(Primera parte)
San Pedro de las Colonias, esa hermosa tierra cuna de tanta gente valiosa orgullo de nuestra región: maestros, científicos, artistas y militares, lo fue de uno de los grandes, el general don Pedro de Verona Rodríguez Triana. De origen campesino, nació el 25 de abril de 1890, hizo sus estudios primarios y de contador privado (entonces llamado tenedor de libros) en su pueblo natal, en la academia comercial Unión y Progreso. Fue empleado del señor don Tomás Gámez y luego se dedicó al negocio de abarrotes.
En su tierra natal y en su trabajo como pagador, se dio perfecta cuenta de lo poco que ganaban los peones y la pobreza en que vivían, no obstante las grandes ganancias de los hacendados.
En 1905, hubo una gran sequía que produjo hambruna y más pobreza; había protestas, pero las guardias blancas de la hacienda las sofocaban inmediatamente.
Mientras que en 1907 se festejaba en Torreón el nombramiento de ?ciudad? y los ?señores del algodón? eran felices, los campesinos eran parias sin ningún valor; un año después hubo una matanza de mineros en Velardeña por exigir sus derechos.
A sus 18 años, las ideas de Flores Magón y de Francisco I. Madero tenían que encontrar eco en su espíritu indignado por la injusticia de la que era testigo. Se unió a las primeras fuerzas revolucionarias el Partido Liberal en el movimiento de ?Las Vacas? (hoy Ciudad Acuña). Era un líder natural que tenía que unirse al movimiento Maderista y después a Pascual Orozco; su pensamiento siempre fue agrarista, ?La tierra debe ser de quien la trabaja? y e unió a Emiliano Zapata y al profesor Otilio Montaño, idealista de su Revolución. Con ellos, combatió y Zapata lo nombró General de División y ?Tierra y Libertad? fue siempre su lema.
En 1916 se casó con la señorita Herlinda Levy, hija de un inmigrante alemán, con quien tuvo ocho hijos y fue su compañera en todo momento y en toda empresa.
En 1920 regresó a San Pedro, con un grado militar y con una madurez obtenida en la lucha y con el contacto con hombres de ideales; rentó un lote y se puso a trabajarlo. Encontró su tierra igual, múltiples haciendas en manos de extranjeros: ingleses, americanos, españoles y alguno generales que les ?hizo justicia la Revolución?. La gente seguía pobre, pero Flores Magón y Francisco Villa los enseñaron a pelear y a exigir sus derechos. ¡Ahí estaba su misión!
(Continuará?)