La vida implica tomar decisiones y las decisiones significan oportunidades, caminos probables o posibilidades abiertas a futuros inciertos, pero tal vez, factibles. Lo ideal no es pensar o actuar a partir del ‘qué habría pasado si’, como diciendo qué fue de aquella oportunidad perdida, sino avanzar desde la mentalidad de qué se puede aprender y cómo se puede evolucionar en función de las decisiones que se toman. En esencia toda experiencia importa y aporta en el proceso de formación y evolución, porque así se construye el futuro, o el destino propio, es decir, la vida misma.
La película Todo en todas partes al mismo tiempo (EUA, 2022) es un relato de ciencia ficción que se apoya en el concepto del ‘multiverso’, entendido como la convergencia de realidades alternas posibles que se desprenden de las decisiones que se toman, es decir, todos los caminos viables que avanzan a la par conforme se desenvuelve el presente. Por ejemplo, si alguien debe decidir entre mudarse de casa o quedarse a vivir en el mismo sitio, su propia realidad avanza según cuál de las dos opciones escoge y la opción contraria se convierte en un universo paralelo en que se desdibuja el futuro como habría sucedido de haberse tomado tal decisión.
En esencia lo que este concepto representa como analogía es el anhelo de las personas por entender las consecuencias de sus acciones, incluyendo arrepentimiento, equivocación, dudas, incertidumbre, la reafirmación o la aseveración enfática. Es normal que alguien se cuestione si tomó la decisión correcta o que imagine lo que hubiera pasado si hubiera hecho lo contrario a lo que hizo. El punto es mucho más que sólo decir que ‘el hubiera no existe’; en sí este afán por conocer el desenlace de cada opción o camino probable habla de alguna forma de la insatisfacción y el miedo a la incertidumbre a la que un individuo no siempre está preparado para afrontar, a pesar de que es parte de la vida misma. Preguntarse si haber tomado una decisión diferente hubiera sido ‘mejor’ o ‘peor’ se establece como la necesidad humana de reafirmación y aceptación, sobre todo la autoaceptación.
Escrita y dirigida por Daniel Kwan y Daniel Scheinert, cineastas que trabajan en conjunto como equipo, la cinta está protagonizada por Michelle Yeoh, Ke Huy Quan, Stephanie Hsu, James Hong y Jamie Lee Curtis. Fue ganadora al Oscar en las categorías de mejor película, director, actriz, actor de reparto, actriz de reparto, guión original y montaje, además de haber estado nominada en cuatro categorías más: una segunda mención para mejor actriz de reparto, aparte de canción original, diseño de vestuario y banda sonora.
La historia no se sostiene en el concepto del multiverso como un camino para cambiar el pasado o modificar la línea temporal presente, como en otras cintas bajo el mismo apoyo narrativo, sino que reflexiona más profundamente sobre cómo las experiencias vividas, es decir, las decisiones tomadas, no deben verse a partir de lo que no fue o no sucedió (el ‘qué hubiera pasado si’), sino a partir de lo que ese momento aportó y todo lo que se aprendió o maduró, con énfasis en la importancia de enfrentar la realidad, asumir las consecuencias con responsabilidad y cambiar uno mismo en busca de mejorar el presente, independientemente de lo que ya quedó en el pasado.
La narración se centra en Evelyn Quan, una mujer que tiempo atrás se mudó de China a Estados Unidos para casarse con su novio Waymond Wang, ambos persiguiendo un sueño (de cierta manera el ‘sueño americano’) de una vida feliz en familia, próspera y ‘mejor’, con la puerta abierta a una infinidad de posibilidades (si bien en esencia ésta es la vida misma, caminos por delante). Años más tarde y como dueños de una lavandería a punto de ser auditada por el Servicio de Impuestos de Estados Unidos, en medio de problemas financieros, el distanciamiento con su hija Joy y la intención de Waymond de pedirle el divorcio, la vida de Evelyn parece haber caído en un bache sin salida.
Es entonces que descubre que es posible viajar entre universos paralelos, ya que cada elección de vida que tomó a lo largo de los años creó un nuevo universo aparte. Fue la propia Evelyn quien en uno de estos mundos alternos, el Alphaverso, una versión de sí misma inventó la tecnología que hace posible saltar de una realidad a otra, lo que permite a las personas, al que hace ´el salto´, acceder al cuerpo de sí mismo en el mundo al que llega, incluyendo sus habilidades y recuerdos. El peligro es que ahora el multiverso peligra pues Jobu Tupaki, la versión Alphaverso de Joy, quien es capaz de experimentar todos los universos a la vez, ha creado un TODO, que es algo así como un hoyo negro que podría destruir cada uno de los universos o realidades paralelas que existen.
La cinta se convierte en una carrera a contrarreloj plagada de secuencias de acción y peleas a base de sincronización y coreografía en las artes marciales con una producción cinematográfica dinámica y detallada, una vez que Evelyn debe aprender a saltar entre universos y aprovechar las habilidades adquiridas por sus otras versiones de sí misma para combatir contra los agentes de Jobu Tupaki. Pero más allá de todo este espectáculo narrativo visual, la trama permite a Evelyn analizar su propia vida, sus decisiones y la satisfacción, o no, que tiene con la realidad que le rodea y que, aunque no lo vea o no lo dimensione, ha elegido.
Si hay un distanciamiento con su esposo y su hija es porque la relación familiar está quebrantada, la comunicación se ha reducido al mínimo y la empatía, solidaridad y conexión entre ellos es cada vez más accidentada. Los responsables de esto son Evelyn, Waymond y Joy, nadie más, producto al mismo tiempo de una apatía en el mundo que se ha extendido entre ellos, hasta crear un desinterés por todo: por vivir, convivir, aprender, explorar y hasta conocerse y valorarse entre sí.
Conforme avanza el relato, al saltar entre un universo y otro, Evelyn descubre varios de aquellos escenarios posibles de su vida, que le muestran lo que pudo alcanzar, pero también todo lo que pudo perder. ¿Habría sido eventualmente más feliz si no se hubiera casado con Waymond? ¿Se habría arrepentido de no haber tomado la decisión de enfrentarse al mundo, y a su padre, para salir de casa hacia una independencia y libertad fuera de su zona de confort? ¿Habría tenido que eventualmente madurar, tal vez no de la manera en que lo hizo pero sí de alguna otra forma?
De pronto Evelyn piensa que esa otra vida habría sido mejor, al descubrir que en ese universo alterno, tras quedarse en China, su otra versión fue atacada en un intento de robo, de ahí aprendió a pelear y se convirtió en una estrella de cine, aclamada y rodeada de una fama y glamour que hace parecer que se trata de la vida perfecta. No obstante esa Evelyn carece de todo lo que la Evelyn original tiene, entre ello una historia de amor con el hombre de quien siempre estuvo enamorada. Así que en un principio aquella vida que se desdibuja idílica no es mejor o peor, sólo es diferente, de manera que la decisión ideal y la vida ideal no existen; las decisiones forman a las personas y eso incluye triunfos y caídas, ganancias y pérdidas, porque no se puede tener todo, pero tampoco se puede no tener nada. Valorar lo que se tiene es lo importante.
Aquella Evelyn puede parecer más feliz pero en el fondo se trata de la misma persona y, en consecuencia, también anhela lo que pudo ser, irónicamente deseando lo que la Evelyn original tiene: una vida diferente en familia. Lo que la historia sugiere es que no se puede existir en un estado constante de arrepentimiento y anhelos. Evelyn no se la puede pasar pensando en cómo serían las cosas si hubiera elegido de manera distinta en alguno o varios momentos de su vida, más bien, debería vivir a partir de las decisiones que ha tomado y el rumbo que ha elegido recorrer, con sus altibajos, aciertos y errores. Si su realidad actual parece triste o desacertada, está en sus manos cambiar las cosas, mejorar su presente, enmendar la relación con su esposo e hija, e incluso encontrar más alegría y motivación en lo que hace día a día, a partir de un propósito, generando un cambio de actitud.
En cierto sentido eso es lo que altera la existencia de Jobu Tupaki, porque al poder ver y experimentar al mismo tiempo todos los universos posibles, irremediablemente compara, sopesa, siente y sufre toda experiencia, exitosa o desafortunada, al grado que la sobrecarga de información hace que nada tenga sentido y se vea obligada a preguntarse sobre su propio propósito o cometido. ¿Qué caso tiene vivir si todas las vidas parecen un mar de posibilidades sin un fin último?; parece ser la agonía en la que vive aquella versión de Joy, toda vez que cuestiona, como lo han hecho todos los seres humanos a lo largo de la historia, el fin de su propia existencia: ¿quién soy realmente yo entre las infinitas decisiones o posibilidades que han formado mi rumbo de vida?
Jobu Tupaki infiere que una decisión cualquiera es tan trascendental como insignificante, porque así como puede cambiar por completo la vida de una persona, también puede ser tan banal como sencilla. La dualidad, a veces entendida como contradicción en lugar de complemento, lleva a esa versión de Joy a querer destruirlo todo, ante lo que considera una imposibilidad por entender quién es, qué quiere, o para qué y por qué está en este mundo. ¿Qué la puede motivar sí parece que nada tiene sentido o propósito, u objetivo?
“Todos somos estúpidos. Pequeños y estúpidos humanos. Es como todo nuestro asunto. Durante la mayor parte de nuestra historia supimos que la Tierra era el centro del universo. Matamos y torturamos a personas por decir lo contrario. El sol se pone y revela un cielo denso de estrellas. Y luego descubrimos que la Tierra está girando alrededor del Sol, que es sólo un sol entre un billón de soles, y ahora míranos: tratando de lidiar con el hecho de que todo eso existe en un universo de quién sabe cuántos. Cada nuevo descubrimiento es solo un recordatorio”, explica filosófica y existencialmente Jobu Tupaki. “Todos somos insignificantes y estúpidos”, concluye Evelyn ante las palabras de su hija.
Su análisis no sólo habla de las personas, habla de todo, del mundo, de los seres vivos y del universo mismo; pero no se refiere a que cada partícula que existe en el cosmos sea insignificante, como podría verlo Joy desde una actitud distante y nihilista, sino a que cada una de las partículas que conforman el universo es tan importante que por eso, a veces, las personas no pueden concebir tan vasta creación y sobrevaloran, o piensan demasiado sin convencerse, preocupándose por las cosas más pequeñas, sobre todo en función de sí mismos.
La vida es lo que es, es el ahora, es ser uno mismo; nadie ni nada es el centro de todo; las personas somos un pequeño punto en medio de la nada y, a pesar de todo, ese punto puede ser lo más importante en esta vida. En el fondo lo que la gente quiere es trascender, importar. ¿Cuál es el significado de vivir? La respuesta no es ‘nada’, como apunta de alguna manera Jobu Tupaki, más bien lo es ‘todo’, como eventualmente asume Evelyn, refiriéndose a que no deberíamos darnos tanta importancia en función de los demás, sino hacerlo en función a nosotros mismos.
Lo que sostiene la película es que lo importante es aprender a valorar en función de lo que se tiene y no de lo que no se tiene. Para Jobu Tupaki tener acceso a toda posibilidad existente hace que por eso mismo todo carezca de valor: un momento feliz o uno triste, un abrazo o un rechazo. Lo que demuestra que las decisiones importan; un abrazo, por ejemplo, es relevante porque es significativo y único en el momento en que se decide dar, haciendo con ello que cada experiencia que forma al ser tenga un peso en su vida.
“Eres capaz de cualquier cosa porque eres muy mala en todo”, le dice Alpha Waymond a Evelyn, cuando le explica por qué creen que ella es la ‘elegida’, la Evelyn que podría cambiarlo todo, reestablecer el equilibrio en el multiverso y detener los planes de destrucción de Jobu Tupaki. De lo que Waymond habla no es de los fracasos e indecisiones de Evelyn, de todo lo que ha dejado a medias o simplemente abandonado a mitad del camino y sin terminar; entenderlo así es verlo desde la negatividad, pero desde la perspectiva más positiva, significa que ella aún tiene espacio para intentar tantas cosas, tiene todavía la viabilidad de terminar aquello que dejó en pausa y lograr las metas que hasta ahora no ha alcanzado; en corto, es como si le dijera que las posibilidades siguen ahí, latentes, presentes, mientras sea consciente que esto es parte esencial de la vida: tomar acción, decidir, arriesgar, vivir.
“Con cada momento que pasa, temes haber perdido tu oportunidad de hacer algo de tu vida. Estoy aquí para decirte que todos los rechazos, cada decepción te ha traído hasta aquí, hasta este momento. No dejes que nada te distraiga de él”, dice Waymond en otro momento, ante la sensación real y apremiante que pesa sobre Evelyn de nunca haber logrado nada en su vida, de siempre haber fracasado, al grado que actúa y se comporta como si hubiera desperdiciado cada momento y nada valiera la pena.
Esto es algo con lo que Evelyn lucha a lo largo de la historia, la decepción, la amargura y la desesperanza, porque se asume derrotada ante todo, ante la vida y ante ella misma; sus relaciones personales, con su esposo, con su padre y con su hija, naufragan en un eterno estado de desconexión, abandono e indiferencia, además de que su rutina se ha convertido en una vida monótona, presa del sistema, como dueños de una lavandería que los hace emprendedores que se autoexplotan, en donde, a pesar de los sacrificios, apenas tienen para sobrevivir.
En contraste Waymond es todo lo contrario a Evelyn y por eso ella lo reciente, hasta que se da cuenta que su esposo es el balance que necesita para encontrar el contrapeso en esa constante invasión de dudas, inquietudes y pesimismo. “Cuando elijo ver el lado bueno de las cosas no estoy siendo ingenuo. Es estratégico y necesario. Es como he aprendido a sobrevivir a través de todo”, dice una versión de Waymond, planteando que ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío, no significa no ser realista, sino avanzar con ánimo, esperanza y decisión para cambiar y sacar lo mejor de la realidad que les tocó vivir.
Los arrepentimientos de Evelyn no se pueden resolver con anhelar otra vida, o en una realidad que pudo ser, sino al tomar acción para cambiar el presente; no se trata, por ejemplo, de decirle a su hija lo que quiere oír, sino de ser sincera con ella sobre lo que piensa de su relación, de su presente, de su futuro y de sus sueños y sentimientos hacia ella.
Lo mismo aplica en la comunicación de Evelyn con su padre y con Waymond, incluso con la gente a su alrededor y hasta consigo misma. “Subestimas cómo las decisiones más pequeñas pueden convertirse en diferencias significativas a lo largo de la vida”, es otra de las frases reflexivas de Waymond.
Ese es el mensaje de fondo de la cinta, aprender a querer y valorar lo que se posee y se vive, pero sobre todo a quererse a sí mismo; aprender a cambiar, pero antes que nada querer hacerlo, elegir el lado bueno, amable de las cosas, el entendimiento en lugar del prejuicio en cualquier situación o ante cualquier persona, dejar de soñar despiertos para hacer realidad esos sueños, encontrar el valor o lo valioso que hay en las vicisitudes y cotidianidades, en los pequeños momentos, aprender de los fracasos y las caídas e incluso darles el valor que merecen, entender que el éxito lo define cada persona a partir de sus experiencias, no de los cánones ni de las presiones sociales, no el dinero, la fama o los bienes materiales; es darse cuenta que los problemas, el dolor y hasta las derrotas son tan grandes o pequeñas como queremos que sean, porque, después de todo, el caos también es parte imprescindible de la vida.
Ficha técnica: Todo En Todas Partes Al Mismo Tiempo - Everything Everywhere All at Once