El día de ayer en la habitual conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador se dio a conocer que las estimaciones del Gobierno para que termine el confinamiento de la población se está proyectando para el próximo 30 mayo. En el mismo acto se dijo que los municipios que para la mitad del próximo mes sigan presentando baja incidencia de contagios podrán retomar ciertas actividades.
Según estas cifras, el pueblo mexicano vivirá un encierro de doce semanas, tal como lo padeció la ciudad china de Wuhan, cuna del coronavirus, que ha puesto de cabeza a casi el mundo entero.
La noticia, dada a conocer el día de ayer, de las tentativas fechas de levantamiento de la contingencia, así como el pronóstico del fin de la epidemia el próximo 25 de junio, tiene un par de interpretaciones.
La primera es que aunque es notorio que falta un buen trecho para terminar con este encierro que tanto agobia y para poder reactivar la economía que tantos estragos causará en casi toda la población, por lo menos ahora se tiene un pronóstico de cuándo será esto. Es cierto que pensar que tenemos que pasar confinados 6 semanas más se antoja pesado, pero conocemos ya que si no sobreviene un brote exponencial de infecciones, para junio al menos, la libertad de tránsito y convivencia regresa, tan necesarias para la vida.
En tanto, en el plano económico, trabajadores , empleadores e inversionistas pueden ir haciendo ya cálculos y planeaciones sobre cómo sortear esta devastadora pandemia, que además de la estela de muertos y enfermos pasajeros que obsequiará a la humanidad entera y por supuesto a México, son también de preocuparse los cientos de miles de empleos que se perderán debido a la fulminante estocada que el coronavirus y sus consecuencias le está dando a la ya menguada economía mexicana.
Quizá al cierre de este fatídico año 2020 se pueda contar con datos más certeros del daño que terminó causando este desgraciado mal, y aunque, por supuesto, si realmente todo vuelve a la normalidad a finales de junio, y si es imposible resarcir los daños materiales sustanciales que habrán de causarse, al menos los segundos seis meses de este calendario sirvan para reflexiones colectivas e individuales para valorar lo que continuamente damos por sentado como la propia libertad y también la dicha de convivir con muchas personas a las que se les disfruta y quiere, aunque no vivan bajo el mismo techo.
Y mientras esto sucedía por la mañana de ayer en la Ciudad de México, en la región, como en todo el país, las autoridades locales, que son responsables de la vigilancia sanitaria de cada estado federado, imponen medidas para obligar al confinamiento y tratar de que la población se quede en casa y evite deambular por las calles si su motivo no es de esencial propósito.
Esto viene a cuento porque tanto los Gobiernos de Durango como de Coahuila han establecido filtros de revisión en los puentes que cruzan el lecho seco del río Nazas. Desde días pasados había casos ya de personas a las que se les impedía el paso, pero esta semana el cerco ha llegado a tales consecuencias que se ha prohibido el tránsito natural de la ruta conocida como Torreón-Gómez-Lerdo.
Ahora los usuarios de ese servicio de camión tienen que cruzar entre Gómez Palacio y Torreón a pie, porque el paso está ya prohibido para los autobuses. Largas filas, particularmente en el Puente Plateado y su par, se forman por el cerco que se ha impuesto.
¡Vaya despropósito! Por el lado de Durango es recurrente la falta de energía para responder a los problemas del gobernador José Rosas Aispuro, lo que regularmente genera confusión, pero del lado coahuilense el gobernador nativo de Torreón, Miguel Riquelme, no tiene claro que La Laguna socialmente es una y que miles de lerdenses duermen en la conocida como Ciudad Jardín mientras trabajan en Gómez Palacio o Torreón, o no sabe tampoco que decenas de empresas del Parque Industrial Lagunero son propiedad de personas que viven en Torreón.
Se agradece el ahínco con el que se está combatiendo la transmisión del COVID-19, pero sería mucho más sensato si los estrictos filtros de revisión se instalasen en las rúas de entrada y salida de la zona metropolitana que conforman Matamoros, Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, puesto que poco sentido y mal sabor dejan las revisiones en el lecho del río Nazas.