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MÉXICO, DF.- La telenovela Rubí llegó el viernes a su fin en medio de bodas, muertes y una historia de reencarnación cuyos protagonistas fueron la popular villana encarnada por Bárbara Mori, y su sobrina Fernanda, quien ya adolescente heredó no sólo su belleza como un retrato, sino también su maldad.
Cuando todo parecía indicar que el epílogo del teledrama dirigido por José Alberto Castro sería tan rosa como la mayoría de las historias clásicas del género, aparece Rubí, en muletas y con una mascada con la que cubre su rostro desde que, por un accidente, perdió una pierna y su cara angelical.
Pacta entonces con su pequeña sobrina un acuerdo en el mismo jardín de la iglesia donde su amado Alejandro está contrayendo matrimonio con Maribel. Trae una pistola que no puede usar porque, mientras apunta a su odiada rival, su hermana se cruza en el ángulo de disparo que había montado desde la rendija de una puerta de la iglesia.
Después de 18 años, la sobrina, luciendo el mismo rostro angelical de Rubí y moviendo las caderas al ritmo que imponía su tía en su juventud, se apodera del nombre de la villana y la visita, en un cuarto pobre y oscuro en el que apenas puede verse el rostro de la tía lleno de cicatrices:
"Alejandro regresó y es momento de consumar la venganza", le dice. Debe obligarlos a que se enamoren de ella tanto él como su hijo "para que terminen destruyéndose entre ellos y de paso el hogar que formó con Maribel". Le pregunta: "¿Podrás?", y ella le responde con la coquetería que caracterizó a la protagonista de la historia: "Yo siempre logro lo que me propongo".
La siguiente toma muestra a Alejandro que ingresa a su consultorio y descubre a la joven de minifalda recargada en su escritorio. "¿Rubí?", le pregunta mientras la observa como si fuera el fantasma de sus delirios de juventud. Y ella le pasa los brazos por encima de los hombros y lo besa para después hacer a la cámara un guiño lleno de picardía.
Antes de esta secuencia que parece mandada a hacer para colocar un letrero de "continuará" que nunca aparece, Cayetano, el cuñado de Rubí, muere y deja a su esposa en manos de su antiguo rival de amores, Marco; Dolores y Onésimo se casan y Elena carga ya en sus brazos al hijo que concibió con el desaparecido Héctor.
La telenovela, basada en la historia original de la escritora Yolanda Vargas Dulché, se transmitió durante más de cinco meses por el Canal 2 a las 20:00 horas y en los días previos a su conclusión superó 28 puntos de rating.
Protagonizado por Bárbara Mori, Jacqueline Bracamontes y Eduardo Santamarina, el teledrama tuvo a lo largo de su historia algunas modificaciones en el guión, así como la integración de personajes que al principio no habían sido considerados por el productor Alberto Castro.
En la emisión, que se presentó por primera vez hace 36 años, desfilaron actrices como Ana Martí, quien asumió el papel de la madre de Rubí, así como Marlene Favela, como la primera esposa Alejandro (Eduardo Santamarina) y Yadhira Carrillo (la joven que se enamoró de Héctor (Sebastián Rulli).
Entre los galanes que se incorporaron también figuró el actor Sergio Goyri, quien tuvo una participación especial al interpretar a Yago, una hábil millonario, dueño de un lujoso hotel en Cancún que rondó a Rubí, y Manuel Landeta (El Conde), quien al final de la historia se convirtió en un Donjuan con malas intenciones que acabó muerto.
Les parece excelente
Los laguneros que siguieron por televisión las maldades de Rubí dieron a la telenovela una calificación ?excelente?. 152 laguneros opinaron a través del portal de El Siglo de Torreón, en donde mostraron su satisfacción por le final que ha causado polémica.
Excelente 63.2 %
Pésimo 12.5 %
Regular 7.2 %
No la ví 7.2 %
Malo 5.9 %
Bueno 3.9 %
FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón