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Año de fantasías... y pesadillas/Actitudes

José Santiago Healy

Bien lo decía Porfirio Díaz, “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, especialmente cuando se viven tiempos políticos y electorales como ocurrirá en este 2004. Si bien el año pasado fue espectacular en materia económica para Norteamérica, el presente año amenaza convertirse en un año de fantasías en lo económico y de pesadillas en lo político.

Los efectos para México podrían ser fatídicos y más en estos momentos cuando prevalece la incertidumbre y la desconfianza ante la indefinición de las Reformas Estructurales y los planes del Gobierno de Vicente Fox. Las perspectivas para Estados Unidos son envidiables y por demás optimistas aún cuando entre distintos sectores de ciudadanos no existe la convicción de que la recuperación económica sea real y permanente. Las cifras oficiales son muy alegres. El Producto Interno Bruto en Estados Unidos creció en 2003 a razón del cuatro por ciento, incluyendo un crecimiento histórico en el tercer trimestre del 8.2 por ciento.

Para 2004 los pronósticos son sensacionales. Los expertos hablan de un crecimiento promedio del 4.5 por ciento y algunos como Sung Won Sohn, de la firma Wells Fargo, sostienen que la economía tiene capacidad sobrada para producir y que las políticas públicas son suficientemente estimulantes para mantener altas tasas de crecimiento.

Ed Leamer, de la escuela de Negocios de UCLA, señala con cautela que será un año normal con un crecimiento económico muy bueno, pero no lo suficiente como para recuperar los niveles de empleo del pasado.

Pero Gary Thayer de la firma A.G. Edwards no tiene empacho en opinar que 2004 será uno de los mejores años de la década debido a tantos indicadores positivos.

Lo cierto es que en años políticos se corre el riesgo de fomentar las fantasías económicas que a la postre terminan cobrando facturas demasiado costosas para la ciudadanía.

Para muchos norteamericanos los indicadores están siendo manipulados con la única intención de crear un clima ideal para la reelección de George W. Bush, el primer martes de noviembre.

Bush Jr. no quiere por ningún motivo repetir la historia de su padre cuando perdió su reelección en 1992 contra Bill Clinton por la simple razón de no haber “cacareado” a tiempo la recuperación económica norteamericana.

De ahí que en estos meses cualesquier resultado o indicador positivo relacionado con las finanzas públicas norteamericanas recibe tanta publicidad como la captura de Saddam Hussein.

Afortunadamente en México no se percibe un optimismo desbordado amén de que existen experiencias tan frescas como la de 1994 y la de 2000 cuando se fomentaron grandes expectativas que jamás se cumplieron. Pero de aquí a las elecciones presidenciales pueden ocurrir muchas cosas como caer en el juego político que hábilmente está jugando George W. Bush junto a su corte del Partido Republicano.

Ya vimos la reconciliación de Fox y Bush en la cumbre de Monterrey y en marzo tendremos la visita del mandatario mexicano a Texas en donde a todas luces se prepara una gran recepción para olvidar los desencuentros del pasado que tanto costaron a los mexicanos.

Entramos pues a un año de contrastes en donde Estados Unidos vivirá la magia y la fantasía de una economía con un maquillaje y vestuario de película al estilo Disney al tiempo que se desatará una guerra electoral que evidentemente dejará saldos cuantiosos.

Por todo ello México tendrá que ser precavido para no caer en el juego del clan Bush, quien dicho sea de paso no tiene asegurada ni su reelección ni la recuperación de su país. ¿Se imaginan vivir en noviembre otra pesadilla al estilo de diciembre del 94?

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