En Pekín -una ciudad de 14 millones de personas- las calles lucían casi desiertas mientras decenas de miles desafiaron un viento helado y llenaron los templos para pedir buena suerte en medio de nubes de humo de incienso perfumado. Había tanta gente en el templo budista Yong He Gong que la policía prohibió que entrara nadie más.
En Pekín -una ciudad de 14 millones de personas- las calles lucían casi desiertas mientras decenas de miles desafiaron un viento helado y llenaron los templos para pedir buena suerte en medio de nubes de humo de incienso perfumado. Había tanta gente en el templo budista Yong He Gong que la policía prohibió que entrara nadie más.Fotos:AP 09 de enero de 2005
publicada el 09 de febrero de 2005