Campesinos y técnicos agrícolas unidos con el propósito de producir más y de mejor calidad. AHJAE, fondo Pedro V. Rodríguez Triana.
(Segunda de dos partes)
En 1934 el general Cárdenas fue nominado por el PNR para ser el candidato a la presidencia de la República; en La Laguna, el Partido Comunista Mexicano (PCM) trataba de ganar adeptos en favor de Hernán Laborde, así publicaron un manifiesto en el que proponían:
¡Ni un voto a los candidatos de la burguesía y los terratenientes: Cárdenas, Villarreal, Tejeda! ¡Camaradas! Votar por Cárdenas es votar por el hambre, la fachización y la guerra imperialista. ¡Ni un voto por Cárdenas! Abajo el PNR y su plan sexenal.
Al no ser un partido registrado, invitaban a votar en el lugar correspondiente a candidaturas no registradas. Ese era el pensamiento de los comunistas del 34, el tiempo y el general les contestaría. Cárdenas se convirtió en el paladín de la clase trabajadora. Después, muchos comunistas de entonces, se convertirían en los principales difusores de la obra del respetado y bien amado, Lázaro Cárdenas, especialmente, por los jefes de las familias campesinas más humildes de La Laguna.
Mientras los miembros del Partido Comunista atacaban a la candidatura del general Cárdenas, la Federación de Comunidades Agrarias de Coahuila se hacía cargo de la organización campesina y obrera para la elección en el Estado de Coahuila. Ya siendo presidente en el poder, apoyó como candidato a la gubernatura de Coahuila al general Pedro V. Rodríguez Triana, cabeza visible del movimiento agrarista. Ahora estaban en el poder dos hombres identificados con el campo y su gente, era tiempo en que la Revolución les enseñara sus frutos.
Por esas fechas el campo estaba como ahora, poblado por hombres y mujeres apenas sobreviviendo y desempleados o con salarios bajísimos, la crisis económica 1929-1933 y las secuelas posteriores así los habían dejado; el precio del algodón y las exportaciones andaban por los suelos, sin embargo, el general Cárdenas tuvo fe en la riqueza de los recursos naturales y en los trabajadores. Sabía que los laguneros eran persistentes y estaban unidos, sabía de su capacidad para organizarse en torno a sus demandas y poseían la capacidad de entrega, llegando hasta el sacrificio, para lograrlo.
Y bien que lo sabía, conoció por qué lucharon con tanto denuedo y sacrificio durante la Revolución, sabía de la lealtad hacia sus raíces agraristas, independientemente de quién tuviera el poder, para ellos lo importante era la restitución de sus tierras y dotación a los que carecieran de ellas. Por la posesión de la tierra se partieron el alma y la defendieron hasta dejar el último suspiro en los campos de batalla.
El día 6 de octubre ha quedado grabado en la memoria de los laguneros, con todo y que muchos han tratado de borrar ese capítulo de nuestra historia. Significa la liberación de nuestros antepasados del campo, liberación que les dio los elementos para sobrevivir dignamente, sino díganlo las escuelas rurales federales, el crédito bancario, los servicios médicos ejidales y el respeto a la dignidad entre muchos logros más. Y los campesinos supieron responderle al general Cárdenas con mucho trabajo y decisión. Los créditos obtenidos fueron pagados, La Laguna aparte de ser zona algodonera se convirtió en una de las más importantes zonas trigueras. Pero, siempre el maldito pero, muchos deseaban acabar con el ejido colectivo -porque tenía mucho de comunista, argumentarían- y de esa forma nada más esperaron a que terminara el periodo del general y empezaron los ataques- el primero fue la parcelación, luego el permitir a grupos solidarios que dividieron a los ejidos, el golpe de gracia se lo dio Carlos Salinas al proponer modificaciones al Artículo 27 Constitucional que permitiera que la tierra fuera objeto de compraventa. Hoy tenemos familias separadas por la discordia, campesinos trabajando las que fueron sus tierras con salarios de hambre, los que las poseían en el área suburbana se han quedado sin ellas…
Pero un acto tan trascendental es para recordarse hoy y, al mismo tiempo, reflexionar con profundidad, cuando el campo lagunero vive sus más negros momentos nos podemos preguntar ¿Qué hacer? Hoy, estas historias deben servir para fortalecer el espíritu y dirigir nuestra mirada hacia quienes en este mundo aterrador, lleno de necesidades creadas, viven en condiciones de indigencia y desatención. No siempre la pobreza es producto de la pereza o la incuria. Cuando el Estado, haciendo uso de sus facultades, apoya y alienta a los trabajadores, estos responden con sentido nacionalista; mentira que debemos, en este mundo globalizado, abandonar esa posición. Se debe insistir en re cumplir los sueños que alentaron a los idealistas del siglo pasado, no deben morir los ideales de justicia social, nacionalismo, soberanía y todo lo que nos pueda dar fuerza para sobrevivir como nación.
Finalizo esta colaboración para definir el periodo gubernamental del general Cárdenas como un hermoso matrimonio entre las clases populares y el gobierno, el que empezó a ser hostigado a partir de la presidencia del general Manuel Ávila Camacho y oficialmente divorciado por el presidente Salinas de Gortari.
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