Columnas Social

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Arturo Macías Pedroza

NOSOTROS Y LOS IMPUESTOS

¿Cómo podríamos hacer grandes obras si no es con el sentido de solidaridad expresado en la cooperación mutua? La crisis de la región sólo puede solucionarse si buscamos nuevamente la realización de proyectos comunes y eso implica dejar el individualismo. El Estado y los contribuyentes no son dos enemigos irreconciliables buscando dañarse mutuamente. El estado es la manera que tenemos de organizarnos para promover el bien de todos y contribuir al desarrollo social. Intentemos recuperar el significado humano y socio-económico de los impuestos para corregir errores en ambas vertientes.

México es una gran nación y hemos forjado un Estado que tiene toda una infraestructura capaz de grandes cosas. Tenemos instituciones, tradiciones, costumbres y valores que menospreciamos o no sabemos utilizar. La fuerza cultural de siglos no es en vano y los errores y desviaciones de los últimos años pueden ser rescatados gracias a ese tesoro invaluable que forma nuestra patria querida y, por los mismos, nuestra patria chica que es La Laguna.

La complejidad del fenómeno fiscal tiene sus características propias entre nosotros por el tipo de cultura y desarrollo polifacético que nos caracteriza. Por eso los resultados no son similares a los alemanes y ni siquiera entre las entidades que componen la metrópoli que habitamos; diferentes estados y municipios impiden la homogeneización del comportamiento fiscal y del contribuyente. Sin embargo existen aspectos básicos que no pueden ser descuidados ni por el fisco ni por los ciudadanos:

Los impuestos son una exigencia económica y por tanto una obligación como parte de la contribución a una necesidad natural y, en cierta forma, sagrada que es la realización de nuestro ser social. En el Estado y la Sociedad encontramos el suplemento y la ayuda a nuestra impotencia individual en muchos aspectos en los que estamos limitados. Contrariamente al individualismo neoliberal, el hombre es sociable por naturaleza, porque sólo con otras personas puede perfeccionarse. La familia, primera sociedad natural humana resulta insuficiente para llenar las necesidades físicas, intelectuales y morales del individuo; sólo en una sociedad políticamente organizada como Sociedad y Estado con recursos y gastos, podrá permitirle vivir dignamente. Por tanto toca a los gestores del bien común precisar las justas disposiciones fiscales.

El Estado sin embargo necesita ser claro y sencillo en sus leyes. Una miscelánea fiscal complicada como la que tenemos desanima. ¿No es el impuesto predial para los servicios municipales? ¿Por qué se cobran aparte el drenaje, la limpieza, la recolección de basura, la pavimentación, el alumbrado público y otros servicios? La coherencia y certeza normativa son también necesarias.

La finalidad de los impuestos es para que el estado tenga entradas económicas pero también tiene un fin social que es redistribuir las riquezas para que no se queden en unos pocos y para resolver necesidades coyunturales, por ejemplo, un transporte público digno, rápido y cómodo. Una oportuna escala de valores sabrá priorizar lo más urgente dando preferencia a las necesidades más primarias, fundamentales y extensas como educación y vivienda. Determinar las necesidades sería competencia de un verdadero plan de desarrollo económico, político y social, hecho con asesoramientos y participación popular y democrática.

La corrupción ha creado una desconfianza en cuanto a la actividad del gasto por parte del Estado. Las leyes de transparencia, de rendición de cuentas y de anticorrupción requieren implementarse y aplicarse rigurosamente para combatir este cáncer social que tanto nos ha dañado. Tarea de todos nosotros es vigilar, denunciar, aplicar, conocer, no ser parte de la corrupción, exigir, participar. Claridad e información es la condición fundamental para una garantía de equidad frente al contribuyente.

Una herramienta necesaria será la participación de todos como sociedad organizada en asociaciones, juntas vecinales, grupos, clubes de servicio, y otros.

Criterio valioso para la elección de nuestros próximas autoridades estatales o municipales debe de ser no sólo la honradez y transparencia en el uso de los recursos públicos, sino también la eficacia y eficiencia en su manejo. Gastos superfluos o suntuosos son una burla ante las necesidades tan apremiantes y la pobreza de muchos. Desvíos de fondos, robos, escándalos, enriquecimientos ilícitos son inaceptabe e incluso exigen castigo y restitución de los robado.

La evasión de impuestos por parte de los contribuyentes debe dejar de ser un deporte nacional. La lista de deudores que la Secretaría de hacienda ha dado a conocer tiene su razón de ser: si le deben al Estado, nos deben a todos. Cada individuo debe ser estimulado institucionalmente con esta lista, para que asuma sus concretas responsabilidades.

Los impuestos injustos no obligan. Esta justicia se realiza, entre otras cosas, si se cumple la finalidad para la que han sido creados (financiar los gastos públicos, redistribuir la renta nacional, equilibrar los sectores económicos); si son equitativos y progresivos; si hacen justicia con las personas afectadas.

Las leyes justas obligan en conciencia. La educación debe incluir los aspectos de responsabilidad social que supere una ética individualista y una mentalidad antiimpuestos (muy diferente es la “cuota” que injustamente y sin base legal se impone a algunos como parte de la corrupción institucionalizada).

Hemos de convencernos que los verdaderos intereses son tanto los de la sociedad como los nuestros. Interesarnos por las políticas y las necesidades públicas nacionales y locales, y los presupuestos para satisfacerlas, traerá un cambio de mentalidad, ensanchará nuestra generosidad y calará hondo en nuestras mentes ciudadanas para hacernos patriotas en el cumplimiento de los ordinarios pero trascendentes deberes. Pagar impuestos es uno de los más importantes deberes ciudadanos, junto con la vigilancia para que los poderes públicos purifiquen las injusticias e irregularidades en el gasto público. Ser justo e incluso evitar toda apariencia de injusticia es la meta renovadora a la que debe tender seriamente el poder público, que implica mucho mas que recapturar al Chapo. Son las autoridades quienes deben dar el primer paso decidido y enérgico en la labor ingrata de la lucha contra las irregularidades tributarias. Tiene a su cargo el bien común y le corresponde restablecer el clima de colaboración.

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