Siglo Nuevo

Leonard Cohen

El poeta de la voz cálida y abismal

Foto:AP/The Canadian Press/Aaron Harris.

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REDACCIÓN S. N.

La voz cavernosa y la fina pluma de Leonard Cohen convirtieron las canciones del artista en poderosos instrumentos para la seducción, el tormento sentimental y el resquemor existencial. He aquí diez ejemplos de cómo escuchar al canadiense significa a menudo morir con él (también de amor).

Nacido el 21 de septiembre de 1934 en Montreal (Canadá) en el seno de una familia judía, Cohen empezó de joven a interesarse por la poesía y, en especial, por la obra del español Federico García Lorca, una figura que le acompañaría e influiría a lo largo de toda su trayectoria.

Tras publicar sus primeros poemarios y novelas y pasar una larga temporada en la isla griega de Hidra, junto a su emblemática musa, la noruega Marianne Ihlen, Cohen debutó en la música con el disco Songs of Leonard Cohen (1967), considerado una obra maestra y que incluía canciones como So Long, Marianne o Suzanne.

Cohen supo colarse en el efervescente ambiente folk de Nueva York, en el que despuntaban artistas como Bob Dylan, y deslumbró con su voz profunda y su elaborado estilo literario, que combinaba las reflexiones espirituales y existenciales con apasionados temas románticos.

Con una longeva y admirada carrera que se extendió durante medio siglo, Cohen se erigió en un modelo de referencia para los cantautores, una cima que alcanzó gracias a discos muy destacados como Songs of Love and Hate (1971), I'm Your Man (1988) o Various Positions (1985), en el que aparecía Hallelujah, una de sus canciones más populares.

Tras un retiro espiritual en los años noventa para dedicarse a la filosofía zen, que le ayudó a superar sus problemas de depresión, Cohen volvió en los últimos años de su vida a la actividad musical después de conocer que su representante Kelley Lynch le había estafado y dejado al borde de la ruina.

Este desastre financiero fue, paradójicamente, un golpe de suerte para sus seguidores, que le vieron regresar con fuerza a los escenarios y que recibieron con los brazos abiertos los discos Old Ideas (2012), Popular Problems (2014) y You Want It Darker (2016), publicado en octubre de este año.

Este álbum fue considerado una especie de sereno epílogo del músico debido a su tono nostálgico y de despedida con canciones como You Want It Darker, en la que destacaba un verso premonitorio: Estoy preparado, mi Señor...

Muy querido por su amabilidad, elegancia, inteligencia y generosidad, la muerte de Cohen sucede pocos meses después de la de su musa Marianne Ihlen, a la que dedicó una sentida carta cuando supo que padecía leucemia.

Bueno Marianne, ha llegado ese momento en el que somos realmente viejos y nuestros cuerpos se están desintegrando y pienso que te seguiré muy pronto, escribió en julio.

Que sepas que estoy tan cerca de ti que si estirases tu mano, creo que alcanzarías la mía, añadió Cohen, quien posteriormente tuvo dos hijos con la fotógrafa Suzanne Elrod: Adam y Lorca.

Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011, en cuyo discurso de agradecimiento ensalzó las enseñanzas de flamenco que le dio un joven guitarrista español, y señalado como posible Nobel de Literatura en varias ocasiones, el músico recibió hoy el homenaje de autoridades y artistas de todo tipo.

Así, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, opinó en su cuenta de Twitter que la música de ningún otro artista se sintió o sonó como la de Leonard Cohen. Y aun así, su trabajo resonó a través de generaciones. Canadá y el mundo le echarán de menos.

En una de sus últimas apariciones públicas en un acto celebrado en Los Ángeles en octubre, Cohen dio muestra de su ironía para rebatir con suavidad algunas informaciones sobre su estado de salud y sobre su asunción de que podría fallecer pronto.

"Dije recientemente que estaba preparado para morir y creo que estaba exagerando (...) Tengo la intención de vivir para siempre", afirmó.

DIEZ DE COHEN CANCIONES PARA MORIR (TAMBIÉN DE AMOR)

-Suzanne (1967): nacida primero como poema, se transformó en canción para convertir en inmortal su relación platónica con Suzanne Verdal, la novia del escultor Armand Vaillancourt. Probablemente nunca un (¿inocente?) paseo por Montreal exudó tantas ganas de más.

-So long, Marianne (1967): la isla de Hidra (Grecia) unió a Cohen con la noruega Marianne Ihlen, su musa de juventud y amante durante siete años. Tan alto como la canción resonará la carta que hace sólo unos meses, tras el fallecimiento de la noruega, le dedicó el músico: Que sepas que estoy tan cerca de ti que si estirases tu mano, creo que alcanzarías la mía.

-Bird on the wire (1969): la estancia en Hidra resultó de lo más provechosa. Concebida como una composición country, el corte terminó siendo balsámico, casi “una oración” que sacó a Cohen de su ostracismo y depresión.

-Famous Blue Raincoat (1971): una misiva con música de fondo que incide nuevamente en el conflicto y tensión de un triángulo amoroso entre Cohen, una mujer llamada Jane y otro hombre al que se refiere como mi hermano, mi asesino. El chubasquero azul del título en efecto existió, pero alguien se lo llevó del loft de Marianne en Nueva York.

- Hallelujah (1984): Uno de sus temas más célebres e inspiradores, con la imaginería bíblica de fondo, tuvo en realidad un éxito discreto inicialmente, multiplicado por la gran acogida de la versión que Jeff Buckley lanzaría una década después. Entre las versiones más famosas también está la de Rufus Wainwright, padre de su nieta.

- Dance me to the end of love (1984): parece una canción de amor, pero el horror del Holocausto judío fue su auténtico germen, en concreto, un cuarteto de cuerda formado por prisioneros que debían tocar música clásica mientras sus compañeros eran asesinados e incinerados en los campos.

-First we take Manhattan (1987): sintetizadores amenazantes para la respuesta de Cohen al terrorismo en su variante más depurada, la sinrazón más absoluta. Entre los muchos músicos que decidieron versionarla, R.E.M. y Joe Cocker.

- Everybody Knows (1988): el primer sencillo del disco I'm your man y una de las canciones más amargas de su producción para pintar un panorama social con referencias al sida, la religión y otras cuestiones, con el título de la canción repetido al comienzo de cada verso como un mantra martilleante.

-Take this waltz (1988): ¿Qué habría sido de Enrique Morente sin esta revisión del Pequeño vals vienés de Federico García Lorca? La canción, que alcanzó el número uno en España, terminó formando parte del célebre y revolucionario disco Omega del cantaor granadino.

-You Want It Darker (2016): De nuevo, la épica eclesiástica asoma en una producción de Cohen, esta vez con forma de réquiem, pues la muerte sobrevuela todo el último disco y la canción que le dio título en versos como Estoy preparado, mi Señor.

UN HOMBRE ALEGRE

Leonard Cohen tenía "fama de ser depresivo, pero es un cuento chino: te morías de risa con el", asegura Javier Mas, uno de los músicos que le acompañó desde 2009 a 2014 en las giras que dio el canadiense por todo mundo.

"Era extraordinario, un sabio, muy trabajador y tenía un sentido del humor muy inteligente", recuerda Mas, zaragozano de 64 años y uno de los nueve músicos que actuó con Cohen en su última etapa, a cargo de la bandurria y el laúd.

La vida de Javier Mas cambió en diciembre de 2008, cuando el cantante, poco antes de Navidad, le llamó por teléfono y le dijo: "I'm broken (no tengo ni un duro)", pero le propuso que tocara con él. "Le dije que por supuesto que sí".

"Eran la una y media de la mañana y cuando oí la voz grave e impresionante de Leonard Cohen, me quedé impactado". Incluso le explicó, según recuerda, que "había un invento que se llamaba 'skype', con el que podíamos hablar por teléfono gratis".

"Se lo puso su hermana en el ordenador y las conversaciones que tuvimos duraron días", afirma.

Tras llegar ambos a un acuerdo, Mas viajó a Estados Unidos y comenzó a ensayar con Cohen para un primer concierto en Canadá, recuerda. "Iban a ser nueve meses de gira, pero se convirtieron en años".

Hoy, Mas se encuentra "muy tocado y con el corazón partido, como dice la canción". "Era como mi hermano mayor".

Cohen le ayudó mucho, pero no solo a él, sino a todo el equipo de cincuenta personas que le acompañaban. "Estaba pendiente de todo el mundo, conocía nuestras vidas y nos ayudaba".

A Javier Mas le gusta la música de Leonard Cohen desde siempre. El cantante canadiense dio con él a raíz de un homenaje que le hicieron en 2007.

Mas hacía los arreglos y participaba en una orquesta, con la que acompañaban a muchos cantantes, uno de ellos a un hijo de Leonard Cohen. "Se ve que cuando escuchó lo que le llevó su hijo, le gustó".

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