— John Stuart Mill
Rturo Zaldívar Lelo de Larrea ha exhibido un enorme valor al presentar a la primera sala de la Suprema Corte un proyecto de resolución que "concluye que son inconstitucionales los artículos 235, 237, 245, 247 y 248, todos de la Ley General de Salud, que establecen una prohibición para que la Secretaría de Salud emita autorizaciones para la realización de los actos relacionados con el consumo personal con fines recreativos (sembrar, cultivar, cosechar, preparar, poseer, transportar), en relación únicamente a la marihuana".
El ministro no ha hecho sino reconocer un dato que la ciencia ha comprobado desde hace tiempo. La marihuana (mariguana o cannabis) es menos dañina que muchos otros productos que se consumen o comercian actualmente de manera legal. Zaldívar no se ha limitado, sin embargo, a hacer un análisis utilitario de los daños relativos de distintas sustancias. Su texto ofrece un valioso reconocimiento a la libertad de los individuos para decidir por sí mismos, una libertad que el Estado mexicano ha reprimido durante demasiado tiempo: "Este Alto Tribunal -escribe-considera que pertenece al estricto ámbito de la autonomía individual, protegido por el derecho al libre desarrollo de la personalidad, la posibilidad de decidir responsablemente si desea experimentar los efectos de esa sustancia, a pesar de los daños que esta actividad puede generarle a una persona."
El proyecto de dictamen del ministro Zaldívar surge de una petición de la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART) a la Cofepris para que otorgara a sus miembros un permiso para el cultivo de marihuana para autoconsumo. La Cofepris rechazó la petición, lo cual llevó a SMART a iniciar un juicio de amparo, que fue resuelto de manera negativa en las dos primeras instancias: por un juez de distrito y por un tribunal colegiado. El dictamen positivo del ministro Zaldívar, por lo tanto, ha sorprendido.
La prohibición contra la marihuana y otras drogas ha causado daños a la sociedad miles de veces superiores a los beneficios que supuestamente generaría. No hay un solo caso de muerte comprobada por el uso de marihuana, a pesar de que las autoridades que administran la prohibición han hecho todos los intentos posibles por encontrar alguno. Se calcula que se necesitarían unas 40 mil dosis de THC, el compuesto químico de la marihuana, para generar una sobredosis fatal. Una persona tendría que fumar quizá unos 200 kilogramos de marihuana en un par de horas para ocasionarse la muerte por sobredosis (newhealtguide.org). En cambio el consumo de un litro de alcohol puede provocar la muerte de un individuo de 60 kilos ("Alcohol Poisoning", alcohol.org.nz). La guerra contra las drogas, sin embargo, ha generado cuando menos 150 mil muertes en México nada más desde el inicio del gobierno de Felipe Calderón en diciembre de 2006. Sería difícil imaginar una peor política pública que la guerra contra las drogas.
El tema fundamental, empero, no es el análisis utilitario de una política pública. Lo que está en juego es determinar si el gobierno tiene el derecho de encarcelar o matar a una persona por usar una sustancia que sólo a ella le hace daño. El uso de una droga no es un acto criminal que afecte a una víctima sino un problema de salud pública. Y no hay peor política de salud pública que encarcelar a los enfermos.
No sé cómo vendrá el voto de los ministros de la primera sala sobre el proyecto de Zaldívar. Sí sé que el principal problema que hoy enfrenta nuestro país no es el consumo de la marihuana sino la guerra contra las drogas.
LANGOSTA CON ARROZ
Comer langosta con arroz, frijoles y tortillas de harina es un raro placer de la vida. Puerto Nuevo, en Rosarito, Baja California, se ha especializado en esa delicia. La cantidad de gente que este octubre veo en Puerto Nuevo me dice que el turismo -casi completamente mexicano-estadounidense-se ha reencontrado con este placer.
Twitter: @SergioSarmiento
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