Labor. Salineros se dedican a cosechar sal en este pueblo de Ocampo, Coahuila. (CORTESÍA)
Cada mañana, desde que el Sol comienza a brillar, los "salineros" de Laguna del Rey parten de sus viviendas para ir a trabajar. Ellos se dedican a cosechar sal en este pueblo de Ocampo, Coahuila.
Con una botella de agua y una radio que tocaba los mejores éxitos de cumbia, se encontraba Manuel Espinoza, de 35 años; él comenzó en el oficio a los 15, luego de graduarse de la secundaria. "Aquí no había tantas oportunidades para seguir estudiando, la friega comenzó desde chico", dijo.
Manuel forma parte de los 90 salineros que trabajan dentro de las cuatro presas de la planta "Química del Rey" de Peñoles, quienes en conjunto recaban aproximadamente 300 toneladas al día. Esta actividad tiene gran importancia en la localidad, pues es una de las principales fuentes de ingresos para sus habitantes.
Tras analizar la situación económica que enfrenta Laguna del Rey y sus alrededores, Peñoles implementó el programa "Cosecha de sal", donde se sustituye la maquinaria por la mano de obra de los aledaños.
Adán González Alvarado, gerente de esta unidad, indicó que Química del Rey se dedica a la fabricación y venta de productos químicos como sulfato de sodio y óxido de magnesio. En 1983 se convirtió en la planta de sulfato más grande del mundo por la alta demanda de sus productos, el gerente reconoció que gran parte de este reconocimiento se debe al esfuerzo y entrega diaria de los salineros.
Después de la cosecha de sal, el producto se procesa en la planta para ser distribuida en diferentes lugares del mundo. Con esta sustancia se elaboran nueve de cada diez detergentes en polvo.
Alonso López de 44 años o "Don Poncho" como lo nombra el pueblo, es uno de los salineros con más experiencia. Para él esta actividad ha sido un reto, pero llevarla a cabo le ha permitido brindarle una mejor vida a su familia; en especial a sus nietos.
Al llegar las cinco de la tarde, los salineros regresan a sus hogares. A pesar de trabajar en una actividad que requiere esfuerzo, las risas y las cumbias que algunos escuchaban, hacen esta tarea más sencilla.