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En 1916, México no se intimidó

EL CARRIZAL, CHIHUAHUA, FUE EL LUGAR DE UNA DE LAS MÁS FEROCES BATALLAS EN LA HISTORIA DEL PAÍS

Líder. El papel de Venustiano Carranza en la batalla resultó fundamental para los intereses mexicanos.

Líder. El papel de Venustiano Carranza en la batalla resultó fundamental para los intereses mexicanos.

HIGINIO ESPARZA

Con antelación al violento enfrentamiento entre los soldados de la llamada expedición punitiva estadounidense y el ejército mexicano en "El Carrizal", Chihuahua, el 21 de junio de 1916, el presidente Venustiano Carranza advirtió reiteradamente al gobierno norteamericano que no permitiría la intrusión de sus tropas en territorio nacional.

Desde el mes de marzo de ese mismo año, el Varón de Cuatro Ciénegas alertó a los altos mandos del ejército constitucionalista para detener por medio de las armas una nueva invasión de las fuerzas americanas y evitar que las tropas gringas ilegalmente acuarteladas en Chihuahua "se muevan al Sur, Este u Oeste del lugar que actualmente ocupan. De lo contrario, sus fuerzas serán atacadas por las mexicanas si esta disposición no es atendida".

Asimismo, oportunamente enteró de la actitud intervencionista de Washington a los gobiernos de los países latinoamericanos, denunciando la ultrajante concentración del ejército yanqui en la frontera con México, "con una manifiesta hostilidad y con la pretensión de arrastrarnos a una guerra que ni el gobierno ni el pueblo mexicano provocan".

En la circular enviada a los secretarios de Relaciones Exteriores de las naciones hispanohablantes que mantenían buenas relaciones con el nuestro, el presidente Venustiano Carranza estableció con claridad que "tanto el gobierno como el pueblo de México están resueltos a defender su soberanía y absoluta independencia aun a costa de la sangre de sus hijos y la destrucción de sus riquezas".

Acusó al gobierno norteamericano de no mostrar piedad hacia las repúblicas hispanoamericanas y subrayó: "…sus injustificados procedimientos con México afectan a las demás repúblicas hermanas y tratan de quebrantar los vínculos que por comunidad de ideas, de origen y de intereses, las deben unir -y las unen- en estrecha solidaridad ante el porvenir".

Hostil y provocativo, el presidente de Estados Unidos hizo caso omiso de la postura asumida por el gobierno mexicano para impedir la entrada a territorio nacional de la fuerza punitiva comandada por el general John S. Pershing que pretendía capturar a Francisco Villa luego del asalto a Columbus, Nuevo México, hasta que se produjo el virulento enfrentamiento entre las tropas atacantes y el ejército mexicano en "El Carrizal", Chihuahua.

Esa batalla fue decisiva para los intereses patrios mexicanos, pues el enemigo cayó en forma humillante: de los combatientes afroamericanos en su mayoría, unos huyeron, otros se rindieron y doce murieron. Varios más resultaron heridos. Hasta allí llegó la caravana incursora; las fuerzas restantes se replegaron a Casas Grandes, Chihuahua, donde el general Pershing había establecido el puesto de mando. El desafiante militar todavía se atrevió a permanecer con sus tropas otros ocho meses en México, regresando a Estados Unidos hasta el 5 de febrero de 1917.

Antes de que ocurriera la batalla crucial del 21 de junio de 1916, y a partir del 9 de marzo, la fecha en que el general Francisco Villa atacó Columbus, la tropa invasora americana sostuvo numerosos combates contra las bandas villistas que encontró a su paso, destacando las contiendas del 29 de marzo en Ciudad Guerrero; 12 de abril en Parral y Namiquipa; 13 de abril en Valle de Ballesta; 15 de abril en Satevó; 22 del mismo mes en Tomochil y el 29 en el rancho Holly, con más bajas del lado mexicano.

La persecución contra los villistas por parte de los gringos usurpadores, fue de tal eficacia, que los resultados mortificaron al general Álvaro Obregón, secretario de Guerra y Marina del gobierno mexicano, endureciendo la respuesta nacional. El presidente Venustiano Carranza giró órdenes terminantes a los jefes de las plazas militares de Matamoros y Nuevo Laredo para que batieran al rival extranjero y al general Manuel M. Diéguez, acuartelado en Empalme, Sonora, le pidió que mandara fabricar bombas de dinamita de mano "que mucho nos servirán".

Los generales Agustín Millán y Francisco González, recibieron instrucciones similares, al igual que el general Manuel M. Mesta, acuartelado en Mazatlán, Sinaloa.

La cruenta batalla de "El Carrizal" la incitaron las fuerzas americanas de acuerdo con el testimonio rendido por el intérprete que acompañaba al capitán Charles Boyd, a quien culpó del incidente.

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Escrito en: El Carrizal

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