Cuando nos juntamos los abuelos, uno de los temas principales es hablar de los nietos (dirán qué flojera, pero se necesita ser abuelo(a) para comprenderlo). El amor a los nietos es algo que si no se ha vivido es incomprensible en su magnitud (tal vez porque ya está uno “chocheando”), el caso es que quiero relatar algunas anécdotas que nos han sucedido:
*Me decía mi amiga María del Rosario que en días pasados fue a visitar una amiga porque la había invitado a una “reliquia” que le había hecho a San Judas Tadeo, y con su recipiente en mano, le pidió a su nieto Sebastián que la acompañara. Al terminar el rezo, le dieron la “reliquia” (asado, sopas, etc.) y al regresar a su casa le preguntó su hija a su nieto que a dónde había ido, y él le contestó que a “pedir limosna”.
*Me comentó mi amiga Carmela que su nieto Víctor no fue a la escuela por enfermedad y la mamá le había enviado a la maestra un justificante. A la semana siguiente, la mamá iba a salir de la ciudad y el hijo la quería acompañar, y la mamá le dice que no puede ir porque ya había faltado a clases, y Víctor le contestó, “llévame, al cabo que la maestra ya ni se acuerda”.
*La que escribe, fui a visitar a mi hijo a Monterrey y mi nieta María Paula, de 4 años de edad, quería el video de la película de Pinocho, yo no sabía dónde estaba, pero insistía llorando que se la diera y le comenté que mejor ella lo buscara (imaginando que sabría mejor que yo dónde estaría), pero me dijo que no podía hacerlo, le pregunté por qué no podía, y María Paula me contestó: “porque estoy ocupada llorando”.
(Si tiene alguna anécdota graciosa de su nieto(a), envíela a: [email protected] Gracias).
