Aunque se considera que tuvo una escasa producción literaria, también tuvo grandes aciertos en su retórica, fruto de su humor inventivo y el rigor formal. (ESPECIAL)
Autor de una rica obra poética, José Gorostiza, nacido el 10 de noviembre de 1901, dejó con sus textos un importante legado, representativo del patrimonio literario de este país.
Muerte sin fin es uno de los más emblemáticos textos de Gorostiza, quien nació en Villahermosa, Tabasco. A temprana edad se trasladó a la Ciudad de México para instruirse en el campo de las letras.
De acuerdo con sus biógrafos, se desempeñó como profesor de Literatura Mexicana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Su labor docente y literaria la compaginó siendo embajador en varios países de Europa y Latinoamérica; además se desempeñó como subsecretario de la Secretaría de Relaciones Exteriores y como titular de la misma.
Entre otros cargos fungió como director del Departamento de Bellas Artes y Presidente de la Comisión de Energía Nuclear.
De su obra poética destacan Canciones para cantar en las barcas (1925) y Muerte sin fin (1939), el cual incluye un poema homónimo, considerado uno de los más representativos de la poesía mexicana del siglo XX.
Es autor también del volumen Poesía, que integra los dos libros antes mencionados y uno más, titulado Del poema frustrado.
A lo largo de su fructífera trayectoria tradujo el libro La conversación, de André Maurois, así como la obra de teatro Maya, de Simón Cantillón.
Otras creaciones poéticas que se caracterizaron por su excelencia son: La orilla del mar, Quien me compra una naranja, Preludio, Del poema frustrado y Epodo.
Destacó por su participación en el llamado grupo de “Los Contemporáneos”, círculo que se conformó por jóvenes mexicanos intelectuales que difundían las innovaciones del arte y la cultura en la sociedad y que surgió a raíz de la revista que llevaba el mismo nombre.
De este grupo eran parte, también, Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, Gilberto Owen, Carlos Pellicer, Jorge Cuesta y Bernardo Ortiz de Montellano.
Fiel difusor e impulsor de la cultura de su país, Gorostiza representó a México en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y fue electo miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), en 1954.
Como crítico literario y de las artes plásticas, el poeta se determinó por ser certero en sus juicios y siempre se inclinó por la verdad, resaltando la manifestación de la belleza en cada obra.
Entre otros reconocimientos obtuvo los premios Nacional de Ciencias y Artes en Literatura y el Mazatlán de Literatura.
El vate de altos vuelos falleció el 16 de marzo de 1973, a la edad de 72 años, en la Ciudad de México, y aunque se considera que tuvo una escasa producción literaria, también tuvo grandes aciertos en su retórica, fruto de su humor inventivo y el rigor formal.