En pleno debate por la necesidad o no de reforzar la plantilla con un central, sin pasos aparentemente dados para una adquisición, salió al paso el alemán Antonio Rudiger, el único zaguero puro en esa zona del once de Carlo Ancelotti, para rescatar al Real Madrid, darle un triunfo que se escapaba y premiar a su equipo con el honorífico título de campeón de invierno.