Siglo Nuevo

Colegio Cervantes

Una postal de La Laguna

Foto: Cortesía arquitecto Méndez Vigatá

Foto: Cortesía arquitecto Méndez Vigatá

Jesús Tovar

Formas básicas y ricas, ladrillo colocado con pulcritud, cornisas, parasoles, rampas, muros de piedra gris y su romántica torre del reloj. El Colegio Cervantes, diseñado por el arquitecto lagunero Antonio Méndez Vigatá, es una paleta simple pero llena de significado. La identidad lagunera está codificada esperando ser descubierta por sus visitantes.

A partir de una arquitectura nacida de postales, el Colegio Cervantes evoca al Torreón ido y a La Laguna añorada. Sabia respuesta al desierto, espacio de aprendizaje y enseñanza dignos de la gente de la región.

Antonio Méndez Vigatá nació en Torreón el 24 de noviembre de 1959. Realizó sus estudios de arquitectura en el ITESM, Campus Monterrey y de posgrado en el Architectural Association en Londres, Inglaterra. Ha trabajado en diversos despachos tanto en México como en el extranjero, entre los que se destacan las oficinas londinenses de Ove Arup & Partners, Michael Wilford y James Stirling and Partners. En el ámbito académico ha dado clases en North London Polytechnic en Londres, ITESM Campus Monterrey, Universidad de Wisconsin en Milwaukee, Universidad de Navarra en Pamplona, Universidad Iberoamericana de Torreón e ISCYTAC.

Entre 1991 y 1993 fue director de la escuela de arquitectura del Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey. Su práctica profesional le ha llevado a proyectar edificios que se han construido en Inglaterra, Arabia Saudita, Malasia y México. Entre otros organismos, ha pertenecido al Consejo de Planificación Municipal de Torreón, al Consejo Municipal de Desarrollo Urbano de Torreón y al Consejo de Desarrollo Urbano de Nuevo León. Actualmente forma parte de la Junta de Protección del Patrimonio Arquitectónico de Torreón.

Méndez Vigatá también ha publicado artículos en diversas revistas y periódicos y colaboró en el libro Modernidad y Arquitectura en México editado por la Universidad de Texas en Austin y que fue publicado en español por la editorial Gustavo Gili. Además, en enero de 2004 su proyecto para el Colegio Cervantes de Torreón fue publicado por la revista Texas Architect de Estados Unidos.

El complejo del Colegio Cervantes fue diseñado y construido en dos manzanas. La serie de edificios que lo conforman fueron inteligentemente pensados para el gozo del aprender y enseñar con calidad.

Fue en 1990 cuando la necesidad generó las ideas iniciales y los primeros bocetos del arquitecto. Se comenzó por revisar estándares educativos de México, Europa y Estados Unidos para luego 'cuajar' una propuesta en firme. En esa época, Antonio Méndez tenía alrededor de 18 años sin vivir en México y llegó con otra visión que le permitió convertir el colegio en un verdadero tesoro de nuestra arquitectura regional.

La idea principal era buscar una respuesta local que tomara en cuenta las orientaciones del terreno. Retomó el uso de materiales locales, creando así un 'pedacito' de Torreón. La sobriedad de sus formas, su simpleza, su limpieza, su escala, por momentos traen a la mente los edificios del centro histórico, sus plazas, sus sombras, el espíritu revolucionario vive también ahí entre sus muros.

EL USO DEL LADRILLO

Como parte de la tradición lagunera de construir con este material, la mayoría de los edificios del Colegio Cervantes están construidos con formas o volúmenes, como el elíptico en el caso del jardín de niños, un prisma rectangular en la primaria, un hexágono para la secundaria y un volumen cuadrado para la biblioteca. Se trabajó con él para tener la menor cantidad de desperdicio, pero también le proporciona a los espacios interiores aislamiento acústico y térmico. Además requiere poco mantenimiento, sin dejar de mencioanar la belleza de su acabado y versatilidad para formar una rica variedad de ventanas que le dan un sello particular a cada área o espacio proyectado. Por último, la presencia del ladrillo le proporcionó dignidad al entorno urbano, ennobleciéndolo; los habitantes de los alrededores pueden constatar la aportación de este material al urbanismo local.

DIÁLOGO URBANO

La ubicación de los edificios se solucionó “en el borde”, es decir, en el perímetro de las áreas disponibles y siguiendo las formas de las calles para crear espacios interiores a manera de patios o plazas para la vida de la comunidad estudiantil, siendo los edificios de diversas formas geométricas “como se ha hecho en ciudades como Berlín en el siglo XVIII”, comentó alguna vez el arquitecto.

Algunos ejemplos dignos de comentar: Uno de los ejes del conjunto está alineado con la cruz del Centro Saulo (complejo religioso situado a unos kilómetros), promoviendo de esa forma un diálogo urbano. Los muros circundantes del colegio están cerrados de la misma manera que la serranía circundante por sus lados oriente, sur y poniente, el resto está abierto. Se privilegió la orientación este-oeste para los espacios educativos, una ventana en forma de “ojo de buey” está orientada hacia el Cristo del Cerro de las Noas y hacia el cerro negro de Peñoles para disfrutar de la vista. La plaza en forma de estrella del kinder se encuentra alineada con el norte geográfico y en algunas aulas se colocaron parasoles metálicos para la protección contra el sol.

MATERIALES LOCALES

Hay dos materiales muy laguneros empleados en la construcción del Colegio Cervantes: el ladrillo y la piedra del cerro. La piedra gris, utilizada en varios muros y detalles del colegio, refleja la conciencia de la identidad, y hace del complejo algo local, lo vuelven parte del suelo. La piedra de origen marmóreo de la región es poco valorada, por eso su uso es muy loable. La piedra gris es lagunera, es orgánica y rompe con la excesiva disciplina de los planos y de las superficies lisas junto con sus sombras abstractas. En este caso, los muros de piedra son como llevar los cerros que rodean la ciudad a vivir en el colegio. Les dan un toque de pertenencia e identidad a los usuarios.

Por otro lado, el ladrillo tiene una profunda tradición en La Laguna. Hechos con arcilla local y otros componentes, este aparece en los edificios de la región de la misma manera como aparece el adobe, su abuelo. El ladrillo es la forma refinada del adobe, ya industrializado se puede manejar de manera muy precisa en cualquier detalle de construcción. La fabricación tradicional de ladrillo en la región es un tema digno de un análisis aparte.

ARQUITECTURA DE POSTALES

El colegio Cervantes es una visión romántica del pasado de Torreón, una realidad congelada, representa esa imagen que generó su arquitectura. Es una colección de postales viejas con renovados bríos, como esas fotos amarillas que se han vuelto hoy digitales sin perder su belleza. Antonio Méndez Vigatá ha coleccionado postales de la región durante muchos años y este proyecto surgió precisamente de esa pasión.

Edificios históricos vistos a través de los ojos de un fotógrafo, de un aficionado o de un romántico, las postales siempre muestran lo mejor de cada ciudad y la colección de Méndez Vigatá seguramente le sirvió para generar ideas, conceptos, detalles, además de ser una fuente de inspiración primigenia para un hombre que no vivía aquí. Las postales son objetos de culto que guardan recuerdos, que reviven experiencias, las imágenes guardan información valiosa que se puede siempre aprovechar. El Colegio Cervantes es fruto de la añoranza de una ciudad plasmada en un puño de postales.

COMPONENTES

Edificios. La forma le da a cada edificio una identidad. Casi como un juego de niños, el colegio se diseñó de manera que el lenguaje de las formas permitiera su claro entendimiento y promoviera la orientación en sus grandes espacios. Formas como el cuadrado, la rampa, la elipse, el círculo, el cilindro, el trapecio, el hexágono, el rectángulo, el pentágono están presentes. Su creador las puso al alcance de los alumnos para que jugaran aprendiendo. Cada volumen es único y está ubicado de manera distinta, tienen una altura determinada, con un diseño de ventanas específico conformando una serie de edificios hermanados pero independientes. Por ejemplo, el edificio del kinder da una sensación de protección que no se experimenta en otros edificios.

Plazas. Espacios abiertos y útiles pensados para la circulación, para el descanso, para escuchar el barullo de los niños y los adolescentes, para charlar y reflexionar, espacios sombreados para escuchar buena música. Las plazas de este colegio son un mosaico donde no cabe el aburrimiento y de cual no se desea salir nunca. Hay tres plazas por cada sección, tres para kinder, tres para primaria y tres para secundaria.

La torre del reloj. Reconocido hoy como uno de los más bellos hitos urbanos de La Laguna, la torre del reloj evoca al Big Ben de Londres, a nuestra escala, y contrapuntea la composición horizontal y rasante del resto de los volúmenes del colegio. Es un homenaje a los relojes de manecillas casi extintos actualmente. La altura de la torre se determinó desde el bulvar Revolución y se relacionó con la altura de los cerros circundantes. La torre de Casa Lack es su inspiración compositiva y su antecesor inmediato. La torre orienta, informa, embellece y sus proporciones reflejan el orden y la disciplina de la institución.

Acceso a discapacitados. Vale la pena mencionar que es uno de los pocos edificios que toma en cuenta a los discapacitados. Tiene rampas en muchas de sus áreas que sirven para conectar los diversos edificios que con una pendiente del 3.6 por ciento, que es menor a la de cualquier reglamentación ( menor es considerada una rampa más cómoda) Estas rampas por lo tanto requieren una longitud mayor y son muy grandes pero ha valido la pena su diseño y construcción.

EL ALA DEL AVIÓN. Al edificio de secundaria se le agregó un ático (o un nivel superior en el edificio) para que fuese integrado a la altura del resto de los edificios del conjunto y se fabricó a base de componentes metálicos formando una “ala de un avión” que conforma un “doble techo”. Un elemento inspirado en un Junkers (un avión antiguo), que sirve para hacer circular libremente los vientos dominantes a través del edificio sin ofrecer resistencia. El detalle sirve como remate superior del edifico haciéndolo “diferente”. Está fabricado con lámina galvanizada, la cual se encontraba presente en unos silos que se han retirado de su entorno inmediato.

Una frase Antonio Méndez Vigatá podría resumir toda su filosofía arquitectónica: “Quiero hacer cachorros de la ciudad, obras que ayuden a construir un buen tejido urbano”. Un objetivo que sin duda se cumple en el Colegio Cervantes.

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