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Veritas veritatis, la verdad de la verdad

Luis Maeda Villalobos

Es obligación moral de todo ciudadano, abordar los problemas en estos momentos críticos del país, y buscar soluciones con la verdad de la verdad –Veritas veritatis-. Esto no quiere decir que se maneje el término verdad en forma absoluta, sino en la forma relativa, que es la manera en que investiga y afirma el humano.

En este sentido, es saludable –y un deber- descargar la conciencia, por medio del análisis sincero de la percepción de la realidad, de los sucesos de carácter internacional, nacional y regional.

Si comenzamos a nivel del horizonte mundial, debemos ante todo, considerar la demografía existente a la fecha, de siete mil millones que pueblan el planeta Tierra y que se dividen en países ricos -industrializados- y países en desarrollo, pobres o como se les llama: tercermundistas. Claro está que las afirmaciones siguientes, no son de ninguna manera tendenciosas, ni de carácter dogmático impositivo, pero si son analizadas desde una perspectiva que busca definir si son o no una realidad, una verdad. Asentada esta premisa, vemos un conflicto general de países en lucha permanente; ricos, pobres, con ideologías extremistas y doctrinales, y guerras perpetuas con el objetivo de estatizarse y conservar un círculo industrial mercantilista. De un lado está el capitalismo y por otro la extrema izquierda que maneja al tercer mundo, tan deshumanizante –en sus extremos- como la primera, que no deja de construir armas y equipos modernos de exterminio en los conflictos generados por los mismos componentes que cierran el círculo, sin sentido humano. Esto los convierte, a unos en ricos y más ricos y a los otros en pobres y más pobres, con los problemas inherentes de salud, producción de alimentos, en un proceso de globalización con tratados de libre comercio, neoliberales, sin protección al ambiente, a la educación y al desarrollo armónico de la cultura.

Esto quiere decir que el hombre o terrícola moderno, no ha encontrado el punto medio de equilibrio en la conciliación de intereses, como hermanos que tienen un mismo origen y dueños de la nave espacial que se llama Tierra, única casa que tiene, la que se ve destruida por la contaminación progresiva, la depredación de los recursos naturales, en una forma que se antoja irreversible.

Curiosamente el humano no tiene posibilidades de vivir fuera de ella, por más que se construyan ciudades en la ingravidez extraterrestre, en satélites, en la Luna, en el planeta Marte, pues se carece de las condiciones propias para la vida que conocemos. Nace desde luego, una pregunta obvia: ¿de qué sirve a la humanidad tanto gasto y esfuerzo científico, si no se invierte en beneficio de todos y para aliviar el hambre y la pobreza en la Tierra, donde el hombre no encuentra el modelo de vivir en orden y armonía? Es toda una incongruencia del Poder, cuando hay más de dos mil millones de bocas con hambre que piden pan para vivir y prevalecen los monopolios y los grandes consorcios, que manejan la economía mundial, imponiendo los precios de los productos en forma de globalización general... Y hay más.

En el horizonte nacional no existe quietud. Prevalece la lucha por el poder, mientras que hay más de cuarenta millones de mexicanos hambrientos y en la pobreza. No existe tampoco libertad, ni impartición de la justicia, prevaleciendo la inconsciencia rural, la emigración, la falta de producción y crece el desempleo, la inseguridad, la pérdida de los valores morales, con aumento de los vicios como el alcoholismo y el consumo de drogas. Falta la modernización en la educación, cuyos resultados –aunque lentos- serán más seguros en el ataque a las anomalías jurídicas, a la corrupción y a la injusticia.

Todos en el país saben que el trabajo y el desarrollo de la virtud, son claves en el progreso de los pueblos y en la solución de los problemas sociales, económicos, políticos y culturales. Habrá paz y orden. Renacerá fuerte el nacionalismo, el reconocimiento a los verdaderos héroes, se desplazarán las doctrinas exóticas y las creencias dogmáticas, avanzará la Ciencia y la Tecnología y tendrán su sitio los investigadores científicos, terminando la improvisación que tanto daño ha hecho al país.

En el ámbito regional, existen graves impactos ambientales, que atañen al futuro de La Laguna y a su millón y medio de habitantes. Igual que en otras partes de la nación, prevalece la lucha por el poder, con distintas ideologías y doctrinas, una contaminación grave de la atmósfera y de los suelos. El agua del subsuelo se agota irremisiblemente, por ser mayor la extracción que la recarga, y por su uso inadecuado, fuera de la Ley, en menesteres agropecuarios para la producción de forrajes, cuando las reservas potables deben ser para supervivencia humana.

Los intereses de los neolatifundistas, que existen desde hace tiempo, acaparan aguas y tierras, desorientando al público con su poder económico, público que se convierte en opositor a la construcción de las presas programadas por el gobierno estatal y federal, a través de la Comisión Nacional del Agua, las que son altamente benéficas. La confusión es enriquecida por algunos sectores productivos y organismos empresariales, que ni saben ni conocen los sitios, ni los beneficios comunitarios que aportarán, desconociendo también que sin esa recarga, los acuíferos regionales se agotan. Las aguas del río Aguanaval se pierden en las llanuras, por la falta del control de las avenidas esporádicas y brutales del río, recurso que podrá beneficiar a numerosos campesinos y favorecer así, a la pretendida reserva natural de la Sierra de Jimulco.

El tiempo y la justicia nos dará la razón y cada quién estará en su sitio en la lucha por el bien de la comunidad. Nos amenaza el arsénico en el agua, que ya está invadiendo algunas manchas urbanas. Las autoridades callan y eso es inhumano. Saben que es causa del uso irracional del agua del subsuelo desde hace no menos de cincuenta años. Además, los suelos se encuentran saturados de químicos agrícolas utilizados en el combate contra las plagas. Aumenta la erosión, la desertificación, nos invaden las aguas residuales, la basura y los desechos peligrosos y todo es por falta de educación y responsabilidad compartida, además de la desobediencia a la Norma Oficial.

Entre mil cosas más –como seres contingentes- repetiré el pensamiento dirigido a la conciencia de cada uno: “De qué te sirve haber ganado al mundo, si al final pierdes tu alma” una Veritas veritatis...

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