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Mexicanos festejan a la Virgen de Guadalupe
VIERNES, 12 DE DICIEMBRE DE 2003
21 fotos
Foto: AP, EFE 12 de diciembre de 2003
Aunque en los doce meses del año se realizan las peregrinaciones de fieles, el 12 de diciembre rebasa todas las expectativas y se convierte en un día especial en la capital mexicana.
Los bailes se producen simultáneamente a las misas y demás bendiciones más ortodoxas que presidieron los miembros de la curia católica.
Decenas de grupos de "concheros" (danzarines ataviados a la usanza prehispánica) tomaron la explanada de la Basílica de la Virgen de Guadalupe, y expresaron con sus bailes la devoción que sienten por la Patrona de México.
Incensarios, músicos y ofrendas a la Virgen se entremezclan con los peregrinos que han ido llegando en las últimas horas desde varios puntos de la República a pie, en camión o bicicleta.
Los festejos de comenzaron, como exige la tradición hace medio siglo, con artistas populares como Lucero, Enriqueta Jiménez, Daniela Romo, María Victoria, Ana Bárbara, Darina, Gabriel Navarro, Aida Cuevas y Marco Antonio Muñiz, que dedicaron emocionados sus canciones ante la imagen.
Miles de personas se congregaron en el recinto de La Basílica para cantar, rezar y bailar, fórmula utilizada desde hace siglos por los indígenas mexicanos para saludar a la Virgen.
La Virgen de Guadalupe se mantiene como un ícono nacional que representa las aspiraciones de los mexicanos.
El cardenal Javier Lozano Barragán y el Arzobispo Primado de México, Norberto Rivera Carrera, concelebraron la Misa de las Rosas, en honor a la Virgen de Guadalupe.
La extraordinaria devoción de los mexicanos por la Virgen les lleva a colocar pequeños altares con su imagen en los lugares más inverosímiles, como las puertas de los prostíbulos, las cantinas, los subterráneos, los mercados y, por supuesto, los autos, las paradas de taxi y los autobuses.
En la última de las apariciones, para convencer al incrédulo obispo, quedó estampada la imagen de la Virgen en la tilma (una especie de poncho) que usaba Juan Diego, guardada celosamente en la Basílica.
Según la tradición católica, en 1531 la Virgen pidió a Juan Diego que llevara al obispo fray Juan de Zumárraga el mensaje de que se le construyera un templo en ese lugar, el cerro del Tepeyac.
Patrona de México, madre de los huérfanos, morenita del Tepeyac, entre otros títulos, marcan la pasión por esta Virgen, cuya Basílica es el lugar religioso más visitado del mundo después de La Meca.
La celebración de un aniversario más de la aparición de la Virgen Morena ante el indio Juan Diego, hoy canonizado por el Vaticano y reconocido como el primer santo indígena, se sucede desde hace varios días, desde que comenzaron a llegar los primeros fieles católicos. Desde su aparición, hace 472, miles de mexicanos acuden al cerro del Tepeyac.
El comercio también "hizo su agosto". Se vendió de todo. Para cualquier gusto y bolsillo. A lo largo de la Calzada de Guadalupe y en las calles aledañas se expendía, además de alimentos y bebidas, cuadros con la imagen de la Virgen Morena en 30 pesos; crucifijos entre 45 y 230; camisetas y conjuntos tambien con la imagen de La Guadalupana, entre 20 y 50.
Y nadie escatimaba: "Cómase un taquito, ándele, está buenísimo"."¿Qué, ya no quiere otro más?". La pregunta fue por qué. Las respuestas fueron aparentemente simples, pero en el fondo profundas: "Nada más. Por ayudar a la gente que viene cansada de caminar y a veces anda con muy poco dinero", "damos sólo lo que podemos dar", o "es una devoción de años de nuestra familia". "¿Por qué no?", señaló alguien más.
La solidaridad también se hizo patente a lo largo de la Calzada de Guadalupe, donde se colocaron mesas con alimentos calientes y bebidas: naranjas, agua, pan, arroz, frijoles, pollo con mole, picadillo, carne de puerco, huevos cocidos, chicharrón, nopalitos, moronga, chiles rellenos y tortillas, que despedían deliciosos olores que se podían percibir en el camino a La Casita.
La devoción a la Virgen de Guadalupe, que se extiende en toda América y que abarca a todas las clases sociales, se hizo patente una vez más. Solos y en grupos, las personas se aproximaban a La Villa con imágenes en tela, madera, policromado y flores. Muchos llevaban camisetas con la imagen de la Patrona o del Milagro Guadalupano.
Además, recibieron la bendición del Papa Juan Pablo II, a través del nuncio apostólico Giusseppe Bertello, quien los invitó a sumarse a los trabajos evangelizadores de la Iglesia Católica.
Los marginados, los sin voz, hoy fueron recibidos por el arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, y junto con él, el vicepresidente de la Comisión Pontificia para América latina, Luis Robles y el nuevo cardenal Javier Lozano Barragán, entre otros miembros de la jerarquía Católica, pidieron por la unidad nacional.
De todos los rincones del país, en peregrinaciones a pie, en bicicletas, motocicletas, camiones, autos y por cualquier otro medio, los fieles arribaron a la capital para ofrecer flores, sobre todo rosas, dar gracias y pedir favores a la Patrona de América.
Al menos cuatro millones 800 mil peregrinos se dieron cita en la Basílica de Guadalupe para rendir tributo a la Virgen del Tepeyac, quien hace casi cinco siglos unió dos culturas, tras encargar al hoy San Juan Diego Cuauhtlatoatzin gestionara la construcción de un templo para rendirle culto.
Mexicanos festejan a la Virgen de Guadalupe
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