La relación entre lo que comes y lo poco que descansas, es más profunda de lo que crees.
El sueño y la alimentación son componentes básicos para mantener la salud. El dormir es una necesidad biológica que tiene varias funciones importantes, como el permitir al cuerpo y al cerebro recuperarse del estrés del día, restablecer la energía, eliminación de sustancias como radicales libres acumulados y permitir un buen funcionamiento del sistema inmunitario.
También durante el sueño, se lleva a cabo la regulación metabólica en donde están involucrada la secreción de hormonas y neurotransmisores.
En el caso de los niños, es durante la noche, en donde se lleva a cabo una mayor producción de la hormona de crecimiento, fundamental para lograr su óptimo desarrollo.
Hay un gran número de estudios que revelan la relación entre un inadecuado descanso y la aparición de problemas con la memoria a corto plazo, afectaciones en los procesos de aprendizaje, alteraciones en los procesos de toma de decisiones y del humor (más irritabilidad y enojo), fatiga y menor capacidad de desarrollar actividades diarias.
DIME QUÉ COMES Y TE DIRÉ CÓMO DUERMES
El consumo en la noche de alimentos condimentados, picantes, grasosos, estimulantes (chocolate, menta) o muy abundantes, provocan mayor producción de jugo gástrico y/o relajación esfínter esofágico, aumentando la posibilidad de presentar reflujo o incomodidades gástricas. Si bebes alcohol, se recomienda sea moderadamente, sobre todo al menos 4 horas antes de dormir. En cuanto al de café, té, refrescos de cola o cacao, tratar de evitarlo al menos 6 horas antes de dormir. Los alimentos y bebidas diuréticos como el perejil, ajo, cebolla, jamaica, que incrementan la necesidad de ir al baño durante la noche.
Por otro lado, algunos alimentos, pueden ayudar a conciliar el sueño, por ejemplo: Los alimentos que aumentan la producción de melatonina y serotonina a través de su precursor (triptófano). Está presente naturalmente en: lácteos, huevo, leguminosas, frutos secos y algunos hidratos de carbono como arroz, avena, papas y alimentos ricos en vitamina B6 y magnesio.
Así que esa recomendación, que seguramente has escuchado, de tomar un vaso de leche tibia antes de dormir, tiene algo de ciencia detrás.
ENFERMEDADES ASOCIADAS A LA FALTA DE SUEÑO
-Diabetes: con la falta de sueño hay una disminución en la sensibilidad a la insulina y una menor tolerancia a la glucosa, que puede conducir a elevación de sus niveles en sangre.
-Enfermedades cardiovasculares: la falta de sueño puede llevar a presión arterial alta e inflamación, dos cosas que pueden dañar el corazón. Además, un descanso inadecuado puede conducir a alteraciones en el perfil de lípidos en el organismo, otro factor de riesgo para este tipo de enfermedades.
-Obesidad: al permanecer más tiempo despierto, se es más propenso a comer en exceso. También es más difícil resistirse a los alimentos altos en azúcar y grasa. Además, se altera la producción de hormonas que regulan los procesos de saciedad/hambre.
A lo largo de las diferentes etapas de la vida, las horas de sueño requeridas para lograr un buen descanso cambian y en la medida que aumenta el rango de edad, hay numerosos factores que pueden interferir con los ritmos circadianos (el ciclo de vigilia-sueño) alterando tanto el tiempo dedicado al sueño como la calidad de este (ciclos de sueño REM y de sueño no REM).
Entre estos factores está el tiempo dedicado a la televisión y otros dispositivos electrónicos, el consumo de bebidas estimulantes o energéticas, el estudio nocturno, la actividad social, una cama incómoda, habitaciones que no reúnen las condiciones necesarias de luz, temperatura y humedad, las frecuentes interrupciones para ir al baño tan habituales en las personas mayores, etc.