La diabetes mellitus es una enfermedad progresiva. Esto significa que los mecanismos de la fisiología que se alteran y dan lugar a los cambios en el metabolismo ocurren en secuencia. Este fenómeno está mejor entendido ahora y sirve para explicar el por qué es más sencillo controlar la diabetes en sus etapas tempranas. En diversos foros de expertos se han establecido con claridad las metas de tratamiento de la diabetes que no sólo incluyen el nivel de glucosa, sino también de lípidos (colesterol, triglicéridos), presión arterial y otros factores. Conforme pasa el tiempo se va requiriendo aumentar el esfuerzo para estar dentro de las metas. Ese esfuerzo puede ser con medidas no farmacológicas como la dieta y el ejercicio, reducción de peso, o bien, farmacológicas. La encuesta nacional de salud (ENSANUT) 2012 mostró que sólo el 25 % de los pacientes con diabetes en México alcanzan la meta de control de la glucosa. A través de diversos estudios se ha demostrado que el control estricto de la diabetes, (es decir, estar en las metas y mantenerse en ellas) puede ayudar a prevenir las complicaciones conocidas a nivel del riñón, ojos, sistema nervioso y arterias coronarias.
Los recursos actuales para llevar a los pacientes a las metas de tratamiento de la diabetes son mucho más abundantes que hace apenas pocos años y van desde los cambios en el estilo de vida (medidas no farmacológicas como la dieta y ejercicio) hasta medicamentos novedosos recientes. Lo importante no es usar lo último y más caro, sino saber identificar dos cosas: 1) La estrategia de tratamiento más útil para cada paciente según el grado la función residual útil de las células que producen insulina y 2) El momento de adicionar medidas nuevas de tratamiento o cambiar las que habían estado funcionando y han dejado de ser eficientes.
Cuando no se observa el segundo aspecto se contribuye a que una proporción considerable de pacientes permanezcan fuera de las metas y por tanto queden expuestos a un mayor riesgo de complicaciones. No sólo en México, sino también en otros países se ha demostrado que el momento de adicionar nuevas medidas de tratamiento no es reconocido o aceptado oportunamente por los médicos o por los mismos pacientes. Las razones para este comportamiento pueden ser muchas, es una especie de resistencia al cambio en la que participan el paciente y su médico de distinta forma como si se quisiera permanecer en una zona de confort. A este fenómeno se le ha llamado inercia clínica, puede prolongarse hasta ocho o nueve años y se ha convertido en una preocupación creciente en el campo de la diabetes. En ocasiones se trata de temores a abordar vías distintas de administrar el tratamiento como la insulina u otros fármacos que son inyectables o a la experiencia insuficiente con las nuevas modalidades de tratamiento.
Para evitar la inercia clínica los médicos deben profundizar más en la manera de identificar cuando un paciente ha salido de su control y los pacientes debieran conocer acerca de ese fenómeno. El consejo para el paciente es reconocer que desde que inicia la diabetes se trata de una enfermedad crónica y progresiva y que los buenos resultados iniciales no serán para siempre, deben dialogar este punto con su médico y estar preparados a que en algún momento de la evolución de su diabetes muchas personas requerirán usar insulina.
*Endocrinólogo. Profesor de Endocrinología de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Isaac Montoya Hernández, otorrinolaringólogo.