En solidaridad con José Ramón Cossío.
Cuenta un viejo chiste que un candidato le ofrece al electorado la opción del cielo o el infierno. El votante primero visita al cielo, encontrando todo tranquilo y en orden. Luego pasa al infierno, donde se encuentra con preciosos jardines, mesas llenas de platillos deliciosos, música atractiva y una infinidad de distracciones en las que se deleitaban sus habitantes. De vuelta con el candidato le dice: "no creo lo que voy a decir, pero votaré por el infierno". Tan pronto dice eso, el panorama cambia de manera radical: el infierno se vuelve, pues, el infierno: agonía, dolor, pesadez, sufrimiento. La otrora alegría ahora resulta ser un martirio. "No comprendo, dice el votante, esto no es lo que me mostraste antes". "Bueno, responde el político, esa era la campaña; ahora ya votaste". Así ha evolucionado el presidente López Obrador.
(más contenido)