Invertir es dedicar recursos para obtener beneficios. En la inversión hay una promesa de ganancia, pero conlleva también riesgos. Poner a disposición de terceros una suma de dinero con la intención de que la probabilidad de ganancias se concrete y se disipe la del riesgo es la apuesta de las inversiones. Al final del día, se busca que lo invertido se multiplique en ganancias del tipo que sean en función del sujeto y objetivos de la inversión.
¿Qué tan prometedora es una empresa, un proyecto, una región, un producto, como para atraer la decisión de invertir en ello? ¿Qué tanto riesgo conlleva destinar una suma en determinado proyecto? ¿Qué se deja de hacer con eso que se decide invertir en un proyecto o región y no en otra? Son preguntas que se hacen a diario inversores de todo tipo y en cientos de lugares. El acceso público a las decisiones que tomen los inversionistas se obtiene a posteriori, a partir de los datos generados y que suelen ser consignados como reportes del pasado inmediato.
Veamos las respuestas que ha obtenido la región de la Comarca Lagunera a esas preguntas. Con la dificultad que se tiene para tener a detalle y como se desearía la información, tenemos datos suficientes para acercarnos a la dinámica de inversión tanto privada como pública en la región, somos beneficiarios del trabajo estadístico que han estado realizando el Instituto Municipal de Planeación de Torreón y el Consejo Cívico de las Instituciones Laguna.
De la inversión extranjera directa del 2008 al 2018, el 97 por ciento llegó de los Estados Unidos de un total de 68 empresas registradas. Cabe señalar que en la década previa se habían instalado 85 empresas con inversión extranjera. De modo que hubo menor dinamismo en los años recientes, quizá, se podría pensar, que estuvo condicionado por los años de violencia desbordada entre 2008 y 2014, principalmente. Sin embargo, los años con menores empresas extranjeras instaladas fueron 2010, 2011, 2015, 2016, 2017 (cero) y 2018. En otras palabras, enfrentamos un rezago que apunta a deficiencias estructurales y no necesariamente a coyunturales como fue el caso de la violencia.
La respuesta que han dado los inversores a las oportunidades y riesgos que les presenta la región es clara. Han preferido otros negocios, otras regiones, otros riesgos.
¿Qué pasa con la inversión pública? ¿Es la presencia de una capital política garantía de inversión pública para una región? Veamos las cifras: de 2007 a 2019 la tendencia en la inversión de los gobiernos municipales de la zona metropolitana de La Laguna ha sido a la baja. Y la sede de sus poderes está aquí desde hace décadas.
Para poner lo anterior en perspectiva, el porcentaje presupuestado de inversión pública de los municipios de la ZM Laguna este año estuvo alrededor del once por ciento respecto al gasto total, mientras que, en la Zona metropolitana de León, que tampoco es capital, fue de veinticinco por ciento. De junio de 2018 al mismo mes, pero de 2019, en la ZM Laguna se generaron 2523 nuevos empleos, contra 13374 para el caso de la ZM León.
Con independencia de la inversión estatal, las capitales de los estados de Coahuila y Querétaro tenían presupuestado una inversión pública del diecinueve por cierto respecto a su gasto total. Ocho puntos porcentuales más que los metropolitanos laguneros.
Enfrentamos en la región un reto estructural para la atracción de inversiones. La evidencia es contundente. Y revertir esa situación no será ni sencillo ni rápido, y menos si nos perdemos en distractores motivados por una autorreferencia patológica que no ha sido respuesta de cara a los retos que imponen las dinámicas internacionales de producción e inversión.
La Laguna de las primeras dos décadas del siglo XXI ha acumulado dudas y frustraciones que, entre la desesperación y la depresión, ha llevado a no saber plantear las preguntas correctas y sí, en cambio, añoranzas ofrecidas como respuesta a un futuro cada vez más retrasado en su arribo.
Reducir riesgos y ofrecer oportunidades es un binomio no resuelto y, me temo, no suficientemente pensado y sistematizado. Por eso tantas distracciones que solazan el espejo pero cierran las ventanas.