Hay una creencia generalizada en Torreón que señala a Pancho Villa como el promotor y culpable de la célebre matanza de chinos en 1911. Esto es falso, ya que Villa tomó Torreón el tres de octubre de 1913.
La historia fue otra y cito un fragmento de la reseña histórica leída durante la reciente develación de la placa que simboliza la unión entre México y China:
?En 1911, cuando los rebeldes maderistas amagan Torreón, el jefe de la guarnición Federal, el general Emiliano Lojero se niega a entregar la ciudad y decide presentar batalla, lo cual produjo dos días de cruentos combates. Hubo muchas bajas en las filas maderistas. Los federales dispararon desde las huertas de los chinos, y desde las azoteas del banco y el casino de los chinos (y otros edificios). Se corrió la voz de que los chinos habían colaborado con la guarnición Federal. La desolación llega cuando las tropas federales deciden abandonar sigilosamente Torreón.
La ciudad queda en manos de los alzados, quienes queman la Presidencia Municipal y su Archivo (...) una porción de los alzados asesinó entonces a la mitad de los colonos chinos de Torreón: gente pacífica, desarmada, honorable. Las víctimas pueden haber sumado 303 sacrificados. Y ellos y mucha gente pobre de la ciudad despojaron a los colonos chinos de Torreón de prácticamente todas sus propiedades?. Aquí termino la cita y agrego que el propio emperador chino exigió una indemnización por esta agresión, asumida por Madero, que fue asesinado antes de poder pagarla. El gobierno chino buscó la indemnización hasta 1930, año en que desistió.
En Torreón se fraguó tal vez la peor afrenta de ciudadanos mexicanos contra residentes extranjeros. Fueron celos abyectos, violencia y xenofobia en estado puro. En medio de la tragedia un punto luminoso fue el de las familias laguneras que poniendo en riesgo su seguridad tuvieron el valor civil de proteger en sus casas a los chinos perseguidos, que antes de la matanza conformaban una comunidad próspera y extremadamente industriosa.
En este contexto la reciente visita del embajador chino a Torreón (que develó la placa antes citada, ubicada en Valdez Carrillo esquina con Juárez) toma un matiz histórico de reconciliación y desagravio. Decía Borges que la memoria está hecha, sobre todo, de olvido. Cierto, no podemos recordarlo todo, pero seamos selectivos para resguardar las pocas glorias y tener presentes las muchas tragedias, actuales y pasadas. El ataque a la comunidad china es un episodio de suma importancia no sólo para Torreón sino para nuestro país, tan necesitado de tolerancia, tan ávido de verdad.
No fue Pancho Villa, fueron ciudadanos como tú o como yo. Por eso hay que aprender, recordar y reconocer estos hechos, para que nunca se repitan.
Parpadeo final
Agradezco a Idoia Leal, quien me proporcionó estos valiosos datos y que además de ser una amiga entrañable es mujer de letras y armas tomar, de aquéllas que disparan tres metáforas a la menor provocación. Ella sabe que hay muchos cuentos de aparecidos y otros tantos de desaparecidos, que no son cuentos (Fontanarrosa dixit). Grazie, Idoia.
Comentarios