La primer chica que pasó fue una joven de 20 años llamada Leila. Sus ojos desorbitados lo miraban sin parpadear, vio con detalle su esponjado cabello negro, los piercings que colgaban de sus cejas y ambas orejas, su camisa de manta así como las pulseras que portaba en su mano derecha.
“Soy súper fan de él, llegué a las siete de la mañana. Me encanta Kalimba, lo amo, lo amo, lo amo. Haría todo por él, por eso llegué temprano; no he almorzado, no he comido, no dormí. Me emocioné mucho cuando lo tuve enfrente, estuve a punto de llorar”, dijo cuando bajó del estrado.
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La primer chica que pasó fue una joven de 20 años llamada Leila. Sus ojos desorbitados lo miraban sin parpadear, vio con detalle su esponjado cabello negro, los piercings que colgaban de sus cejas y ambas orejas, su camisa de manta así como las pulseras que portaba en su mano derecha.
“Soy súper fan de él, llegué a las siete de la mañana. Me encanta Kalimba, lo amo, lo amo, lo amo. Haría todo por él, por eso llegué temprano; no he almorzado, no he comido, no dormí. Me emocioné mucho cuando lo tuve enfrente, estuve a punto de llorar”, dijo cuando bajó del estrado.
La primer chica que pasó fue una joven de 20 años llamada Leila. Sus ojos desorbitados lo miraban sin parpadear, vio con detalle su esponjado cabello negro, los piercings que colgaban de sus cejas y ambas orejas, su camisa de manta así como las pulseras que portaba en su mano derecha.
“Soy súper fan de él, llegué a las siete de la mañana. Me encanta Kalimba, lo amo, lo amo, lo amo. Haría todo por él, por eso llegué temprano; no he almorzado, no he comido, no dormí. Me emocioné mucho cuando lo tuve enfrente, estuve a punto de llorar”, dijo cuando bajó del estrado.Fotos: El Siglo de Torreón
05 de febrero de 2005.