Cualquier historia de éxito implica superar obstáculos inesperados y extraordinarios, así que los relatos narrativos más envolventes suelen presentar personajes que tienen que pelear a contracorriente o en contra de todas las estadísticas y probabilidades, porque es una forma de imaginar a través de ello que todo es posible, que a pesar de que todo parece indicar lo contrario, hay oportunidad de salir airosos del reto. Ejemplos hay muchos, especialmente en los deportes, donde el término ‘caballo negro’ se usa para denominar a aquel competidor con menos posibilidades de ganar, que arroja resultados impensados y da la sorpresa al quedarse con un significativo triunfo.
Al final no se trata forzosamente de que gane, sino de que rompa con los pronósticos en su contra, ya que como no se trata del favorito y como se espera que pierda, al darle la vuelta a las pocas probabilidades de su parte, sorprende. El término, a la par con ‘underdog’ (que no tiene traducción o una palabra similar en español,) se puede usar para todo tipo de competición o situación de vida, en la política por ejemplo, u otras contiendas que no sean obligatoriamente deportivas, como las electorales, escolares, laborales, etcétera.
El por qué esta idea del ‘perdedor esperado’ que le da la vuelta a las cosas causa tanto interés, tiene mucho que ver con el anhelo de superar lo imposible, el deseo por conseguir logros incluso cuando muy pocos lo creen probable; en corto, una historia en la que el menos favorecido, el menospreciado o el ‘perdedor’, termina por demostrar que es más que la etiqueta que se le ha impuesto, sea que eventualmente gane o no frente al favorito al que se enfrenta, lo importante y significativo es que supera las expectativas, propias y ajenas.
Esta es la base temática de la película Rocky (EUA, 1976), aunque no es, sin embargo, todo de lo que habla, ya que en realidad es, por un lado, un relato sobre la superación con disciplina, esfuerzo y dedicación, de obstáculos a veces autoimpuestos, o determinados por las condiciones de vida y ubicación social, aquí enfocada en el deporte, como también trata, al mismo tiempo, de una lucha por demostrar, más en nombre del amor que por convicción propia, que ser el ‘underdog’, el ‘caballo negro’, es también la oportunidad de decirle al mundo, a la persona amada en este caso, que hay mucho más en la vida que las apariencias y las expectativas, o que el calificativo ‘perdedor’ no tiene por qué ser asumido por inercia cuando no se conoce realmente a la persona que se tiene enfrente. Es decir, el ‘perdedor’ lo es desde el momento en que él mismo se siente así y lo asume como forma de conducta, pero lo podría superar si se cree capaz de hacerlo y lucha por conseguirlo. Desde luego la motivación es importante; y Rocky la tiene: pretende ser correspondido por la mujer que ama.
Dirigida por John G. Avildsen y escrita por Sylvester Stallone, él coprotagoniza al lado de Talia Shire, Burt Young, Carl Weathers y Burgess Meredith. La cinta fue ganadora de tres premios Oscar: mejor película, montaje y director, además de conseguir 7 nominaciones más, incluyendo mejor actor. En la historia Rocky es un boxeador que ha dejado de competir o perseguir una carrera deportiva profesional para centrar su talento, o más bien su fuerza bruta, en trabajar como cobrador para un sujeto, algo así como un maleante, llamado Tony Gazzo.
A pesar de que su papel debería ser el de un intimidante recaudador de deudas, capaz de darle una paliza a quien no pueda cubrir con sus pagos, Rocky es en el fondo considerado por muchos como alguien incapaz de actuar con rudeza y crueldad, incluso cuando parece necesario. De hecho, Rocky es un hombre que se guía por valores morales y la buena conducta, la vida tranquila y la conciliación; por ejemplo, condona la falta de pago de algunos deudores con tal de no tener que acudir a los golpes.
Esto habla mucho de su personalidad, más pacífica que conflictiva, razón por la que termina siendo erróneamente percibido. Rocky es alto, musculoso y trabaja como, coloquialmente le dicen, un ‘rompe-huesos’, así que la gente podría fácilmente apreciarlo como alguien mal encarado y rudo, pero en cambio es amable, inseguro, sensible y tranquilo, que no tiene más que una clara prioridad en su vida: conquistar a Adrian, la hermana de su mejor amigo Paulie.
Más allá de la gloria deportiva o el triunfo en el ring, lo que Rocky primordialmente persigue es demostrarle a Adrian que es digno de ella y un hombre con quien vale la pena tener una relación sentimental. Esta lucha en contra del molde o el estereotipo es algo por lo que Adrian también atraviesa, etiquetada como distante e incluso llamada ‘tonta’ por algunos a causa de su excesiva timidez. Ella es reservada e introvertida, pero no por eso menos capaz, observadora, analítica, dedicada o solidaria.
En medio de todo esto, especialmente del reclamo por parte de su entrenador, Mickey Goldmill, por no alcanzar su potencial como boxeador debido a su falta de compromiso con la disciplina y entrega al deporte, que Rocky más bien justifica con razones monetarias (no tiene tiempo para entrenar si tiene que trabajar, dedicándose a lo único que puede encontrar, para poder pagar las cuentas), Rocky es elegido por el legendario campeón mundial Apollo Creed como su siguiente contrincante.
Creed, un competitivo y galardonado boxeador en busca de proyección mediática, ve frustrado su plan de una pelea legendaria cuando su oponente se lesiona. Debido a que la pelea es en cinco semanas y nadie entre los grandes peleadores reconocidos quiere arriesgarse en tener que preparase para el encuentro en tan poco tiempo, enfrentando una casi segura derrota, Apollo propone escoger a un candidato desconocido para pelear contra él por el título profesional que tiene bajo el brazo.
Su estrategia, más mercadotécnica que deportiva, se basa en la alta seguridad que tienen de sí mismo y sus capacidades, convencido de que un boxeador amateur no está a su nivel como para poner en riesgo su victoria y, al mismo tiempo, se sostiene en la iniciativa propagandística del encuentro: una historia de ‘Cenicienta’ en la que alguien que viene de la nada tenga la oportunidad de ganarlo todo.
Apollo está convencido de lo que esto puede conseguirle desde el punto de vista publicitario, cómo los cronistas pueden centrarse en sus acciones, fáciles de calificar como ejemplares y honorables, patrocinando de alguna forma la versión moderna deportiva del ‘sueño americano’ y el impacto positivo que esto puede tener en su carrera. Esta idea es el argumento con el que convence al promotor de la pelea de acordar el encuentro, eligiendo a Rocky simplemente por lo que su imagen representa, como un italoestadounidense que busca progresar y que se autodenomina con el apodo "El Semental Italiano".
La propuesta de Apollo Creed es promocionar un concepto, en el que no importa realmente quién es el oponente en el ring sino lo que se puede construir alrededor de la pelea misma: ganar a pesar de las barreras. Su objetivo es auto-promocionarse y vanagloriarse como el deportista exitoso y de alto rendimiento que permite a otros, por simple generosidad, la oportunidad que de otra forma jamás obtendrían. No duda de su victoria, así que la pelea en sí no le preocupa a Apollo, no mira a Rocky como un igual o un oponente tan capaz como él; en el fondo la pelea se convierte en sólo un pretexto publicitario al que deja de ponerle mucha atención.
Para Rocky las cosas son completamente diferentes, la gente no tarda en verlo distinto y acercarse con intereses propios. Paulie le insiste que pueden sacar provecho de la situación y lucrar en su nombre, o más bien, explotando su nombre, comercializando; incluso su antiguo entrenador, Mickey, lo busca persiguiendo una oportunidad para él mismo. Rocky inicialmente lo rechaza, pensando que, como muchos otros, sólo quiere la fama efímera que vendrá de la mano de esta histórica pelea, pero Mickey lo convence de que para él la oportunidad no está ligada a la gloria en ese sentido, no persigue los reflectores sino un triunfo en el ring, una satisfacción propia para él como entrenador, un papel además para el que está suficientemente calificado y es capaz, independientemente de su actitud negativa y quejumbrosa, siempre reclamando a Rocky por su aparente desinterés en enfocar su mente en algo productivo para su vida.
Esta actitud marcadamente derrotista que parece rodear a la mayoría de los personajes en algún punto de la historia, para quienes la pelea de Rocky con Apollo es una forma de soñar despiertos, de creer que es posible apostar al ‘caballo negro’ y ganar, es también el producto de un contexto social demacrado y en declive, en donde, como Rocky, Adrian, Paulie, Mickey y muchos otros, las oportunidades por ganar, avanzar o hacer algo significativo en la vida y en su vida parecen casi nulas, pues el trabajo rutinario los absorbe, las condiciones de vida son paupérrimas y el supuesto sueño americano no lo conocen. La narrativa pretende al parecer mostrar que si existe y que el país de las oportunidades está ahí, que sólo basta esforzarse para lograr algo, muy al estilo del mundo de Hollywood.
La historia es en el fondo la de un boxeador capaz de llegar hasta lo más alto pero sólo si se atreve a luchar contra todo y contra todos, el contexto y el orden social, pero especialmente contra sí mismo y aquellas constantes dudas autoimpuestas. Rocky es el claro ejemplo del héroe común y corriente, que viene desde abajo, desde las calles de Filadelfia, lejos del glamour, el dinero, la fama y el triunfo asegurado, capaz de ponerse frente a frente con alguien en el espectro totalmente contrario, alguien privilegiado y en mejores condiciones sociales.
Rocky es el hombre común según el prototipo tradicionalista, rudo y temible sólo en el exterior, pero receptivo y sentimental en el interior, aquí demostrado por medio de su relación con Adrian. Su entrenamiento, su devoción, su esfuerzo y sus ganas de ganar no son solamente alimentadas por el deseo de ganar la pelea, de obtener un título, sino de ganarse a Adrian misma, su confianza y su amor, así que si busca alcanzar su máximo potencial, lo hace por ella. Esta motivación lo lleva adelante, no quiere hacer el ridículo y caer en los primeros rounds de la pelea, por ejemplo, porque no quiere dar un mal espectáculo ni decepcionar, específicamente a ella; no quiere ser un insignificante, un ‘don nadie’, pero lo hace por ella.
En el fondo él tiene más que ganar y que perder que el propio Apollo, quien sólo dimensiona la situación de desventaja que tiene como amplio favorito del encuentro cuando está a punto de perder la pelea y entiende que esto significaría caer desde el pedestal donde se encuentra, desde donde el derrumbe y descenso es más doloroso y resonante. Para él perder le ocasionará desprestigio, pérdida de ingresos en futuras peleas y, seguramente, la burla y menosprecio de muchos que hasta el momento lo admiran.
Para fines prácticos Rocky vive en un mundo en el que todos a su alrededor parecen derrotados, son conformistas y viven como tal, temerosos de encaminarse hacia una dirección distinta, desilusionados, aislados o arrinconados en una vida amargada y miserable que resienten, que los ahoga. Las posibilidades de Rocky por hacerse de un nombre propio en el deporte a pesar de todas las adversidades es su única vía de escape, una forma de canalizar sus propios sueños frustrados, para vivir a través de él, de ganar a través de él, de reivindicar su existencia y darle cierto sentido mediante el éxito de alguien que es como ellos, que vive con ellos, que los representa, no importa si los sueños y la realidad no siempre sean compatibles, o más bien, si no sean fehacientemente factibles. Todos necesitamos un referente que nos de confianza, seguridad y orgullo; Rocky es ese referente para su comunidad, y para él triunfar o hacer una pelea digna es el factor que lo impulsará a modificar su autoestima y el sentido de su vida.
Ficha técnica: Rocky