Vive el XVII Maratón Internacional Lala 2005

Estos son algunos de los corredores

Vive el XVII Maratón Internacional Lala 2005

El personal asignado para desfogar la vialidad en Torreón no se dio abasto con los múltiples conges-tionamientos. Los conductores se vieron afectados con los diversos rodeos para cruzar la ciudad, y afirmaban que no hubo información suficiente sobre las rutas a seguir por los corredores.

Uno de los pocos puntos negros que se tuvo durante la jornada, fue el desaire de las autoridades de Torreón y Lerdo, que no acudieron a la ceremonia de premiación, al igual que la primera autoridad de Coahuila, aunque el ambiente de fiesta vivido hizo que la concurrencia no les extrañara. En contraparte, Gómez Palacio fue representado por su alcalde, Octaviano Rendón.

Aunque había agentes de Tránsito y Vialidad en los cruceros más conflictivos, el tráfico vehicular se vio severamente afectado por las rutas del maratón, lo que derivó en “cuellos de botella” en el bulevar Miguel Alemán, de Gómez Palacio, y en vías alternas al bulevar Revolución, como la Presidente Carranza.

Los campeones del Maratón Lala 2005 fueron George Okworo, de Kenia, y Dulce María Rodríguez, de la Ciudad de México, en categoría varonil y femenil, respectivamente. Para Esteban Rodríguez, quien es empleado y padre de dos niños, las principales ganadoras fueron las familias.

La religión estuvo presente con la imagen de la Virgen de Guadalupe en diversas playeras y mantas, que los maratonistas mostraban una vez que completaban el recorrido, también las hubo con el rostro del Papa.

Proveniente de Chihuahua, un invidente alcanzó la línea, acompañado de un compañero que le ayudó a guiarse durante el trayecto. En la meta todo era fiesta, los competidores se estrechaban la mano felicitándose, se abrazaban y aplaudían a los que llegaban detrás.

En la recta final no faltaban los “colados” que sólo entraban a correr los últimos metros, señoras con todo y bolsa, niños sin número, que buscaban sentir también la gloria de llegar a la meta.

Otra mujer alcanzó la meta cojeando y con la ayuda de un paramédico. Una vez que cruzó la línea, abrazó al hombre que le ayudaba y se desplomó en un gesto de dolor, por lo que fue necesario recogerla en camilla.

Muchos maratonistas buscaban la oportunidad de compartir la victoria con sus familias y amigos. Un hombre se hincó justo en la meta, se persignó y luego continuó el recorrido a la revisión médica. Diversas parejas arribaron juntas a la línea, incluyendo un matrimonio donde el esposo se adelantó un poco en la meta para sacar la cámara de video y filmar el instante en que su amada llegaba, así como la expresión de esfuerzo en su rostro.

Cuando estaba por llegar a la meta, un joven padre de familia tomó en brazos a su pequeño hijo para compartir su momento de gloria con él y juntos cruzaron la línea. Minutos antes arribó otro papá de la mano de su muchacho “mini Batman”.

Diversos atletas portaban orgullosos playeras con el logotipo de las empresas donde laboran, otros llevaban el nombre de su ciudad natal, como el corredor de Acámbaro, Guanajuato, que carecía de un brazo.

Un mimo bailaba y arrojaba regalos entre las personas que apoyaban en la línea de meta, las edecanes y botargas terminaron por bloquear uno de los carriles de llegada y dos participantes chocaron por rodearlos.

Pero el significado del maratón no parecía estar en la meta misma, cada corredor tenía su propio objetivo personal

La campeona nacional del Maratón Internacional Lala 2005, la mexiquense Dulce María Rodríguez, explotó en contra de Nelson Vargas Basáñez, titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), así como del comité organizador de la competencia lagunera.

Algunos participantes cojeaban o saltaban en una sola pierna con un notorio dolor reflejado en el rostro, pero en ningún momento cesaban en su intento por llegar a la meta, mientras que los observadores insistían en que “éste es el verdadero significado del evento, lograr su propósito, llegar a la meta”.

También se pudo ver en acción atletas con capacidades diferentes, varios de ellos a bordo de silla de ruedas o invidentes que fueron guiados por otros compañeros hasta la meta, para dejar constancia de su tenacidad y fortaleza física y mental.

Con cumbias, edecanes y botargas bailarinas celebraban la llegada de los participantes en la meta, las mujeres recibían una rosa roja por la cercanía del Día Internacional de la Mujer. Los cuerpos lucían empapados en sudor, los rostros serios y concentrados que, al cruzar la línea, dejaban ir una sonrisa de satisfacción.

Los gritos de apoyo de los laguneros parecían transmitir energía a los maratonistas, que alcanzaban su “segundo aire” y recobraban fuerzas para arribar a la meta

El último tramo era ya una celebración. Más de mil personas esperaban en las gradas de la meta, armadas con globos “aplaudidores”, para apoyar a los corredores en su llegada. Sobre la línea, se distinguía la Bandera de México junto a una manta de Lala.

Los enmascarados y encapuchados “Santo” y “Blue Demon” se llevaron los aplausos de los observadores, más aún cuando el primero se quitó los tenis y concluyó el recorrido descalzo.

Dulce María (foto) mencionó que está muy contenta, y el triunfo se lo dedica a Crisóforo Zárate, director del Instituto de Cultura, Deporte y Educación Física en el Estado de México, quien la apoyó incondicionalmente para venir a Torreón, con la promesa de competir y ganar.

Vive el XVII Maratón Internacional Lala 2005

Alrededor del bosque Venustiano Carranza, los ciudadanos se solidarizaban con los maratonistas a través de aplausos y frases como “ya estuvo”, “ya llegó”. Las familias procuraban trasladarse a los sitios por donde pasaban sus corredores y les apoyaban, para después cambiar de lugar y nuevamente motivarles a seguir.

Por otro lado, Ana Gabriela Guevara, vino, hizo presencia y se fue, sin que se diera unos minutos para atender a los medios de comunicación, incluso, una buena cantidad de admiradores se quedaron con las ganas de saludarla aunque sea a distancia, ya que en todo momento se evitó el contacto con el público que aspirada a obtener una foto con ella o al menos un autógrafo.

Los colonos proveían de agua, bebidas energizantes, toallitas húmedas y esponjas mojadas a los participantes, algunos ofrecían chocolates o dulces, cualquier cosa que ayudara a los atletas a recuperarse un poco del largo recorrido y continuar con mayor energía su camino.

Entre los numerosos personajes que se hicieron presentes en el contingente, se encontraban atletas enmascarados y con el atuendo del Santo y Blue Demon, o bien, disfrazado de demonio. En este grupo no podía faltar Mario Juárez, conocido en el ambiente atlético como La Parka Lagunera, que a lo largo del año participa en buen número de competencias atléticas de distintas ciudades.

Personajes como “El Diablo” o “La Parca”, son ya reconocidos entre los observadores, que les esperan y aplauden con más ímpetu. El primero, un hombre de lentes que viste short y playera roja, nariz y cuernos de tela, un cetro en cada mano y diez enormes cascabeles en los pies. “La Parca” camina más despacio, lleva un traje completo de pantalón y camisa de manga larga negra, con los “huesos” pintados en blanco, carga además una bandera del Maratón Lala.

Hombres, mujeres, jóvenes, adultos mayores, delgados, gruesos, lampiños, con bigote, ricos, humildes, fornidos, tatuados, todos unidos por la voluntad de concluir la carrera y llegar a la meta, pero cada uno con un reto personal distinto.

Los médicos atendían a quienes padecían calambres, los corredores se reincorporaban luego de un breve masaje, algunos debían dejar la carrera y se resignaban entre lágrimas.

Felipe Estrada, quien es padre de un niño de siete años, platicaba con su pequeño sobre Juanito Lara, corredor que no sólo ha superado su Parálisis Cerebral Infantil (PCI), sino que además demuestra que no hay límites para quien no se impone barreras, “es un ejemplo de superación, no sólo para las personas con capacidades diferentes sino para la comunidad en general”.

Familias enteras salían desde temprano de sus casas para observar y motivar a los competidores.

En colonias como Torreón Jardín y Campestre La Rosita, los vecinos estaban dispersos a lo largo del trayecto, con tambores y matracas para apoyar a los atletas, cuyos rostros reflejaban gran esfuerzo.

“Es muy bueno que haya eventos deportivos en este momento, cuando tanto los necesita nuestra ciudad, hemos pasado por tantas situaciones violentas que nos hacía falta algo positivo donde se retomaran los valores fundamentales como la amistad”, manifiesta la señora, “y sobre todo, sin el alcohol presente, limpio de vicios, esto sí es familiar”.

Para Aurora Espino, quien es psicóloga, el maratón es una demostración de constancia y perseverancia. Considera que se puede aprender mucho de los corredores, que dan su mayor esfuerzo sin importar el dolor.

“Lo importante es participar”, dice Marina Reyes, madre de uno de los jóvenes maratonistas, “qué tiene que lleguen en el lugar que lleguen, pero mientras alcancen la meta, es lo que todos quieren, no le hace el tiempo”.

Los cinco mil participantes ajustaron sus relojes y emprendieron la marcha partiendo de la Ciudad Jardín. Algunos comenzaron acompañados de sus familiares, otros charlando entre sí. La mayoría había participado en maratones anteriores, los más jóvenes, apenas se iniciaron en el deporte, pero confiaban en realizar un buen papel

Hoy es una fiesta familiar, llena de color y energía. Más allá de completar una carrera, los competidores son, para muchos ciudadanos, ejemplo de esfuerzo y perseverancia.

El maratón Lala comenzó como un maratón, donde los participantes debían recorrer 42 kilómetros a través de las tres ciudades hermanas.

Enmascarados, abanderados, corredores con capacidades diferentes, entre ellos invidentes o a bordo de silla de ruedas; atletas convencionales y un público integrado por miles de espontáneos que tomaron las calles para ofrecer su incondicional apoyo, dieron vida a una edición más de la llamada “Fiesta Lagunera”, que logró su cometido

Tras una breve participación, apenas de unos metros, este ejemplar deportista, con experiencia en varios ultramaratones, entregó la estafeta y se retiró a su domicilio, donde al lado de familiares y amigos se dedicó, por vez primera, a observar y apoyar a los miles de corredores que año con año visitan La Laguna.

Esta vez, debido a problemas de salud, don Germán decidió retirarse de la competencia y cedió la estafeta a su hijo, a quien le tocará continuar la tradición iniciada por su padre, quien había tomado parte en las 16 primeras ediciones de este certamen atlético.

Pese a todo el ambiente de fiesta, esta vez se pudo sentir la ausencia de don Germán González Navarro, uno de los grandes personajes de la prueba, quien se distinguiera por ser, junto con don Ramón Iriarte, fundador de este maratón

Como un digno ejemplo de trabajo en equipo, se destaca la labor de los cerca de cinco mil voluntarios registrados por el comité organizador, quienes en todo momento dieron atención a las necesidades de los atletas en las diferentes áreas que conformaron las pruebas.

Entre los participantes se pudo ver el colorido del vestuario presentado por Los Ciberpayasos, Las Vacas Locas, La Porra Amarilla, etc., sin dejar de lado a los grupos musicales apostados en diferentes lugares, que se convirtieron en puntos de reunión para el público, que en algunos casos literalmente apoyó hasta con la cacerola, al utilizar estos utensilios de cocina para acompañar sus cantos.

Al igual que en años anteriores, los grupos de las porras estuvieron presentes en diferentes puntos del trayecto y cumplieron con su función, al dar apoyo a los atletas en la forma que sus integrantes consideraron prudente.

Poco a poco las calles se vistieron de color y alegría, ya que el ruido de las sirenas atrajo a miles de personas, quienes se congregaron a lo largo de la ruta, principalmente en puntos como el Bulevar Alemán, el Parque Victoria y la Plaza de Lerdo, el vado del Río Nazas a la entrada de Torreón, la colonia Los Ángeles y San Isidro, el Bulevar Independencia, la calle Múzquiz, Avenida Juárez, en algunos puntos de las colonias Torreón Jardín y Campestre, Paseo de la Rosita y ya en dirección al Bosque Venustiano Carranza, la Avenida Juárez y las calles que circundan al citado paseo público, donde el apoyo se hizo manifiesto en mayor medida.

Los atletas iniciaron su recorrido a una temperatura de 13 grados, de acuerdo a los especialistas, ideal para este tipo de competencias, lo que favoreció buenos registros de tiempo durante la primera mitad de la prueba.

Como en años anteriores, previo al arranque se entonó el Himno Nacional Mexicano y el acto fue encabezado por el gobernador de Durango, Ismael Hernández Deras y otros invitados especiales del comité organizador.

La nueva reina del maratón lagunero, estuvo siempre dentro del pequeño grupo líder y desde el mismo arranque se alternó la punta con la keniana Margaret Toroitich y en algún momento con Adriana Fernández, aunque terminó por vencerlas a ambas.

Esta corredora se convirtió en la nueva monarca del campeonato Nacional de Maratón y de paso, consiguió su boleto para el Campeonato Mundial de Maratón, a efectuarse en la ciudad de Helsinki, Finlandia, durante el presente año.

Un contundente triunfo se acreditó ayer la mexiquense Dulce María Rodríguez de la Cruz en el XVII Maratón Internacional de La Laguna 2005, al convertirse en la nueva poseedora de la marca nacional de esta prueba, luego de ejercer un amplio dominio sobre el resto de las corredoras de la categoría Élite.

El maratón se celebró en las calles de la Comarca Lagunera, en un gran ambiente de apoyo de la comunidad local.
La segunda posición correspondió al etíope Robel Tafere con 2:14’30” y la tercera al guanajuatense Juan Gualberto Sánchez Vargas con 2:16’01”, para de esta manera proclamarse como campeón nacional de la especialidad.

En una clara demostración de perseverancia, astucia y estrategia, el keniano George Okworo, con tiempo oficial de dos horas, 11 minutos y 47 segundos, se impuso en el XVII Maratón Internacional Lala 2005 categoría Élite,

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