dimensiona de forma diferente porque ve más claramente el alcance de las consecuencias de sus decisiones y cómo esa aparente sobreprotección puede ser más bien manipulación o control por medio del menosprecio, pues se le trata como alguien siempre al servicio o la voluntad de los demás. Anne se limita a complacer a otros, aprovechándose de eso familiares y amigos, lo que por un lado podría ganarle el calificativo de amable, atenta y cortés, pero también de sumisa y pasiva, por ende, maleable y poco asertiva.

Hay que notar al mismo tiempo que esta versión fílmica cambia significativamente el perfil del personaje principal, su esencia y personalidad, pues si bien el libro presenta a una Anne que avanza en la vida no queriendo importunar a los demás y por ello agradando con su gracia, pero también su fidelidad extrema al grado de la sumisión y obediencia absoluta, quien además reflexiona sobre las cosas a través de su silencioso análisis sobre lo que sucede gracias a su capacidad de observación con discreción, aquí en cambio se presenta a una joven más bien vivaz que de alguna forma se las ingenia para rodear ágilmente los inconvenientes resultantes de las actitudes de su familia y de su mentora Lady Russell, sabiendo cómo manipular también, de vuelta a su favor, a quienes la rodean, manteniéndolos contentos y así gozar ella una propia libertad.

Esta Anne se muestra más dinámica y consciente de sus alrededores para así ayudar al espectador a entender con más claridad que, si bien la joven tiende a pensar que las sugerencias y opiniones de otros son indicativos de lo que tiene que hacer, una actitud algo dócil de su parte, hay también en ella muchas cualidades honorables que la hacen empática y agradable, pues ha aprendido a ser así para partir de librarse de las pretensiones que tanto caracterizan a su padre y hermanas. Como el Capitán Wentworth lo señala en un punto de la historia, Anne sabe ser cálida, solidaria y cordial, pero al mismo tiempo su mente es ágil, aguda y analítica, así que el personaje más que saber utilizar a otros lo que hace es entender a los demás, los escucha, simpatiza y permite a las personas su propia expresión y crecimiento, en lugar de imponer su voluntad, como hacen muchas de las personas, en la narrativa que se aborda y en la vida real.

Una vez que su familia intervino de manera indirecta para frenar su casamiento con Wentworth, plantando la idea de que se trataba de un matrimonio poco favorecedor, por el anhelo de estatus y reconocimiento que ellos buscan, Anne acepta, enterrando sus propios sentimientos y callando su propia voz, al hacer lo mismo con sus necesidades y anhelos. Todo cambia cuando hay una segunda oportunidad y Anne entiende que dejarse convencer implicó su sacrificio. Persuadir es influir en otros para que hagan, piensen o se comporten de una forma muy concreta, usualmente velando por intereses ajenos a los suyos. Para Anne se trató de permitir que los demás impusieran sus intereses y bienestar en función de su beneficio familiar y un supuesto futuro más prometedor para ella. La pregunta es por qué o a cambio de qué. ¿Qué la lleva a sentir que la opinión y aspiraciones propias tienen menos valor que las de los demás?

Wentworth llega a preguntarse si lo sucedido con Anne es producto de una debilidad de carácter, si dejar que la persuasión de su familia o de Lady Russell no es más que el resultado de una falta de autoestima y, en consecuencia, ella es incapaz de luchar por aquello que desea para sí, incluyendo el afecto de la persona a la que ama. Qué tanta convicción puede haber en ella hacia lo que siente si no pugna y se esfuerza por lo que la motiva. Anne calla porque evita el conflicto y eso significa que procura la armonía y convivencia sana, pero si en ello pierde de vista sus propias ideas y sentimientos, ¿pierde también su identidad?

La historia también ahonda en el peso del estatus social dentro de una sociedad marcada por la división de clases sociales, fenómeno omnipresente a lo largo de la historia universal que, sin embargo, casi siempre es eludida en la interpretación de la conducta humana; el anhelo de la familia de Anne por formar parte de la élite de la alta sociedad es tal que no sólo nubla su trato hacia las personas, especialmente si las considera ‘superiores’ o ‘inferiores’, basándose solemnemente en el dinero o apellido que les respalda, sino que eso mismo los vuelve pedantes y orgullosos. Para el padre y la hermana mayor de Anne, Elizabeth, las apariencias lo son todo, porque están acostumbrados a la superficialidad del ser, las poses y las trivialidades, así que son capaces de sacrificarlo todo, incluso el apoyo moral hacia Anne, con tal de mantener una fachada convincente para satisfacer primero y antes que nada sus caprichos de aspiración social.

Si ellos nunca aceptaron a Frederick Wentworth es porque no tienen una buena impresión de los oficiales militares, en sí porque son, a su parecer, ejemplo de un grupo social de ‘menor categoría social’ que se está construyendo un futuro por esfuerzo propio, personas que escalan en la pirámide social ya no por su cuna ni riquezas heredadas, sino el trabajo constante que ha sido remunerado. ¿Por qué la sociedad aristocrática no mira como iguales a aquellos que consiguen mejorar su estilo de vida a partir del esfuerzo diario? Porque el linaje de las altas esferas sociales pesa, los títulos de nobleza implican una historia y esta historia conlleva un estatus. Se asumen representantes de lo mejor de la cultura, frente a la ascendiente burguesía de la época que acumula dinero para competir en privilegios.

La diferencia es que Anne no prioriza estos intereses como su familia, no valora tanto el dinero como sí la felicidad o la tranquilidad. Esto es lo que eventualmente entiende, que el consejo de sus allegados viene con su propia agenda implícita y muchas veces, sino siempre, sus ideales no son los mismos que los suyos. Si bien Anne tiene claro que no puede cambiar a las personas, que el narcisismo y presunción de su familia directa es tan incorregible como nato, lo que no ha podido exitosamente asimilar es que la única persona que va a salvaguardar lo mejor para Anne es Anne misma.

La gente con quien convive aprecia que es práctica, inteligente y sagaz, siempre piensa en ayudar a otros antes que ayudarse a sí misma; el problema es que aquellos que la conocen suelen también aprovecharse de ello. Lo que Anne debería preguntarse no es si quiere después de todo casarse con el capitán Wentworth, sino cuándo es finalmente momento de independizarse, rebelarse o liberarse y aventurarse a decidir y proceder en favor suyo, incluso si esto implica ir en contra de la opinión popular de sus conocidos más cercanos.

Una de las varias críticas hacia esta adaptación fílmica, mucho más allá de la modernización contemporánea del diálogo y la ruptura de la cuarta pared (es decir que Anne hable al espectador mirando directamente a la cámara), lo que por cierto no funciona del todo para apegarse a la esencia del libro, es el centrarse narrativamente en el mero interés de muchos de los personajes femeninos en casarse por el simple deseo de cumplir los estándares sociales, como acatando un mandamiento, más allá de encontrar en ello desarrollo humano y personal. El matrimonio en sus muchos matices está presente, sí, visto como un acuerdo por conveniencia, una imposición social que se sigue por inercia o un enamoramiento que significa una unión por amor, pero aunque las diversas facetas quizá estén presentes, nunca son realmente analizadas y reflexionadas con el tino de crítica social que Jane Austen suele hacer en sus escritos.

Las cualidades de Anne no deberían convertirla en una casadera ideal, como parece sugerir la película, sino en una persona que no necesita ser altanera, distante, fría, presumida, engreída o similares, para destacar. Ser respetada y ser reconocida, ser valorada por sus cualidades, por su manera de tratar a sus semejantes, por su capacidad intelectual y firmeza de sus sentimientos, eso es lo importante, lo que la hace no excepcional sino una mujer culta, apreciable, que es en sí el verdadero mensaje de fondo que ofrece el libro base: la libertad de la mujer para ser ella misma, sin restricciones sociales, familiares, de contexto, culturales o demás.

Ficha técnica: Persuasión - Persuasion

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