CAPÍTULO 10
Las hijas del capitán Francisco de Urdiñola, doña Isabel y doña María de Urdiñola únicas herederas, se casaron esta última, con un oidor real para los asuntos de la Nueva España y se fue a vivir a la Madre Patria; pero Isabel quedó a cargo de las grandes propiedades. Se casó y enviudó cuatro veces, y uno de los esposos de la ?come hombres? Isabel, fue don Gaspar de Alvear que siendo gobernador de la Nueva Vizcaya, ayudó a que fueran mayores las propiedades de la familia; como dice Carlos Pereyra, ?El bandolerismo oficial? que es eterno, se hizo presente.
Las hijas de Urdiñola tuvieron sólo hijas y sólo hijas hubo en las descendientes. Hembras ricas que tomaban esposos de los individuos que venían de España.
Doña Francisca de Valdez Alceaga y Urdiñola, nieta del capitán, viuda y sin hijos, en 1669 contrajo segundo matrimonio con don Agustín de Echeverz y Suviza, natural de Pamplona que tenía el humilde cargo de protector de indios en Mazapil, Zacatecas, luego en San Esteban de la Nueva Tlaxcala en Saltillo, donde conoció a doña Francisca y se casó con ella. Usó sus relaciones y dinero y se fue a España, llevando una buena lista de servicios prestados a la corona y las alforjas llenas de dinero y el 23 de noviembre de 1682 obtuvo el título de Marqués de San Miguel de Aguayo.
Regresó el Marqués como gobernador de Nuevo León y como tal, atendió al desembarco de colonos franceses en las costas de Texas. Salió con tropas, pero nunca cruzó el Río Bravo y regresó con las manos vacías; luego renunció a su cargo de gobernador y se fue a su propiedad en la hacienda de Patos (hoy General Cepeda). La gran heredad tenía como principal exportación la ganadería y sólo se dedicaban a la agricultura pequeñas porciones de tierra en general arrendadas.
