Desde pequeña, Mayra Hermosillo supo que quería dedicarse a las artes escénicas, pero tomó la decisión mucho tiempo después. La actriz ha vuelto a La Laguna para ofrecer un taller gratuito de guion en el Teatro Alberto M. Alvarado, organizado por la Dirección de Arte y Cultura de Gómez Palacio. (JESÚS GALINDO)
Desde pequeña, Mayra Hermosillo supo que quería dedicarse a las artes escénicas, pero tomó la decisión mucho tiempo después. La actriz ha vuelto a La Laguna para ofrecer un taller gratuito de guion en el Teatro Alberto M. Alvarado, organizado por la Dirección de Arte y Cultura de Gómez Palacio.
En la antesala de la segunda sesión del curso, toma asiento en una de las butacas del recinto y narra algunas escenas de su vida.
Recuerda que entre aquellos titubeos existían miedos, algunos que ni siquiera le pertenecían. “¿Por qué habría de ser actriz?”, era la pregunta recurrente que laceraba su confianza. El entorno reforzaba sus dudas. El camino no era claro. Mudarse a Ciudad de México le aterraba. Pensar en cambiar activaba un mecanismo de defensa del cual se desprendía la pregunta: “¿Y si no funciona?”.
“Pero realmente todo esto empezó en el Compu Campo, un curso de verano del Tecnológico de Monterrey. En este curso había de todo, y había algo en específico que era montar una obra de teatro para finalizar el curso. No recuerdo cómo fue ni por qué llegué a un ensayo de La Bella y la Bestia, y decía ‘somos puros niños jugando a pasarla bien y jugando a contar una historia’. Yo no podía creer que todos estuviéramos cantando, que había una maestra que nos ponía coreografías, que había maestros que nos enseñaban a cantar”.
Así se registraron los primeros pasos de Mayra Hermosillo sobre un escenario. Ella disfrutó cada papel con emoción y al año siguiente volvió a hacer el curso para dar vida a la Hiedra venenosa en la obra ¡Qué plantón! La lagunera se enamoró del personaje, de la obra, del teatro, pero lo que más la cautivó fue percatarse de la unión que logró con sus compañeros.
“Si yo estoy en esto es porque creo que uno conoce seres humanos espectaculares. Y no hablo literalmente del espectáculo ni de fama ni de nada de eso. Hablo de gente de verdad con la que puedes ser mejor ser humano y que te invitan a ser mejor persona. Creo que si eres buen ser humano tienes mucho que entregar en escena, en tus personajes y tus escritos”.
Pero entonces la infancia abandonó a la actriz y tuvo que elegir una carrera profesional. Otra vez el miedo al futuro se acentuó y decidió estudiar comunicación. Por algún tiempo, Mayra trabajó en medios locales, donde también fue periodista cultural.
“Luego de dar el clima me fui a los reportajes de cultura y también estuve trabajando para un periódico. Pero me decía: ‘¡Híjole! Lo más feo es que siempre estoy viendo el reloj. Disfruto lo que hago pero siempre estoy viendo a qué hora salgo’. Hasta que me dije a mí misma que eso no era vida. Cada vez que estaba en el escenario eran las dos de la tarde y de repente eran las siete de la noche y decía: ‘¡Guau! ¿En qué momento pasó el tiempo? Pasó viviendo y ni cuenta me di’. Cuando empecé a notar que en mi trabajo yo veía la hora todo el tiempo y me pesaba levantarme, dije: ‘No... no, no, no. Me la voy a aventar, así yo no sea esa guapa ni esa buenota, pues yo voy a ir a explorar’”.
Entonces, en el año 2011, Mayra Hermosillo se trasladó a Ciudad de México para consolidar su sueño de ser actriz.
Tras el éxito
Viajar a la capital del país significaría cambiar totalmente de vida. Ciudad de México la confrontó ante otro estilo de rutina, donde debería entender el lenguaje de la urbe, empezar a conocer personas y administrar los pequeños ingresos que lograba conseguir.
“Lo primero que hice fue investigar quiénes eran los maestros con los que podría tomar talleres y clases para irme armando mi propia carrera, por así decirlo. Yo no sé qué vieron esos maestros en mí ni que afortunada fui, porque sé que lo fui, porque caí con maestros que algo vieron, aunque me regañaban todo el tiempo en clase”.
Esos mismos maestros que le señalaban enfáticamente sus errores en el escenario, fueron quienes le abrieron las puertas para, más adelante, poder audicionar en películas y series.
“No tenía dinero, era horrible, se acababa muy rápido. Trabajé en el Festival Cervantino y era bien curioso porque me tocaba organizarle los vuelos a todos los artistas internacionalmente y también tenía que organizar su hospedaje. Era como ‘ok, qué raro estar recibiendo artistas cuando también me gustaría estar del otro lado’. Y fue muy bonito para mí entender todo el proceso”.
La lagunera lo tiene claro: el oficio del actor no es para lograr ser alguien famoso ni interesante, sino para convertirse en un ser humano que forma parte de algo y aporta a su entorno. Por eso sus intereses cinematográficos traspasan la pantalla. En 2018, junto al español Ángel de Guillermo, codirigió el cortometraje En la piel de Lucía, mismo que fue proyectado en certámenes como el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), el Festival Internacional de Cine de Monterrey (ficmonterrey), el San Diego Latino Film Festival o el Vancouver International Film Festival.
Lucía, la protagonista de ese cortometraje (que de igual forma es encarnada por la propia Hermosillo), tiene un conflicto con su pasado. Antes de que se le presentara la oportunidad de audicionar en Los Ángeles para la serie Narcos México, la actriz lagunera también se encontraba en crisis luego de resentir algunas negativas de trabajo.
“Yo no entendía por qué llegaba tan lejos en un casting y era call back tras call back. Tuve que ir a terapia y me ayudó mucho. Cuestionándome con mi terapeuta fue como ¿por qué le tengo tanto miedo a ese éxito? Yo ni siquiera sabía lo que quería. Sí quería quedar, pero le tenía mucho miedo a quedar porque tenía miedo de convertirme en una persona egocéntrica, como lo que he visto mucho en mi vida, que la gente de pronto cree tener éxito y abundancia y se vuelven una porquería de ser humano. Yo no quiero ser eso, porque además lo viví muy cerca”.
Para su sorpresa, la actriz quedó en la segunda temporada de Narcos México, donde le tocó interpretar a Enedina Arellano Félix, personaje que en la vida real se encargaba de gestionar los ingresos del Cártel de Tijuana provenientes de prácticas ilegales. Este papel proyectó a la lagunera hacia el plano internacional gracias a que la serie fue producida por Netflix.
“Creo que fue el comienzo de creer en mí, de creer que sí se puede. Creer en uno es bastante trabajo. Es muy fácil decir ‘¡cree en ti!’. Sí, cabrón, tú dime cómo has creído en ti, no es tan fácil. ¿Cómo le hacemos? Cada quien tiene que seguir ese camino de cómo va a creer en uno. Para mí Enedina ha sido un personaje de sorpresa, que me ha logrado dar una cachetada con guante blanco de confía en ti, confía de lo que estás hecha, confía en que si te comprometes puedes hacerlo bien, lo mejor que puedas”.
Con esta motivación, Hermosillo imparte un taller de guion en Gómez Palacio, donde motiva a los alumnos a dar el primer paso dentro de todo proyecto cinematográfico: escribir un guion. “El guion es el inicio, es la génesis de todo, si no hay guiones no hay filmación […] la escritura es hermosa en cuanto a que es un proceso introspectivo y creo que es el comienzo de todo”.
Finalmente, la actriz recuerda a El Principito, una de sus lecturas favoritas, y accede a hacer una analogía entre la rosa que cuidaba el protagonista de ese texto y su carrera en la cinematografía.
“Para mí la rosa seríamos cada uno de nosotros, ¿sabes? Siento que esa rosa somos nosotros. Ese cuidado que le da él a la rosa ojalá nos lo diéramos a nosotros. Ese entendimiento que tiene, esa conexión con la rosa, ojalá la tuviéramos o yo la tuviera conmigo; poder ver en esa rosa un reflejo”.