A partir de ese día se dieron levantamientos aislados que representaron el inicio de la lucha por la democracia que abanderó Madero. (ESPECIAL)
El 20 de noviembre es una fecha significativa desde 1911 cuando se conmemora por primera vez un aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, pero fue en 1936 cuando el Senado de la República aprobó el decreto que convirtió la fecha en una conmemoración nacional.
Para celebrar el inicio de este movimiento crucial en la historia del país, que puso fin a un largo gobierno de Porfirio Díaz, e impulsó la transformación y el desarrollo del país, el Instituto Nacional Estudios de la Revolución Mexicana (INEHRM) realizará una ceremonia cívica en sus instalaciones de San Ángel.
Dicha conmemoración estará encabezada por su titular, la doctora Patricia Galeana.
De acuerdo con información del propio INEHRM, los primeros levantamientos armados en respuesta al Plan de San Luis, promulgado por Francisco I. Madero el 5 de octubre de ese año, se dieron el 20 noviembre de 1910 con el que llamó a todos los ciudadanos de la República a tomar “las armas para arrojar del poder a las autoridades que actualmente gobiernan”.
A partir de ese día se dieron levantamientos aislados que representaron el inicio de la lucha por la democracia que abanderó Madero.
En Chihuahua, Toribio Ortega se levantó con 18 hombres librando tiroteos en la región de Ojinaga; Guillermo Baca y sus hombres atacaron la plaza de Hidalgo del Parral; por su parte, José de la Luz Blanco hizo lo mismo en Ciudad Guerrero, uniéndose así a los sitiadores de esa plaza.
Pascual Orozco asaltó la casa del jefe de seguridad pública en la Labor de San Isidro. Francisco Villa y Ceferino Pérez, bajo las órdenes de Cástulo Herrera, lograron reunir alrededor de 200 hombres, operando con éxito en los días siguientes.
En la Comarca Lagunera, Sixto Ugalde, Jesús Agustín Castro, Orestes Pereyra y algunos correligionarios más, combatieron brevemente en la ciudad duranguense de Gómez Palacio. En Culiacán, Sinaloa, Ramón F. Iturbe y Juan Banderas atacaron la guarnición.
Luis Moya, al no poder sublevar gente en el sureste de Chihuahua, cabalgó desde Jiménez hasta San Juan de Guadalupe, en los límites de Durango y Zacatecas, para iniciar días más tarde la incursión en Sombrerete, donde murió.
En Veracruz, Rafael Tapia, seguido por algunos hombres, atacó la guarnición de rurales en los límites con Puebla. Así lo hicieron también Cándido Aguilar y Rosendo Garnica en Paso del Macho.
En el Distrito Federal, Puebla, Jalisco, y en varios lugares más del país, la jornada del 20 de noviembre concluyó en completa calma. En la capital de la República, los jefes que planeaban encabezar la rebelión estaban encarcelados, y en Puebla la irrupción armada se sofocó dos días antes de lo planeado con la represión y asesinato del líder de la rebelión maderista en Puebla, Aquiles Serdán.
Mientras tanto, Madero, —quien había escapado de su prisión en San Luis Potosí para reunirse en Estados Unidos con sus correligionarios— estaba a orillas del Río Bravo y fracasó en su intento de cruzar a territorio nacional por la poca gente que logró reunir, ante lo cual tuvo que esconderse en Nueva Orleáns, en espera de que la revuelta cundiera.
La revolución a la que convocó creció y se extendió a buena parte del territorio nacional. El gobierno de Porfirio Díaz no fue capaz de contenerla, fue derrotado militar y políticamente por la rebelión y tuvo que renunciar a la Presidencia de la República en mayo de 1911.