Oficinas Centrales de las Naciones Unidas y de la UNICEF, Plaza I & II, Nueva York, (1976). Foto: Kevin Rocha
Hace más de medio siglo este norteamericano nacido en Dublín despejó cualquier duda sobre su talento y sus alcances. Con obras como el contribuyó a elevar los estándares de la profesión.
En la obra de este norteamericano de origen irlandés se percibe un bienestar especial, casi mágico, que podría pasar por verdadera felicidad, común denominador en las creaciones de los grandes arquitectos del mundo.
La arquitectura, transformada en herencia humana, adquiere un valor incalculable con el paso del tiempo, más cuando es producto de la habilidad de individuos como Kevin Roche.
Las concepciones de este artista viajaron a la cúspide del reconocimiento internacional desde hace varias décadas gracias a la envidiable variedad de estilos, las salidas inesperadas a ciertos problemas y las soluciones diferentes que hacen de sus edificios piezas únicas.
La versatilidad es un recurso muy valioso, pero resulta aún más admirable la calidad arquitectónica depositada en cada proyecto.
En el libro Arquitectos Contemporáneos, el crítico C. Ray Smith celebró la forma en que el diseñador de las Pirámides de Indianápolis da con la solución a dificultades y situaciones específicas de terreno, diseño, material, etcétera, de manera que los resultados dotan a cada pieza de una atractiva singularidad.
Hablar de Kevin Roche (Dublín, 1922) es presentar al ganador del Premio Pritzker de Arquitectura correspondiente a 1982. Licenciado en arquitectura por la Universidad Nacional de Dublín, egresó en 1945. En 1948 eligió el Instituto de Tecnología de Illinois, en la ciudad de Chicago, para continuar con sus estudios. Desertó luego de un semestre.
Encontró un lugar acorde a sus intereses profesionales en el despacho que Eliel y Eero Saarinen tenían en Bloomfield Hills, Michigan. Poco después, John Dinkeloo (1918-1981) se unió a la firma. Roche fue un socio inestimable para Eero Saarinen, fallecido en 1961. La mancuerna Roche-Dinkeloo generó un catálogo prolífico e impresionante.
El Museo de Oakland fue el primer proyecto de Roche fuera del despacho de su difunto jefe. El concepto destaca por su originalidad, estructuras de concreto en tres niveles que cubren un área de cuatro manzanas. La terraza de cada nivel forma el techo del nivel inferior para configurar una locación que juega con la distribución de los espacios y da la impresión de visitar no uno, sino dos o tres sitios a la vez. Soluciones innovadoras de este tipo dieron a este norteamericano por elección un público fiel.
ROMPER EL MOLDE
El crítico Smith llamó a KRJDA, el despacho fundado por Roche y Dinkeloo, "la firma estadounidense de arquitectos más estéticamente audaz e innovadora". Los jóvenes que comenzaron a colaborar en el despacho de Saarinen recibieron, en 1974, el Premio Nacional a la Firma del Año otorgado por el Instituto Americano de Arquitectos (AIA por sus siglas en inglés).
La oferta estética del inmigrante dublinés parte del principio de que la arquitectura no debe restringirse a sacar piezas de un molde inflexible.
El rechazo a las categorías y etiquetas aplicadas a su labor es evidente en comentarios de Roche a propósito del edificio para la sede del corporativo General Foods, en Rye en el estado de Nueva York: "No es posmoderno o premoderno, es simplemente la cosa más obvia que podía haber hecho. El lugar es un importante centro de actividad económica. El diseño, pues, comenzó con una necesidad, acomodar a los trabajadores de oficina en un ambiente adecuado”.
En 1967 los socios de KRJDA comenzaron a diseñar un plan maestro para el Museo Metropolitano de Nueva York.
Los servicios del dúo de arquitectos fueron requeridos dada la creciente demanda de nuevos espacios, la necesidad de renovar los existentes y el interés por mejorar el tráfico de visitantes.
En el 2000, el museo neoyorquino solicitó de nueva cuenta la asistencia de KRJDA. El despacho examinó los criterios establecidos y los problemas que surgieron luego de tres décadas de su intervención inicial y desarrolló otro plan para guiar el crecimiento del museo de una manera ordenada y con mínimas perturbaciones.
En el despacho fundado por Roche consideran que esa colaboración es un eslabón valioso en una historia de fidelidad y mutua admiración entre el museo y el despacho.
DUDAS EXTINTAS
La admiración hacia Kevin Roche y su firma habla de un arquitecto que hace más de medio siglo despejó cualquier duda sobre su talento y que contribuyó a elevar los estándares de la profesión.
Roche ha sido responsable de al menos 51 proyectos importantes en los últimos veinte años.
La Fundación Ford en Nueva York es un aclamado inmueble de este longevo artista gracias a características como la estructura de vidrio, el color óxido, el granito marrón, las oficinas alrededor de un espacioso atrio de 12 pisos.
Otras piezas emblemáticas son el Centro de Artes Finas de la Universidad de Massachusetts y el edificio de los Caballeros de Colón en Connecticut. En el Centro las estructuras de hormigón componen los edificios valiéndose de planos oblicuos y los recorridos se realizan sobre estructuras porticadas. El segundo ejemplo es una torre de 23 pisos con aspecto medieval cuyas esquinas son custodiadas por cilindros.
El crítico Paul Goldberger describió al ganador del Pritzker de 1982 como "un diseñador innovador y brillante", también opinó que las obras de Kevin dan testimonio de una creador que no incurre en el defecto de los excesos.
Roche, y en esto coinciden especialistas como Smith y Goldberger, pertenece al selecto grupo de creadores que, al poner manos a la obra, entregan a la sociedad no sólo lo mejor de sí mismos y de su arte, también una forma distinta de apreciar el paisaje, como si algo bello y monumental se posara en la mirada.
Apenas en 2015 el longevo fundador de KRJDA recibió el premio George M. White otorgado a la excelencia en arquitectura pública. La distinción se entrega a quienes consiguen combinar en sus trabajos un resultado bello y un espíritu cívico además de un compromiso por mejorar la calidad de vida de una comunidad.