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Tristeza. Una mujer acompañada de su familia llora por tragedia ocurrida en Ecuador.
Tres personas fueron rescatadas ayer lunes en la ciudad ecuatoriana de Manta después de permanecer más de 32 horas atrapadas entre el techo y el piso de un centro comercial que se desplomó tras un potente sismo de 7.8 grados de magnitud que afectó al centro de la costa ecuatoriana el fin de semana.
Al final de la jornada, el ministerio Coordinador de Seguridad dijo en un comunicado que "al momento se contabilizan 413 personas fallecidas". El informe previo daba cuenta de 350 víctimas mortales.
El rescate de los tres sobrevivientes temprano fue obra de los bomberos de Quito, que hicieron cortes tanto en la pared como en la trama metálica que soportaba la construcción y abrieron un triángulo de unos 70 centímetros por un lado. De allí extrajeron a una mujer.
Los rescatistas aplaudían mientras ella lucía desorientada, cubierta de polvo y se quejaba de sus heridas.
Más tarde lograron sacar a otra mujer con su rostro contraído por el dolor y finalmente a un hombre joven. Los tres fueron trasladados de inmediato a hospitales cercanos.
Los rescatistas no pudieron salvar a otra mujer, cuyas piernas estaban atrapadas por pilares dentro del centro comercial, y murió al final de la tarde pese a los esfuerzos por sacarla.
En la ciudad de Portoviejo, una de las más golpeadas por el terremoto, el policía Eder Zambrano dijo que "nunca me he sentido tan feliz en la vida al ayudar a salvar a una persona. El tipo que rescatamos no podía hablar, pero por señas me agradecía. Nunca olvidaré al recepcionista de este hotel (El Gato)".
El recepcionista, del que no se dio el nombre, momentos después del terremoto pudo llamar por celular pidiendo ser rescatado e informando que estaba con vida. Se recupera en un hospital tras casi 48 horas bajo los escombros.
Por su parte, el bombero Juan Carranza dijo que "parece que estoy en medio de una película. No es posible que no tengamos los equipos suficientes para poder reaccionar en estas emergencias. Sólo tenemos un vehículo de rescate y es insuficiente para una ciudad como Portoviejo. Incluso los equipos que tenemos son viejos".
El alcalde de Manta, Jorge Zambrano, manifestó que "más que rescatistas necesitamos herramientas especializadas para rescatar sobrevivientes, necesitamos equipo médico y especialistas para atender a los heridos", de los que suman unos 700 de diversa magnitud en esta ciudad portuaria.
Añadió que "cuando viene un contingente de médicos y rescatistas, ni siquiera tenemos para transportarlos, para hospedarlos o alimentarlos, entonces el problema se nos agrava porque no estamos en condiciones para atenderlos".
"Una persona sin heridas puede sobrevivir hasta siete días en medio de los escombros", dijo el director del servicio de emergencias de Quito, Christian Rivera. "Luego de eso, el proceso de deterioro es muy rápido hasta llegar al desmayo, y el trabajo de los rescatistas se vuelve muy difícil".
"Nuestros rescatistas han podido constatar que en Pedernales y en Jama hay gente bajo los escombros, están haciendo todo lo posible para buscar sacarlos con vida", añadió.
Pero hay buenas razones para creer que se encuentren sobrevivientes en las próximas horas, pues unos 450 rescatistas llegaron de España, Perú, Cuba, Bolivia y Venezuela. Estados Unidos también ofreció ayuda, pero el presidente Rafael Correa, crítico de las políticas norteamericanas, no ha dicho públicamente si la va a aceptar.
Al arribar a Manta, el presidente dijo que la prioridad era el rescate de víctimas.
El ministro de Finanzas, Fausto Herrera, dijo que para enfrentar las secuelas del terremoto, Ecuador cuenta con líneas de crédito por 600 millones de dólares que suscribió con el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo de América Latina.
La noche del sábado, el fuerte terremoto sacudió la costa central de Ecuador. El sismo de 7.8 grados de magnitud fue el más fuerte registrado en Ecuador desde 1979 y tuvo lugar en zonas escasamente pobladas compuestas por puertos de pescadores y playas turísticas a 170 kilómetros de Quito.