Las obras de Garcilaso de la Vega destacan no sólo por su rigor histórico o por la calidad y estética que demuestra su prosa, sino por el melancólico sentimiento que aparece entre líneas. (ESPECIAL)
Según datos biográficos publicados en la Biblioteca Virtual Cervantes, Gómez Suárez de Figueroa, por su nombre de pila, nació en el Cuzco, Gobernación de Nueva Castilla, el 13 de abril de 1539; su padre fue un militar de origen español y su madre, una indígena peruana, ambos descendientes de una casta noble.
Debido a esto, el pequeño bautizado como Gómez Suárez de Figueroa, tuvo una formación bicultural que entrelazó las dos fuerzas culturales que predominaban en el Perú colonial.
Aprendió el quechua como lengua materna, pero también recibió una educación formal en gramática, latín y retórica con doctrina cristiana y costumbres hispanas.
El portal peruano adonde.pe apunta que en la búsqueda de una identidad que no se opusiera su origen racial, a partir de 1563 firma como el Inca Garcilaso de la Vega, en reconocimiento a sus raíces étnicas y como homenaje al honor cuestionado de su padre.
A los veinte años, después de la pérdida de su padre, viajó a España con la herencia que le dejó y se instala en Montilla, Córdoba, bajo la protección de sus tíos Alonso de Vargas y Luisa Ponce de León.
Garcilaso comenzó su obra como traductor e intérprete y en 1590 apareció en Madrid su versión en español de los Dialoghi d'Amore, del humanista sefardí Yehudah Abarbanel, también conocido como León Hebreo.
Entrado ya en la madurez, despertó su vocación literaria y humanista, por lo que incursionó en el género de crónica con La Florida del Inca (1605) relato que cuenta las aventuras de Adelantado Hernando de Soto y sus hombres, en la conquista de esa península americana.
Posteriormente aparecieron Los Comentarios Reales (1609) un relato historiográfico basado en sus memorias de Cuzco, las historias indígenas que escuchara en su juventud y una amplia bibliografía consultada en la colección de su difunto abuelo.
Esta obra comprende dos partes, la primera se refiere a los hechos de los incas y su civilización; mientras que la segunda, a la conquista y las guerras civiles entre los conquistadores.
Con este texto reivindica su origen inca y lo reintegra a una versión neoplatónica para rendir homenaje a ambas tradiciones de su ascendencia.
El Inca Garcilaso de la Vega fue un humanista que transitaba entre una dialéctica temporal y cultural. También desarrolló el género historiográfico propio del periodo barroco siempre apegado a un estética literaria renacentista.
De igual forma, la temática novelística que legó es probablemente, la expresión más explícita e intensa del dilema cultural y el drama íntimo que entonces representaba la condición mestiza en la Nueva América.
Las obras de Garcilaso de la Vega destacan no sólo por su rigor histórico o por la calidad y estética que demuestra su prosa, sino por el melancólico sentimiento que aparece entre líneas.
El proyecto historiográfico del Inca Garcilaso fue, sobretodo “un acto de afirmación personal y un arduo intento intelectual por dotar a su vida de solvencia histórica y legitimidad cultural”, apunta Remedios Mataix de la Universidad de Alicante.
El iniciador de la literatura peruana falleció en Córdoba, España, el 23 de abril de 1616.