La familia Ordaz estima que tiene cerca de 70 años elaborando lonches en el Centro de Torreón. (EL SIGLO DE TORREÓN)
Dejaron el circo para establecerse en Torreón. Reconocieron en el pan francés una oportunidad de oro y por cuatro generaciones han logrado mantener la tradición de Lonches Ordaz.
María Guadalupe Ordaz, nieta del fundador, estima que la lonchería inició entre 1948 y 1950, por lo que tendría cerca de 70 años, lo que inició como un pequeño tabarete en la calle Acuña, entre Hidalgo y Juárez, ha dado comida y estudios tanto a hijos como a nietos, que hoy buscan continuar con la tradición familiar en otros puntos de la ciudad.
"Todos los puestos estaban ahí, había otros de lonches, uno de mariscos, el de las aguas, estaban apilados por la Hidalgo y los quitaron, los reubicaron en otras partes y tuvieron que empezar de nuevo, mi hermana (Guillermina) ahorita está en Morelos y Acuña, y otro de mis hermanos (Felipe) está en Rodríguez y Juárez, son los únicos que siguen en el centro", comenta.
El hijo de Lupita, Juan Antonio, acaba de arrancar con una lonchería Ordaz en el municipio de Parras, pero tiene que llevar todos los ingredientes desde Torreón, pues el pan y la carne no saben igual en otras regiones, como en La Laguna. Hay otra sucursal por el aeropuerto de Torreón, que trabaja un sobrino, y una más en la calle García Carrillo, de otro sobrino.
"Cada quien tiene su sazón, aunque le pongan lo mismo", dice.
ECHAN RAÍCES
Manuel Ordaz Hernández y su esposa trabajaban en el circo Atayde, luego probaron suerte en Atracciones García, encargados de traer juegos mecánicos por las ferias del país, con un puesto de tiro al blanco. Iban de ciudad en ciudad hasta que les llegó la necesidad de echar raíces estando en Torreón.
"Estaban cansados de andar para arriba y para abajo, se establecieron aquí y mi abuelito fue el de la idea de los lonches, que los hacía estilo León, Guanajuato, muy ricos también, pero aquí no les gustaron, era un pan tipo margarita, mi abuelito lo mandaba hacer alargado, lo metía en chile rojo, lo metía a guisar con crema, pollo, chorizo, lechuga, olvídese, pero aquí no les gustó", comenta Lupita.
El paladar de los laguneros demandaba otro tipo de recetas y Manuel optó por elaborar lonches de carnitas con aguacate. Conforme podían ir integrándose en el negocio, los hijos fueron cubriendo labores como partir la verdura y lavar platos, hasta ir desarrollando también la habilidad de hacer lonches y cuidar sellos de la casa, como el repollo en vinagre, que debe ser recortado muy fino.
"Somos una familia de loncheros, nos tocó a todos, todos mis hermanos hemos trabajado ahí", dice Lupita, quien desde pequeña recuerda haber tenido que participar junto a su hermana, más aún cuando su padre, José Guadalupe Ordaz López, enfermó del corazón.
"Mi papá nos decía que teníamos que tratar bien a las personas, al cliente lo que pida, siempre estaba al pendiente", explica.
Al fallecer José, su esposa quedó al mando, y luego sus hijos. Cuando tocó el turno de llevar la batuta a Jose Guadalupe Ordaz Sánchez, el mayor de los hermanos de Lupita, en el negocio familiar, buscó experimentar con nuevos sabores y propuso la carne adobada, con lo que las ventas en la lonchería se incrementaron considerablemente.
"Se levantó de volada, él metió también los chiles toreados", comenta, "mi hermano vio que había mucha competencia, pero para todos salía el sol, él anduvo buscando qué se podía mejorar, la adobada resultó muy bien, se quedó y ahorita es la principal, tumbó a las carnitas".
PAN LAGUNERO
Para Lupita Ordaz, el pan francés es la base de cualquier lonche. Considera que el pan de La Laguna es tan delicioso que tiene maravillado al país, al grado de que muchos visitantes de otras regiones buscan llevarse una dotación cuando regresan a sus ciudades.
"No se da en otro lado, el pan francés es de aquí solamente", dice. Su hijo, Juan Antonio Borrego, buscó que en Parras le hicieran un pan similar pero no resultó, "es la base, es parte de la identidad de los que vivimos aquí, de los laguneros, hemos probado en varios lugares el pan y no tiene comparación".
En los años sesenta, costaba un peso el paquete de seis piezas de pan que llevaban a la familia Ordaz, calientito.
La mujer dice que todos en su familia tienen la "espinita" de que les gusta la cocina y también trabajar, así que han sabido combinarlo para continuar en el negocio a través de los años. Como ejemplo, dice que Juan Antonio tiene carrera de licenciado en Derecho pero finalmente le hizo eco la tradición familiar y optó por poner su lonchería.
"Todos somos loncheros de nacimiento, les digo yo, porque nietos, bisnietos, todos sabemos preparar lonches, es una satisfacción ver que continúa la tradición familiar", comenta, "ya son cuatro generaciones, son muchos años y somos muchos, pero de ahí ha salido para todos, éramos ocho hermanos, somos mucha familia y la mayoría estamos en esto".
La señora se muestra orgullosa de que el apellido de su abuelo hoy sea un referente de trabajo familiar, de un negocio honorable que ha dado tanto para su familia
Y aunque ella ya está fuera de las ventas, nunca falta el domingo en que las condiciones son las ideales para preparar lonches solamente para su familia o visitar a sus hermanos en sus puestos.
"No nos fastidia, los hacemos y sí los comemos, nos gustan los lonches", ríe.