La directora del Instituto Forense de Madrid, Carmen Baladía, aseguró que no había terroristas suicidas entre las víctimas, como había afirmado el Centro Nacional de Inteligencia.
06 de julio 2004.
Madrid, (EFE).- Los testimonios de los comparecientes en la primera sesión de la comisión del Parlamento español sobre los atentados del 11 de marzo en Madrid mostraron hoy contradicciones sobre la hora en la que, supuestamente, se hallaron los detonadores de la furgoneta que usaron los autores de los ataques.
Además, en esta sesión la directora del Instituto Anatómico Forense de Madrid, Carmen Baladía, aseguró que, cuando concluyeron las autopsias, los forenses sabían que no había terroristas suicidas entre las víctimas del 11-M, como había afirmado el Centro Nacional de Inteligencia (CNI, servicios secretos).
El primero en comparecer fue el portero de una finca de la localidad madrileña de Alcalá de Henares que detectó la furgoneta utilizada por los terroristas para trasladar los explosivos.
Luis Garrudo indicó que hacia las 12.30 hora local (10.30 GMT) del 11 de marzo, más de cuatro horas después de los atentados, escuchó que se habían encontrado en el vehículo detonadores y cintas, lo que fue desmentido después por el tercer compareciente, el comisario jefe de Policía de Alcalá de Henares, Eduardo Blanco.
Garrudo dijo que desde el primer momento los sospechosos que pudo ver al lado de la furgoneta le parecieron extranjeros y desveló que esa misma tarde la Policía le mostró fotografías de personas de raza árabe, algunas de ellas con gorros y pañuelos palestinos.
Por el contrario, el comisario de Alcalá negó que los detonadores fueran encontrados durante la inspección de la furgoneta en esa localidad y aseveró que las primeras hipótesis de trabajo se centraron en la autoría de la organización terrorista ETA.
Indicó que la única inspección que se hizo de la furgoneta fue la relativa a la búsqueda de explosivos y que en Alcalá sólo entró en el vehículo un perro adiestrado en detección de artefactos y, posiblemente, el guía, pero no localizaron nada.
Blanco decidió que no se hiciera una inspección más exhaustiva en el lugar donde estaba estacionada la furgoneta para que no se borraran posibles huellas y ordenó precintar el vehículo.
Desde el primer momento, los responsables policiales de Alcalá trabajaron con la hipótesis de la autoría de ETA porque, según Blanco, "no teníamos ningún motivo" para pensar lo contrario y porque la banda terrorista ya había intentado atentar con mochilas.
Hasta bien entrada la tarde del 11 de marzo no se informó telefónicamente del hallazgo de los detonadores y de la cinta, según el comisario, quien agregó que en ese momento le pidieron que, además de ETA, tuvieran en cuenta la posible participación de alguna persona de raza árabe.
Subrayó que en ningún momento de ese día él tuvo información de que la pista de ETA hubiera sido descartada.
Por su parte, la directora del Anatómico Forense de Madrid señaló que la patología de lesiones, las ropas, la inexistencia de sustancias impregnadas en los tejidos corporales o las ropas de los cadáveres e, incluso, la nacionalidad de los fallecidos permitieron saber, una vez practicadas las autopsias, que no había terroristas suicidas entre las víctimas de los atentados.
Respecto a las diferentes cifras manejadas tras los ataques sobre el número de víctimas mortales, actualmente establecidas en 190, puntualizó que "alguien sumó mal" y confundió las bolsas de restos con los cadáveres.
Además, precisó, el número de autopsias era superior al de víctimas porque, dada la fragmentación de algunos cuerpos, tuvo que practicarse más de un estudio necrópsico a algún cadáver.
