“Mírame; tiene que haber algo más de lo que ven”, se dice a sí misma el personaje de Sandy en la película Vaselina (EUA, 1978) y eso es exactamente de lo que habla la historia, de las apariencias, las expectativas, los estereotipos y, sobre todo, la necesidad de romper con la etiqueta o prototipo que se te asigna pues no hace más que convertir a las personas en moldes establecidos con funciones específicas, pero no dimensiones de su personalidad, es decir, figuras homogéneas dentro de una masa en lugar de individuos con su propia identidad.
Sin embargo las personas no son cliché, no se puede ser el ‘bueno’ o el ‘malo’ o el ‘rebelde’ y en la escuela, el escenario en que se desarrolla la narrativa, no sólo hay atletas, porristas, estudiosos o indisciplinados, en esencia porque una única característica no puede definir a alguien, en especial en la etapa de vida pre-adulta en donde el proceso de formación implica adaptación, experimentación, evolución y reinvención, donde encajar es algo que pesa, socialmente hablando, y la aceptación es algo que se anhela como forma de reafirmación personal.
Dirigida por Randal Kleiser, con un guión de Bronté Woodard, a partir de una adaptación de Allan Carr del musical homónimo de Jacobs y Warren Casey, la cinta está protagonizada por John Travolta, Olivia Newton-John, Stockard Channing, Jeff Conaway, Eve Arden, Didi Conn y Sid Caesar, entre otros. La historia se centra en Danny y Sandy, dos jóvenes en lados completamente opuestos del espectro social que se reencuentran en la escuela tras un verano de amor, para su último año de preparatoria.
Sandy es una persona tranquila, se guía por los buenos modales y no le gusta llamar la atención, sin embargo, esto provoca que la gente a su alrededor la perciba como anticuada, tímida, ingenua y por ende ‘aburrida’, ya que asumen que nunca rompe las reglas, nunca se arriesga ni se divierte, percepción que se sustenta en el estereotipo y no porque al conocerla eso sea lo que sus compañeros descubrirían de ella. De hecho Sandy llega a ser bastante aceptada entre quienes sí se animan a convivir y platicar ella, y en más de una ocasión se muestra empática y decidida, nunca cegada por los rumores o los chismes, lo que le gana el respeto de más de uno.
Por su parte Danny vive de alguna manera la misma situación, la de ser tratado a partir del estereotipo que se le adjudica; a raíz de ello reacciona y actúa exactamente como que se espera que sea, lo que de alguna manera limita su desarrollo personal. Su contexto social es el de la clase trabajadora, sus intereses radican en experimentar el mundo en carne viva más que aprender de los libros y se ha ganado la fama de ´conquistador´ porque vive el momento en lugar de comprometerse a largo plazo con una idea, con un afecto, actitud que adopta en todo aspecto de su vida, es decir, se centra en el hoy sin planear el mañana, sin medir consecuencias, sin trazarse un camino.
Esto cambia en el momento en que conoce a Sandy y el romance pasajero al que está acostumbrado se convierte en una relación más significativa, tanto por lo que ella le aporta a él, o porque su visión de la vida, tan distinta a la suya, cambia la forma de ser de Danny, que ahora se sabe aceptado por alguien que no lo trata con prejuicio o dentro el estereotipo. En esencia, Danny puede ser él mismo cuando está con Sandy, como lo fue durante ese verano pasado, no forzado a ser Danny ‘el intrépido galán’, como se le califica en la escuela.
No obstante, Danny no puede sino ceder a las presiones sociales cuando Sandy reaparece frente a él y, en lugar de mostrarse como alguien accesible, afectivo y maduro, su ‘yo’ retoma esa actitud más desenfadada, sin compromiso y desinteresada que tanto le adjudican. Sandy le reclama, sin éxito, pues al final ambos son víctimas de las expectativas sociales y la difícil búsqueda por su identidad por la que atraviesan los jóvenes durante los últimos años de la adolescencia, camino a la adultez.
¿Es que ambos cambian porque se adaptan a su contexto y encuentran su papel o rol dentro de la sociedad? O, ¿lo hacen porque se rinden a la insistencia por encajar y a la necesidad de complacer a otros (o cubrir roles) para ser aceptados? Más de un personaje habla de la palabra ‘reputación’, de la sensación de que hay un compromiso por mantener esa opinión que los otros tienen de ellos, la pregunta es si ese reconocimiento, o esa fama, les sirve a ellos en su autoconocimiento o más bien es vehículo facilitador para los demás a su alrededor. La reputación personal es importante, el asunto es como la construyes y como la entiendes.
La historia de amor que guía la narrativa lleva a Sandy y a Danny a tratar de reencontrarse y retomar su relación, pero sobre todo a definirse a sí mismos en el proceso. ¿Qué es lo que quieren y qué es lo que hacen al respecto para alcanzar sus metas? El amor mutuo es evidente pero Sandy no está segura de que Danny sea alguien a gusto consigo mismo y reciente su traición. Danny a su vez entiende el desaire del que es responsable, pero no sabe cómo equilibrar o conciliar su rol dentro de su grupo de amigos y ese interés por sentirse a la par de Sandy; o visto de otra forma, no está seguro cómo madurar. Danny no se siente ‘digno’ de ella, porque quizá no se ve a sí mismo como su igual, porque no se valora a sí mismo por sus cualidades, sobre todo cuando descubre que las metas a futuro o la visión que tiene del presente no parecen empatar con las de ella.
Una vez que Sandy comienza a salir con alguien más, Tom, un atleta de la escuela, Danny se burla del otro y lo descalifica, pero esto también se basa en el estereotipo que tiene de él y la inercia de las dinámicas sociales entre jóvenes, las de competir, juzgar y contradecir. Sandy más tarde saca a la luz algo importante al respecto, la diferencia principal que hay entre ambos jóvenes, Danny y Tom, pues el objetivo, motivación o iniciativa del segundo por hacer algo más que sólo ver pasar los días, como Danny y sus amigos usualmente hacen, significa que hay en él algo más que sólo la inercia de la cotidianidad.
“¿Qué has hecho tú con tu vida?”, le reclama Sandy a Danny, lo que motiva a éste a perseguir algo más que ser aquel líder rebelde miembro de los T’Birds (su pandilla), o el conquistador desenfadado que se comporta mal y se burla de sus compañeros, como hacen constantemente él y sus amigos. Una vez que Danny opta por cambiar y comienza a practicar deporte en la escuela, lo relevante es saber si lo hace por iniciativa propia, por la necesidad de definirse más allá del estereotipo y encontrar en la disciplina un orden en su vida, o si lo hace exclusivamente para complacer a Sandy, para ser lo que él cree que ella quiere que sea.
Ese es parte del problema de los estereotipos y la presiones sociales por cumplir moldes específicos, el de tener que adaptarse a las expectativas de los demás y ganarse el señalamiento cuando se explotan las características de tales arquetipos. No sólo los dos principales protagonistas de la historia lo sufren, también otros personajes, como Rizzo, descalificada por su gusto por una vida más libre y sin restricciones, pero por eso etiquetada como ‘chica fácil’, luego repudiada cuando los chismes a su alrededor la critican por un supuesto embarazo, que para los demás sólo confirma el calificativo, volviéndola blanco de burlas en lugar de empatía.
Rizzo es más que una joven a la que le gusta divertirse y aunque sí, a veces por ello procede irresponsablemente ya que actúa con impulsividad, gana en la experiencia algunas lecciones importantes para sí misma, por ejemplo, que las apariencias engañan y que la vida hay que vivirla sin obsesionarse por lo que digan los demás. Curiosamente, la gente la señala a ella pero no a su pareja por el rumor del embarazo, demostrando que hombres y mujeres no son juzgados de la misma manera ante un mismo escenario. ¿Cómo contrarrestar, en este caso, el problema de tener que vivir a merced de las opiniones de otros?
Si esto es difícil para cualquier individuo, lo es aún más para los jóvenes adolescentes, que suelen temer las consecuencias de sus decisiones, no forzosa ni exclusivamente porque tomen consciencia de las repercusiones de sus actos, sino porque se topan frecuentemente con la reacción negativa de los demás ante sus errores. No se trata de obligarlos a seguir un camino específico, sino animarlos a comprometerse con el que escogen para sí mismos. La contradicción es que si la sociedad demanda de ellos roles específicos, incluso si son auto asignados como forma de inconformidad o rebeldía, ¿pueden ser ellos mismos sin temor a romper el orden establecido? En todo caso, si tienen o creen que tienen que cambiar por alguien más, ¿compromete esto su personalidad?
La reflexión toma importancia al analizar las acciones de Sandy, quien luego de darse cuenta de lo difícil que es para Danny apartarse del rol social que desempeña porque se ha vuelto parte de su persona, es ella quien decide cambiar su aspecto y apariencia para, aparentemente, encajar mejor en el entorno de él. La tranquila y dulce Sandy deja atrás su vestimenta tradicional, el estilo recatado de su actuar y la actitud callada que la caracterizan para adecuarse más fielmente al de Danny, cuya presencia es más moderna y vanguardista. La nueva imagen, atrevida y atractiva de Sandy, parece pensada no sólo para conquistar al ser amado sino para adecuarse a las expectativas de éste, lo que puede ser visto desde diferentes puntos de vista, algunos más polémicos que otros.
Si Sandy, por ejemplo, elige el cambio para satisfacer o agradar a los demás, parece tratarse de un retroceso en cuestiones sociales, el de una mujer que se ve empujada a una actitud más pasiva y servicial, complaciente, con tal de dejar a su pareja tomar la batuta en la relación, o en todo caso, el de una persona que esconde su esencia para dar pie a que alguien más la moldee en su nombre. ¿Por qué tendría que cambiar ella su personalidad, como fingiendo ser alguien más, sólo para agradarle o gustarle a alguien, como si ser ella misma no fuera ‘suficiente’?
Asimismo, la situación vista desde otra perspectiva quizá pueda tratarse de un intento de Sandy por encontrar el punto medio en la situación, evolucionar y adaptarse sin comprometer por completo sus ideales y convicciones; un punto medio que le permita a Danny ser quien es y al mismo tiempo a ella ser algo más que expresión del molde en el que se le ha encasillado, tal como él intenta hacer al buscar otras actividades de vida más allá de sus expectativas iniciales sobre su persona.
Esto es, claro, otro tema que vale la pena analizar, el de personas que toman decisiones radicales con tal de escapar de la etiqueta, porque el mundo alrededor no se da cuenta que el encasillamiento afecta su desarrollo. ¿Es que Sandy opta por una imagen radicalmente opuesta a la suya porque quiere huir del mote de ‘inocente’, harta de él porque parece que fuera usado como una forma de, indirectamente, llamarla ‘incompetente y boba’? ¿Acaso no muchas personas hacen esto en la vida real con tal de no ser descalificadas y en consecuencia menospreciadas?, gente que rompe con la regla o el molde para sentirse ‘diferentes’ al resto de las personas, ya sea que hablemos de un cambio de imagen, de tatuajes o piercings, o de acciones más extremas como ir en contra de la ley o involucrarse en delitos menores. Así que cuando alguien reacciona de esta manera, haciendo todo lo contrario a lo que se espera de ellos ¿es porque rompen el esquema para reinventarse o sólo por ir en contra del convencionalismo tradicional?
¿Hasta dónde llegan los jóvenes por encajar en su entorno o por cubrir las expectativas de otros? ¿Qué tanto les afecta fracasar al perseguir sus sueños?; las preguntas están presentes en la historia, si bien no del todo profundizadas o dimensionadas. Con temas como el embarazo adolescente, la importancia de la educación escolar y las consecuencias de abandonarla, el peso del rumor en las dinámicas de interacción, el impacto que tiene en la autoestima la percepción social o la forma como los jóvenes entienden el romance a su corta edad; la cinta es más que un relato musical ambientado a mediados del siglo XX.
El poder de la película para trascender no recae en exclusiva en su producción y puesta en escena, sino también en cómo muchas de esta realidades existenciales adolescentes son universales y atemporales, pero también sujetas al contexto en que se perciben, es decir, ¿habría más empatía hacia la situación de Rizzo si la historia se desarrollara en el siglo XXI en lugar del XX? También vale la pena preguntar si la actitud ‘ruda’ y rebelde de Danny y sus amigos está sustentada en su deseo por romper las normas para destacar entre la comunidad estudiantil o el deseo de protestar contra un estatus quo que alimenta la división de clases y grupos sociales.
‘Debe haber algo más de lo que ven en la superficie’, es la lógica de las palabras de Sandy cuando canta “tiene que haber algo más de lo que ven”; pero el punto no es que en efecto lo haya, sino que en ese momento, a punto de dejar la etapa adolescente, ella se ha dado cuenta que así es; que no se trata de lo que fue o sucedió el verano pasado y no debería tratarse de lo que Danny quiera o no quiera, sino de lo que Sandy quiere para sí misma; en ese sentido lo mismo aplica para Danny. En corto, no está bien cambiar para agradar al otro, hay que hacerlo para agradarse uno mismo, porque uno mismo está convencido que cambiar lo ayuda en su desarrollo personal; el punto de la historia es que cuando se es adolescente esta lección todavía no está totalmente clara y aprendida, así que, al final, cambiar de una forma u otra, es la única manera de digerirla.
Ficha técnica: Vaselina - Grease