A Carmen Aristegui y al autor de este texto nos demandaron casi simultáneamente por "daño moral". Desconozco si hay persona o dependencia tejiendo conjuras; sé que en los tribunales se expande el acoso a periodistas y defensores de derechos humanos.
Mariclaire Acosta es protagonista del movimiento de los derechos humanos en México. Después de los acontecimientos del 2 de octubre de 1968, inclinó su vida hacia la defensa de víctimas y fue la segunda presidenta de la sección mexicana de Amnistía Internacional (primero fue Héctor Cuadra). Se enfrentó al ogro autoritario, cultivó instituciones, defendió personas y dialogó con extranjeros solidarios. Es un referente.
En 2000 Mariclaire formó parte de las legiones de ingenuos que creímos en el compromiso con el cambio de Vicente Fox, un farsante. El primero de diciembre de 2000, Fox la presumió en el Auditorio Nacional como embajadora en Misión Especial para los Derechos Humanos y la Democracia y al poco tiempo la hizo subsecretaria del ramo. Mariclaire recibió la instrucción de atender los casos heredados del gobierno de Ernesto Zedillo. Hizo tan bien su trabajo que Fox la despidió en 2003 y poco después empezaron a llegarle las facturas.
En el siglo XXI los derechos humanos están a la defensiva en el mundo entero. Un número creciente de gobiernos encuentran formas de evadir sus compromisos y persiguen legal y/o ilegalmente a los defensores y periodistas independientes y combativos. Crece la confusión y se acentúa el pesimismo porque se ganan casos y se multiplican las burocracias, pero continúan las violaciones. México padece el fenómeno y como se ha diversificado el movimiento ciudadano de derechos humanos y el ejercicio del periodismo, resulta cada vez más difícil distinguir entre los comprometidos y los simuladores, los delincuentes y las víctimas. En ese marco las demandas, hilo conductor de la columna.
Cuando Mariclaire acompañaba a Fox atendió marginalmente el caso de un varón acusado asesinar en 1992 a su hermana y esposo. Como la policía capitalina lo torturó para que se declarara culpable, la Suprema Corte lo liberó de la prisión 24 años después, en parte porque la Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió recomendaciones al Estado mexicano. Fue un proceso célebre que llevó a que en 2014 las hijas de la pareja asesinada demandaran a Marieclaire. Hace unas semanas fue exonerada de responsabilidad después de dedicar, durante dos años, tiempo, energía y recursos a su defensa jurídica.
Isabel Miranda de Wallace es la fundadora de Alto al Secuestro, el organismo que luchó contra la liberación de la persona arriba mencionada y que se lanzó contra Mariclaire y contra una "red de corrupción" que, en esta versión, lucra con los derechos humanos y libera criminales. En unas infografías ampliamente difundidas por Alto al Secuestro en esa red se incluye a Mariclaire acompañada de Emilio Álvarez Icaza, José Antonio Guevara, Juan Carlos Gutiérrez y Miguel Sarre. Juan Méndez, exrelator especial de las Naciones Unidas contra la Tortura, repudiado por el actual gobierno, es calificado de cómplice de la supuesta red. El pasado 19 de julio Enrique Peña Nieto se declaró "aliado" de la señora de Wallace a quien llenó de elogios.
¿Estamos ante una acción concertada entre quien demandó judicialmente a Mariclaire y quien la acusó de corrupta en público? ¿Humberto Moreira me lleva a tribunales porque estoy coordinando una investigación desde El Colegio de México sobre la masacre de Allende, Coahuila? ¿A Carmen Aristegui y a mí nos demandaron casi al mismo tiempo porque está relativamente cerca nuestro regreso al aire? ¿Hay algún nexo entre los elogios presidenciales a la señora Wallace y la reticencia a pedirle una disculpa a Carmen?
Tiempos difíciles para los periodistas y defensores comprometidos. Algunos somos demandados, otros padecen secuestro, desaparición o ejecución. Independientemente del lugar que ocupemos se nos ataca y acosa como arte de una ofensiva generalizada que busca achicar las libertades alcanzadas. Sobreviviremos y prosperaremos si coincidimos en un diagnóstico y agenda mínimas que nos permita enfrentar esas acometidas que en el mejor de los casos se quedan en tribunales. Hay cosas peores.
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Colaboró Zyanya Valeria Hernández Almaguer.