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FOTOS: Jorge Téllez
Lo que intentamos con la gente que nos visita en La Ceiba, no sólo es difundir las distintas técnicas de gráfica tradicional, sino también compartir la experiencia como agrupación de la sociedad civil para mostrar que sí se puede uno organizar para llevar a acabo un esfuerzo y un trabajo para satisfacer necesidades colectivas
Rafael Ruiz Moreno es maestro en Artes Visuales, egresado de la Academia de San Carlos, alumno de Francisco Castro Leñero, José Miguel González Casanova y María Eugenia Quintanilla. Después de visitar el taller La Ceiba Gráfica, en Veracruz, Ruiz Moreno, terminó impresionado frente a las dimensiones de un proyecto independiente dedicado a la gráfica, que integra en lo concreto principios artísticos, comunitarios y ambientalistas, se integró al taller de grabado y actualmente es el director del espacio. Fue ganador del Premio del Salón Nacional de Miniestampa. Ha desarrollado su trabajo alrededor del lenguaje de la gráfica, haciendo uso primordial de las posibilidades para transformar, multiplicar e interpretar placas de madera o metal y piedras litográficas.
El taller se encuentra ubicado en la exhacienda de La Orduña, de Coatepec Veracruz. El edificio, ahora rehabilitado, conserva la arquitectura de 1907. La Ceiba Gráfica es un centro de artes y residencias artísticas especializado en la enseñanza, producción e investigación de la gráfica tradicional y otras artes visuales. El centro se especializa en tres áreas: litografía tradicional, grabado en madera estilo japonés y huecograbado. Conocido internacionalmente por su investigación enfocada a la implementación de procedimientos sustentables para la elaboración de insumos y equipo para el desarrollo de la gráfica tradicional.
¿A qué cree que se deba la permanencia histórica de la gráfica en México?
Creo que a los distintos usos que se le pueden dar; la gráfica es muy versátil, la puedes utilizar para reproducir imágenes en publicaciones, en revistas, en periódicos, como fue utilizada en un inicio en el país, por ejemplo a través de la litografía, el grabado en madera o en metal, pero también permite desarrollar discursos que tienen que ver con el arte contemporáneo, es una técnica moldeable en la que puedes transitar de una cuestión utilitaria o decorativa a la ilustración informativa o artística. Mientras sepamos mantener el oficio y una postura abierta para el uso de ese oficio, yo creo que tenemos gráfica para rato.
¿Es difícil concebir la gráfica sin un discurso social?
Yo creo que es muy versátil. En México sí ha estado muy vinculada a movimientos de protesta, de denuncia y eso es muy poderoso y potente, pero también existe otro mundo que es muy del lenguaje formal o visual, que también se puede desarrollar con la gráfica. Digamos eso es lo bueno del medio, que se presta para cualquier cosa, en México, por los usos que le han dado los movimientos sociales, tradicionalmente tiene más peso la parte gráfica de denuncia, como pasó a inicios del siglo, en el 68 o en el 70 fue fundamental, o el papel del Taller de Gráfica Popular, que tuvo mucho ese sentido social.
En el caso de la litografía, ¿rescata ese sentido artesanal del que se han alejado algunos movimientos contemporáneos?
Definitivamente las técnicas tradicionales como la xilografía, el grabado en metal y la litografía, requieren de una base técnica y de oficio grande, para que realmente uno pueda aprovechar al máximo las cualidades que te ofrecen, siempre hay esta parte de oficio. A mí me parece muy buena esta parte así como terrenal, de lo manual, digamos que te acerca a los procesos de creación y de impresión, te hace más consciente de lo que está pasando y de qué mecanismos se utilizan para imprimir varias imágenes.
Hay una cuestión importante, en un momento dado utilizando las técnicas tradicionales puedes llegar a ser así como independiente tecnológicamente hablando, no necesitas de un tóner o una impresora, tienes a la mano procesos que puedes usar sin estar comprando continuamente nuevas tecnologías, insumos o materiales.
En el caso de La Ceiba Gráfica, además del oficio, ha sido importante la labor de formación…
De formación, de enseñanza... Al integrarme al proyecto de La Ceiba, mi primera aportación fue el taller de grabado, porque sólo existía el taller de litografía. Yo integré el taller con toda esta parte de formación e impresión, recibiendo a muchos jóvenes de la Universidad Veracruzana que no encontraban su formación completa y se acercaban al taller para aprender o fortalecer los conceptos técnicos sobre todo en está parte del grabado en metal.
Mi trabajo más fuerte en La Ceiba ha sido en la dirección y la organización, para conseguir el autosustento del proyecto, de tal modo que con el trabajo que realizamos, los productos y los servicios, definimos lo que podíamos ofrecer con nuestra infraestructura, y capitalizar para poder sostener el proyecto con nuestros propios medios, y eso ha sido nuestra principal aportación. En los dos primeros años estuve dedicado a la enseñanza, pero después me dediqué a la parte estratégica, administrativa, de gestión, y la forma en la que definimos el centro. La forma en la que lo das a conocer, lo ofertas y te vinculas con las distintas instancias culturales del estado y el país.
¿Qué tan complicado es concretar un proyecto cultural independiente?
Yo creo que son muy pocos los talleres en México que tienen esta característica, hay algunos que están apoyados por la iniciativa privada, la gran mayoría tienen apoyo de alguna instancia gubernamental, otros cuentan con acceso a una gran cantidad de recursos públicos y este no es el caso de La Ceiba Gráfica. Con las dimensiones que tiene, cuando la gente conoce el proyecto piensa que es imposible que esto lo este sosteniendo una grupo de personas de la sociedad civil sin el apoyo de la iniciativa privada, sin el apoyo del gobierno, sin embargo así es, es real.
Claro que no es fácil, requiere de una concentración y en algunos momentos de sacrificios de algunas actividades artísticas y creativas, para enfocar la energía en esta cuestión de mantener el proyecto, y no sólo mantenerlo sino hacerlo crecer.
No ha sido una década en la que nos quedamos con los primeros talleres con los que surgimos, sino que año con año se están abriendo espacios, con nueva infraestructura, con nuevas actividades, que hay que sostener. El más reciente taller que abrimos es el de tipos móviles, recientemente se termino la construcción del Museo Vivo del Papel, ahora vamos a intervenir otra parte del edificio para poder dejar en mejores condiciones el taller de cerámica.
¿Además de gráfica difunden este modelo administrativo?
Lo que intentamos con la gente que nos visita en La Ceiba, no sólo es difundir las distintas técnicas de gráfica tradicional, sino también compartir la experiencia como agrupación de la sociedad civil para mostrar que sí se puede uno organizar para llevar a acabo un esfuerzo y un trabajo para satisfacer necesidades colectivas, y eso, yo creo que es una parte muy importante de lo que se está realizando y que además es necesario difundirla porque creo que es como un incentivo para que los colectivos no se queden en la frustración o en esta postura de protesta, que está bien que exista, pero también hay que mostrar que con la organización, con el oficio, con las cosas que se tienen al alcance, se pueden realizar grandes logros, y de cualquier tipo, no sólo culturales.
Esta cuestión de que si no estás de acuerdo en cómo se han utilizado los recursos públicos no significa estar peleado con el mundo, mejor destinamos nuestra energía en la construcción.
En el aspecto regional, ¿le ha cambiado el proyecto la forma de vida a su comunidad?
A varias comunidades, son muchos círculos de impacto; cuando uno habla de comunidad piensa o se imagina lo rural o sectores desprotegidos de la sociedad, pero la comunidad somos todos y hay muchas, los artistas, la colonia, los estudiantes. El impacto ha sido mucho, se han tocado muchas comunidades, por ejemplo la importancia que ha tenido La Ceiba para los estudiantes y egresados de la Universidad Veracruzana ha sido inmensa, un tercio de las coediciones que hemos realizado ha sido con estudiantes y egresados de esta universidad, vinculándolos con producción profesional y el mercado del arte, es una manera de darle un salida concreta a su quehacer.
Nosotros trabajamos con oficios que practicamos en La Ceiba, pero también con oficios que se practican en la zona de Coatepec, por ejemplo, para hacer las prensas, nosotros trabajamos con carpinteros, con fundidores, mecánicos y torneros de la zona, entonces es también como una forma de generar ingresos a todos estos sectores, esa es otra forma de impacto. La capacitación, por ejemplo, en torno a un oficio como la encuadernación, que está muy ligado a la gráfica, está presente, tenemos un taller donde hemos formado a mucha gente que ahora hace sus propias libretas para el mercado cultural que existe.
¿La vinculación con otros talleres ha sido fundamental?
Para nosotros eso es primordial. Aunque seamos 12 personas las que trabajamos en el proyecto, haciendo diferentes actividades, cada uno de nosotros hace cuatro o cinco actividades distintas, pero además de ese grupo hay una extención de más de ochenta personas que apoyan a La Ceiba de distintas maneras, asesores del Instituto Nacional de Ecología de la Universidad Veracruzana, instructores que entran cuando hay determinados cursos y talleres, y después hay toda una red más amplia, que son personas e instancias, colectivos con los que compartimos objetivos, que nos ayudan a la difusión, a dar a conocer el proyecto, con quienes hemos tenido proyectos. Hay cuarenta talleres que ahora funcionan con el equipo litográfico que hemos fabricado hay en el centro, con ellos tenemos comunicación permanente. Es una red que hemos estado tejiendo, no sólo por La Ceiba, sino por el interés de otros centros que le ha dado otra cara a la Gráfica.
¿El proceso de la litografía es el sello de La Ceiba?
Lo que hizo La Ceiba, o directamente el maestro Per Anderson, fundador de este proyecto, es servir de instrumento para dar a conocer y difundir lo que Per inventó, no sólo la prensa y sus formas de uso, su mecánica, sino la adaptación de las piedras y el mármol de la región a la producción artística, pero de manera sustentable y de la mano con el medio ambiente. Nuestra función ha sido de distribución, difusión y capacitación, porque no es nada más el equipo, sino toda la capacitación técnica que se requiere para dar a conocer la litografía, darle seguimiento por si algo deja de funcionar, la asistencia. Por eso se ha expandido y ha sido un buen pretexto para establecer vínculos de otro tipo con el arte y la gráfica en general.
Además nos vinculamos con la comunidad, más allá del artista que va y produce, con quien se dedica a buscar un impacto social con sus actividades, está el caso de La Cebada en México, El Chanate en Torreón, el taller Bambú en Oaxaca, con ellos tenemos especial interés porque coincidimos en ese aspecto, no sólo en el de la gráfica sino el de la comunidad.
¿En diez años han pasado por La Ceiba muchos artistas?
Más de 120, con los que además hemos hecho ediciones. Nombres como los de Gilberto Aceves Navarro, Castro Leñero, José Luis Cuevas, Demián Flores, Fernando y Franco Aceves Humana, una gran cantidad de artistas de México. Pero también ha pasado una gran cantidad de gente de intercambio, artistas que vienen de todo México, pero también de Estados Unidos, Japón, Francia, Inglaterra, Canadá, Reino Unido, de muchas partes, quienes además conviven con los estudiantes y artistas mexicanos.
Tenemos un acervo inmenso que presentamos en diferentes exposiciones, ahorita buscamos trabajar en un espacio de consulta para ese acervo, que esté vivo, que no se convierta en una reliquia. Es el acervo más grande de litografía sobre mármol en México, y probablemente por el impacto y las dimensiones, hablamos de uno de los proyectos más importantes de gráfica en México, y para nosotros es un orgullo que sea la sociedad civil la que lo está llevando a cabo.
Twitter: @uyohan