La mejor amiga de mamá se fue. Pero no es tan extraño los amigos se van, escogen un camino y se alejan. Ya sea por el trabajo, la familia, la pareja, esa vorágine que llamamos vida. La amiga de mamá no se fue así, murió. Una enfermedad se desarrolló en su cuerpo, no se sabe en que momento y aunque recibió toda la atención médica y apapacho de su familia, se fue.
A mi mamá la noticia le llegó por un mensaje “ha partido ya”. La nostalgia tiende a pegarse al cuerpo. Recordó la última vez que la vio, feliz como siempre, me dijo, rodeada de ese hálito de buena persona. Esa misma sonrisa con la que la conoció aquel primer día en el Tecnológico de la Laguna hace 45 años. Desde aquellos primeros momentos en adelante nunca faltó en su vida. Su sonrisa la siguió el día de su boda, cuando nacieron sus bebés, en las fiestas infantiles, en los quince años, en las bodas. Podía levantar el teléfono y hablar con ella, platicar sus alegrías y sus tristezas. Darse ese cobijo de amistad y consejo que te da una buena amiga. Ahora ya no está, se fue. Le dejó muchos futuros recuerdos, confidencias y risas atorados en la garganta.
Al acompañar a mi madre a la misa de ceniza presente no pude evitar recordar a mis amigas. Creo que no pensamos en lo transitorio que es la existencia. Recordé a esas niñas que conocí en la escuela. Esas jóvenes que me acompañaron en esa locura llamada adolescencia, con las que lloré los primeros amores y desamores. Las que me hacían pasar mil veces frente a la casa del chico que les gustaba, las que eran Celestinas y viceversa.
Amigas que llegaron en la universidad, cuando empezaba la aventura que es la vida adulta. Recorrí esos laberintos de la mano de amigas maravillosas Los viajes y fiestas locas llenas de anécdotas, de risas, de muchas risas.
Amigas que llegaron junto con mi maternidad, cuando la existencia se volvía una carrera con obstáculos
Amigas sorpresa que llegaron cuando pensaba que no volvería a conocer a nadie más y que ahora alegran mi estrenada madurez.
Pensé en todas ellas, no que haya hecho una colección, pero puedo presumir que en mi lista de amigas se encuentran las mujeres: más lindas, locas, positivas, apasionadas, graciosas, locas, ya dije locas, debó aclarar que es un requisito para estar en esta colección. He tratado de darme un ratito con cada una, tal vez, una visita, una cena, un desayuno, una alberca, un tequila, un mensaje con una imagen graciosa.
Ahora sé que la vida no da sorpresas, algún día me despediré de cada una, pero antes que pase eso me gustaría seguir acumulando locuras con todas ellas. Sé que mi madre lo hizo con su amiga, y estoy segura que dónde se encuentre mi tía Betty está tejiendo, sonriendo y recordando todo lo que se disfrutaron.
Tía, síguenos mandando luz.
Betty Montaña
(1950- 2017)