Condolencia
El pensamiento unánime, más en estos tiempos de polarización y encono colectivo, resulta un avis rara. Sin embargo, la partida física de María de los Ángeles Moreno unió a la clase política nacional, y también a ciudadanos de a pie, en un sentimiento de luto compartido.
Ello no es empresa sencilla. Durante esta semana, pudimos constatar la admiración y el respeto que suscita quien fuera la primera mujer en presidir al PRI en un momento difícil y traumático para México: 1994.
Muchísimos, sin excepción, coincidieron en que además de abrir brecha a las mujeres, Moreno forjó y fue maestra de distintas generaciones. El presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió a ella como una destacada economista y política progresista y liberal. Además, cabe recordar que María de los Ángeles también habría de ser la primera en muchas cosas: presidió la Cámara de Diputados, el Senado de la República y la Asamblea Legislativa del entonces Distrito Federal.
Con el corazón en la izquierda e impulsora de ideas de avanzada, Moreno fue una política decente, escrupulosa en lo material, pulcra en su actuar y con verdadera altura de miras. Sabía que el quehacer público implica diálogo y tender puentes con otras fuerzas del espectro a fin de encontrar puntos de coincidencia.
Hoy, ante la falta de verdaderos liderazgos, desdibujada la oposición y frente a una nueva generación que ansía llegar al poder sin saber realmente qué hacer con él, se echará de menos la estatura de María de los Ángeles.
Siempre leal a su partido, el PRI, ello no le impidió ser crítica y marcar una sana distancia ante los excesos del grupo más voraz e insaciable de nuestra historia reciente: el de Enrique Peña Nieto y su camarilla.
De entre todo lo publicado en estos días respecto a la muerte de Moreno vale la pena rescatar lo que escribe el periodista Julián Andrade, quien considera que "uno de sus mayores méritos consistió en conducir al priismo sin que el veneno y las revanchas se desbordaran. Dialogaba y construía".
Por azares del destino, responsabilidades de mi trabajo y coincidencias en lo político me permitieron conocer a María de los Ángeles y sentarme a su lado en un par de reuniones. Recuerdo haberla visto en dos desayunos, ojalá hubiera habido otros.
Pese al rango que había alcanzado, María de los Ángeles Moreno personificaba el encanto de la discreción. Imponía respeto y admiración, pero también ganas de aprenderle más. Era una mujer cálida y muy humana.
Se le va a extrañar.
VENEZUELA
La oposición al régimen del dictador Nicolás Maduro, ha emprendido un camino sin retorno al haber instado al pueblo a levantarse en armas. Maduro, si bien intentará aferrarse al poder presionado por agentes extranjeros -Rusia y Cuba, esencialmente- sabe que su situación resulta, a mediano plazo, insostenible. Las horas de uno de los gobiernos más sanguinarios, corruptos e ineficaces de la actualidad, están contadas.
Lo ideal sería, dentro del cuadro de violencia y enfrentamientos que podrían escalar, una transición negociada. A eso le apuesta el Gobierno de México, quien se ofrece como mediador entre las partes en ruta de colisión.
Por desgracia, el silencio de nuestras autoridades respecto a las imágenes de tanquetas de la Guardia Nacional venezolana arrollando a civiles resulta, por decir lo menos, lamentable.
Al final del camino, cuando caiga Nicolás Maduro, México quedará mal parado no solo ante Venezuela, sino también con nuestros aliados del Grupo de Lima. En las horas más cruentas, el Gobierno mexicano les negó toda clase de apoyo so pretexto una Doctrina, la Estrada, de fuerte tufo al pasado y claramente obsoleta.
Es una lástima. Entre eso y los pleitos artificiales con España, nuestro país pierde aliados estratégicos dentro del concierto de naciones. El presidente ignora las virtudes de la geopolítica moderna, ocupado en hablar de conservadores y liberales como si estuviéramos a fines del siglo 19. Ojalá le prestara más atención a Marcelo Ebrard, su canciller, hoy relegado por el grupo radical que ha impuesto un cerco alrededor del despacho presidencial. En fin.
Twitter: @patoloquasto